Ante la amenaza latente del cambio climático las empresas están obligadas a dar un giro de cambio de 360 grados, si quieren subsistir en un mundo competitivo no pueden darse el lujo de ser satanizadas como: Empresas sin conciencia ambiental y sus dueños como empresarios con ideas obsoletas. Los empresario de este tiempo, deben abrirse y escuchar el clamor del medio ambiente y de consumidores consientes, hasta llegar al punto del convencimiento por cambiar y eso llevará a transformar su filosofía empresarial, misión y visión; valores.
¿Qué huella de carbono deja tu empresa al medio ambiente? Es la primera pregunta que deben hacerse. Un empresario convencido debe revisar lo siguiente: Su factura de energía. Cuanto es el gasto de energía operativo y productivo que tiene la corporación. Si hay demasiado gasto energético, que alternativas limpias ofrece el mercado, una opción es la inversión en energía fotovoltaica que hoy está en boga. Si el proceso productivo conlleva a la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, valorar y analizar si existe una alternativa viable y sustentable para aminorarlas. En términos de logística, si la flota de transporte contamina, sale a horas pico cuando hay mayor emisión y carga a la atmósfera y si se usan horarios más descongestionados para hacerlas. Si a nivel industrial existe mayor rendimiento en el uso de residuos o desperdicios. Si se está implementando un programa de separación y reciclaje en todas las áreas de la empresa. Respecto a la calidad de agua, que tan tratada regresa el agua de las industrias a los caudales naturales que al final llegan al océano.
¿Qué programas tienen los empresarios sobre innovación en empaques eco amigables que dañen menos el entorno y los ecosistemas, programas educativos cuya inversión impulse a los niños y jóvenes de las comunidades cercanas? ¿Qué hace la empresa por fortalecer y llevar el desarrollo social a la comunidad donde se sitúa? Vale la pena que el empresario se haga este tipo de evaluación heurística para evitar seguir siendo una empresa con acciones arcaicas. El empresario con ideas obsoletas se aferra a un egoísmo peligroso para la comunidad, donde un desastre ambiental no parece importarle y mucho menos la amenaza del cambio climático. Miremos el caso de hace algunos años donde una empresa no midió el daño que el plomo hacía a la salud humana (Comunidad del Sitio el Niño) por medio del agua y pese a esa situación siguieron fabricando baterías para carros sin reflexionar sobre el grave daño. O algunas industrias en Soyapango que vierten aguas sin tratar al río Acelhuate, porque ya se resignaron a que el río está muerto ambientalmente. Un empresario no puede tener el mismo patrón cultural de toda la población, por medio de sus conocimientos debe llevar un cambio positivo a la comunidad, que sus procesos productivos no hagan mayor daño a su entorno y su huella de carbono se reduzca.