"La construcción del Bosque Memorial a nombre de San Oscar Arnulfo Romeo es un primer paso para generar conciencia de que hay que seguir trabajando para conseguir un mejor país": Francisco Flores.
Eduardo Galeano decía que Roque Dalton se había salvado de la grandilocuencia y otras enfermedades de la poesía política latinoamericana, pero no de sus compañeros de guerrilla. Asesinado por los suyos, acusado de traidor, hoy la historia del salvadoreño se refunda a partir de lo que revelan unos archivos desclasificados de la CIA. Lo que sigue es el adelanto de un libro que trae claridad sobre una muerte que tuvo medio siglo de mentiras.
Uruguay y Paraguay se hermanan aún más estos días con motivo de los cien años de fundación de la Escuela “Artigas”, donde vivió el prócer oriental José Artigas.
Continuando con los artículos sobre la cobertura que hizo la prensa salvadoreña de Mons. Romero. Se expone a continuación algunos ejemplos agrupados en tres tipos: noticias, página editorial y campos supuestamente pagados.
"En la segunda mitad del siglo XX , muchas veces la prensa salvadoreña distorsionó los hechos por medio de los cuales se intentaba transformar el orden establecido que se oponía a todo cambio": José Arnoldo Sermeño.
Esta serie de artículos abordarán el acoso sufrido por el santo Óscar Romero en algunos de los periódicos salvadoreños, con énfasis en los últimos nueve meses de la vida del mártir.
A 34 años del secuestro y asesinato de Héctor Oquelí, ContraPunto entrevistó al Dr. Víctor Valle, quien trabaja en establecer su legado a través del Centro Internacional de Estudios Políticos “Héctor Oquelí”.
Héctor Oquelí Colindres y su acompañante, Gilda Flores, fueron asesinados el 12 de enero de 1990, por un comando violento que los secuestró y asesinó en Guatemala.
Trato de dar respuesta a mi pregunta inicial sobre precocidad, creo que el hecho de no existir una tecnología comunicacional avanzada (ni teléfonos, ni Compus, ni TV) fuimos lectores asiduos.
Solo se conoce a su recitadora. Extraña coincidencia proveniente de Hebe, que amaba profundamente la poesía de Dalton. (Hace no pocos meses recitó alguno de sus versos en la Plaza. Los leyó también con una pasión desaforada.)