El Salvador, tras la guerra civil, ha cambiado mucho, pero no para mejorar… Hoy, además de la pandemia del COVID-19 y los desastres naturales en potencia que podríamos sufrir, ha aflorado una serie de miserias que son inconcebibles.
En vez de lograr la unidad deseable frente a una crisis de la magnitud de la pandemia actual, el país se ha ido por el derrotero contrario. Hoy la desunión del liderazgo política, social y económico local está más evidente que nunca.
Dante Alighieri en su magistral obra La Divina Comedia, específicamente en su poema El Infierno, describe los castigos que reciben los pecadores, los egoístas, los violentos, los traidores… En un círculo están los que se tiran inmensas piedras de fuego entre ellos, en otro círculo están las almas "encenagadas en la pantanosa laguna Estigia; rabiosas, se golpean entre ellas, y se despedazan a mordiscos…"
Así está el país que lleva el nombre de Dios: el salvador del mundo. Cosa terrible, ¿no?
Los poderes del Estado engrescados. El gobierno le tira una inmensa "piedra de fuego" al órgano legislativo; el órgano judicial deshace a mordiscos a gobierno y al legislativo, y entre los tres se gritan rabiosos y se golpean…
En fin! Abajo de ultra-círculo de la más alta esfera, está otra capa infernal del "trolerío" que duerme soñando en como joder más y mejor al "adversario", y amanece fuerte y cada vez más vigoroso para aplicar el concepto salvatrucho de "joderé a estos antes de que estos nos jodan a nosotros".
Hay cosas que se hace en este país que son impensables antes de enero del 1992: el presidente se toma con la soldadesca el parlamento y a mitad del camino se arrepiente en suprimir sus funciones como lo hizo Fujimori… Pero la oposición se "alza" y le pita, se manifestarse en su contra; tildado de fascista, a la puerta de su casa, sin que haya por ello un detenido, torturado, asesinado o desaparecido…
Estos son hechos quizás vagos; hay más… El ultimito episodio es el de "no voy a rendir el informe a la Nación" y por el otro lado: "si venís, porque venís"…
El caso es que así como vamos, es paja que queremos a El Salvador tal como todos gritamos y cantamos el Himno Nacional con pecho erguido, emocionados, con el puño en el pecho.
Leyendo un poema de Roque Dalton nos encontramos con unos versos que describen este momento:
…"Huelo a un animal que sólo yo conozco
desfallecido sobre el terciopelo
huelo a dibujo de niño fatal
a eternidad que nadie buscaría.
Huelo a cuando es ya tarde para todo."
Triste país en medio de tanta vorágine oscura… Sin embargo, se dice que después del momento más oscuro es cuando se anuncia el amanecer y el cantar de los gallos a lo lejos avizora el arribo de la Esperanza soñada para el pueblo pobre y vilipendiado de siempre.
Entonces, con el poeta nos iríamos realizar uno de sus grandes sueños:
"El Salvador será un lindo
y (sin exagerar) serio país…"