Los XXIV Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en San Salvador del 23 de junio al 8 de julio, dejaron una huella imborrable en la historia deportiva de El Salvador y en la región. Este evento, considerado el segundo más antiguo del mundo, ha demostrado ser un éxito en diversos aspectos, consolidando su importancia y relevancia en el ámbito deportivo internacional.
En primer lugar, cabe destacar la magnitud y la diversidad de esta edición. Con la participación de más de 5,000 atletas provenientes de 35 países, se compitió en 37 deportes y 53 disciplinas, en una emocionante lucha por las más de 400 medallas en disputa. El Salvador, como país anfitrión, estuvo en la mira de la región por haber gestionado un evento de tal envergadura y de haber ofrecido una experiencia memorable a los deportistas y a los espectadores.
En cuanto al desempeño deportivo del país sede, El Salvador finalizó en la novena posición del medallero, con un total de 28 preseas: 8 de oro, 3 de plata y 17 de bronce. Estos resultados reflejan el esfuerzo y la dedicación de los atletas salvadoreños, quienes compitieron con valentía y orgullo en cada disciplina.
Además, es importante resaltar que este logro representa un impulso significativo para el deporte salvadoreño en general, ya que los escenarios deportivos construidos y restaurados para estos Juegos son un legado duradero para las generaciones venideras. Esto brinda la oportunidad a los deportistas de continuar su desarrollo y profesionalización en los deportes que les apasionan.
La organización de los Juegos Centroamericanos y del Caribe San Salvador 2023 merece un reconocimiento especial. A pesar de los comentarios iniciales que dudaban de la finalización oportuna de los escenarios deportivos, la realidad demostró que se pudo lograr y que existe una capacidad notable para organizar y ejecutar eventos deportivos de talla internacional. El esfuerzo conjunto de las autoridades deportivas, los organizadores, voluntarios y los trabajadores implicados en la preparación y desarrollo de los Juegos fue sobresaliente.
En esa misma línea, no se puede pasar por alto el papel crucial que desempeñaron los voluntarios en el desarrollo de estos Juegos. Su labor desinteresada y comprometida en diversas áreas, desde el apoyo técnico y deportivo a los atletas y delegaciones, hasta la atención médica y los servicios integrales de salud, fue fundamental para garantizar el éxito de cada evento.
Los voluntarios también contribuyeron en áreas como el protocolo, la logística y la tecnología, así como en medios de comunicación, marketing y comercialización. Su dedicación y entrega fueron invaluables y también merecen un reconocimiento especial por su contribución a los Juegos.
Asimismo, fue destacable el respaldo y la participación de la población salvadoreña. La asistencia masiva a los campeonatos en los diversos escenarios deportivos demuestra el apoyo y el entusiasmo de la ciudadanía hacia el deporte. La alegría y el orgullo que se vivieron en cada competencia crearon un ambiente de sana convivencia y celebración, fortaleciendo la hermandad y promoviendo los valores positivos del deporte.
Sin duda, este evento ha dejado una marca imborrable en la historia de los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Y no está demás traer a colación las palabras del presidente de Centro Caribe Sports, Luís Mejía, quien declaró estos Juegos como “los mejores Juegos de Centroamérica y del Caribe de nuestra historia en estas condiciones”. Palabras que emanan del compromiso que El Salvador asumió para organizar el evento en año y medio, contra todo pronóstico, luego que Panamá declinara ser sede por consecuencia de la pandemia por Covid-19.
