viernes, 6 diciembre 2024

Roberto Herrera

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Columnista y analista de ContraPunto. Salvadoreño residente en Alemania. Ingeniero graduado en electrotecnia, terapeuta ocupacional independiente con especialidad en pediatría y neurología. Narrador y ensayista.

Quiero las cabezas de Pablo y Pedro

"Hasta hace un par de años yo era de la opinión de que las únicas oligarquías primitivas, recalcitrantes y carniceras capaces de matar al mismísimo Cristo, si fuese necesario": Roberto Herrera.

La paz de los cementerios huele a crisantemos

"Como Europa está llena de campos de batallas y, por lo tanto, de cementerios extraoficiales, es muy común encontrar lugares a lo largo de las fronteras donde se desarrollaron cruentos combates": Roberto Herrera.

Entre la democracia, la demosgracia y la desgracia

"En la actualidad solamente 27 países contemplan en sus códigos legislativos el sufragio obligatorio, siendo la pequeña Bélgica el abanderado de estas naciones": Roberto Herrera.

El lado opaco de Nayib

En El Salvador los videoclips han sido bien recibidos por la audiencia internáutica y es evidente que la guerra total contra las Maras la está ganando el gobierno

De maras buenas y maras malas

Los mareros que llegaron deportados a El Salvador en la década de los noventa del pasado siglo, especialmente los de Los Ángeles, California, lo menos que tenían era de angelitos

Todas las guerras siempre huelen a podrido  

Haciendo un poco de historia contemporánea y limitándonos a los últimos 60 años (para no hilvanar fino) encontraremos muchos casos de intervenciones militares de fuerzas extranjeras en países en los cuales no existía vínculo directo ni étnico ni cultural ni político entre el “invasor” y el “invadido”.

La cólera de los chilenos en los tiempos del corona virus

El monetarismo-neoliberal de la Escuela de Chicago fue aplicado tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido en la década de los setenta del siglo pasado, para posteriormente imponerse en toda Europa

Entre la resignación, el fatalismo y la esperanza del homo consumens

Más bien, soy de la opinión, que el gran reto del hombre y la mujer en la sociedad moderna actual y el de las futuras generaciones radica en la capacidad de aprender a vivir y convivir en sociedad y en armonía con la naturaleza

Hacerse mayor con música

Por mi parte, entiendo la música como el alimento diario de la psiquis. Pienso que vivir sin música es como degustar viandas insípidas o bien,  beber atol chilate (bebida muy popular en El Salvador hecha de harina de maíz  sin azúcar y desabrido)  sin los típicos acompañantes dulces, como los nuégados (buñuelos) de huevo, plátanos fritos,  torrejas en almíbar y otros platos dulces. Mi dieta musical diaria es muy variada desde Tomaso Albinoni, pasando por Sebastian Bach o Benny Moré hasta llegar a Joaquín Sabina o Wilson Pickett.

La Caja de Lustre

La “caja” de mi atención no es la de Pandora después de haber perdido la virginidad ni tampoco las “cajas” de las Islas Vírgenes, sino la caja de lustre de mi paisano interlocutor y, la mía por supuesto

Los soberbios tataranietos imperiales

José María Aznar no es el único sujeto europeo que cree y piensa que la conquista española fue un regalo que le hizo la monarquía española a la América India y a sus vástagos mestizos y criollos

Recordando las Áreas Comunes universitarias salvadoreñas del siglo XX

Herrera: El desarrollo político siempre es un acto colectivo y los centros de estudio, sobre todo los superiores, son el ágora de las ideas y los pensamientos.

Los que cambiaron la mochila por la bolsa de valores

Poderoso caballero Don Dinero, diría Paco Quevedo, sobre todo tratándose de dólares, libras esterlinas, francos suizos o euros.

La pandemia también mató amistades

Los tiempos de crisis extremas como pueden ser las guerras o las luchas político-económicas o las pandemias son una especie de cedazo. Ponen en evidencia las virtudes y defectos de los seres humanos

Bukele no quiere ser pelele ni que se le tutele

Bukele hizo las de Seneca frente al cuerpo diplomático ahí presente, optando por molestar a sus invitados con la verdad que complacerlos con adulaciones
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