Por Alessia Genoves
“27.93%” es la cifra que define el crecimiento iter-anual de la bolsa de valores salvadoreña. El dato corresponde al del mes de mayo de 2022, con una cifra de $308.72 millones de dólares; que contrastan con el monto de las inversiones del mismo período del año anterior, que pudo percibirse en un saldo de $241,33 millones de dólares. La tendencia creciente respondería a los políticas de reapertura económica, tras la pandemia del covid19 en El Salvador, según lo indica la Superintendencia del Sistema Financiero.
“Altas calificaciones de riesgo” contrastarían con los registros de las inversiones bursátiles del país. Es decir, mientras las calificaciones de riesgo se elevan, las inversiones incrementan, de acuerdo con las declaraciones de la SSF. En última instancia, los montos de las cuentas de ahorro se reflejaron en un saldo de “$563.8 millones de dólares”; mientras que los préstamos acumularon un saldo de $1,280.8 millones de dólares, durante el segundo trimestre del año.
En última instancia, a 27,04 habría incrementado el Índice de Bonos de Mercados de Emergencia (EMIBI), según lo atribuyó la agencia de calificación de riesgo, JP Morgan Chase. El dato contrasta con el incremento inter-anual del 27.93% que reporta el SSF, en actividades del mercado bursátil del país, hasta el mes de mayo de 2022, por lo que el titular de la SSF, Mario Menéndez, descartó la posibilidad de una “recesión económica”.
Liquidez
“Liquidez” es la expectativa que Menéndez, sobre las condiciones financieras del país. Tal y como lo explicó “los bancos de El Salvador han afrontado los efectos de la pandemia por Covid.19, con adecuados ratios de capital y liquidez”, de modo que el incremento ínter-anual del monto, en las cuentas de ahorro, acumularían un saldo de $563 millones de dólares.
Entre otras cosas, los préstamos pactados acumularon un saldo de $1,280.8 millones de dólares, durante el segundo trimestre del año. Según lo detalla el SSF, el 85% de los fondos, se constituye por el capital que llevan los ciudadanos a la banca; mientras que otro 4.1% representa los “títulos de emisión propia”; y otro 2% “préstamos locales”.
De tal forma, la banca nacional, por su parte, registró una aportación de “$41,714.70 millones de dólares”, hasta el mes de junio. Sin embargo, el sistema bancario nacional también reportaría “18,848.96 de dólares”, en “utilidades o pérdidas”, de acuerdo con los registros del SSF. Ésta situación implicaría al Banco Hipotecario ($9,503.35 millones de dólares), al Banco de Fomento Agropecuario ($3,025.43 millones de dólares) y al Banco de Desarrollo de El Salvador ($6,320.18 millones de dólares).
Tal y como lo indicó Menéndez: “durante la reciente crisis generada por la pandemia, vimos cómo la población confió más en el sector bancario, registrándose un crecimiento continuo en los depósitos y en la evolución de los montos de las cuentas de ahorro; esto permitió a la banca mantenerse sólida durante la pandemia”.
La banca privada, en contraste, habría acumulado un patrimonio de “2,350,536.46 millones de dólares”, con gastos de hasta “19,502,608.33 millones de dólares”, hasta el mes de julio de éste año. El registro corresponde a al menos 13 instituciones bancarias, entre las que se enumeran el Banco Agrícola ($601,795.63 millones de dólares) y el Banco Cuscatlán ($405,648.96 millones de dólares).
Banca y Riesgos
“Inflación” es el escenario global en el que se desarrolla el impacto de pandemia del covid19, y las sanciones económicas impuestas en contra de Rusia. En consecuencia, decenas de bancos estadounidenses han reducido sus beneficios durante el primer semestre. De tal forma, que bancos como el de JP Morgan habría reportado un decrecimiento del 35,49% en el valor de sus activos, al término del primer semestre de 2022, y contraste con el primer trimestre del 2021.
Ésta misma institución bancaria, con representación de la analítica de riesgos JP Morgan Chase, habría elevado la calificación del EMBI a un porcentaje del 27.04% desde el 1 de julio; y la llevó hasta el 34.75%. La agencia justifica que El Salvador no contaría con una “estrategia pública creíble para financiar los pagos”, es decir, una deuda externa mayor a la de $1,800 millones de dólares , que podría reducirse con el pago de los $800 millones de dólares, adquiridos desde el 2012, por le Fondo Monetarios Internacional (FMI).
En términos prácticos, “el EMBI proporciona a los inversores una definición del mercado de deuda en moneda externa de los mercados emergentes”. Esto es así, ya que “rastrea los rendimientos totales de los instrumentos de deuda externa negociados (fijada en dólar estadounidense) en los mercados emergentes”, según lo define la JP Morgan. Éstos bonos emergentes marcarían un contraste de valor entre los Bonos del Tesoro de Estados Unidos, por lo que serían susceptibles a los efectos de la inflación.
Por otra parte, desde julio de 2021, agencias calificadoras de riesgo reducen las perspectivas de negociación económica. De modo que Moody`s establece un rating de Caa3 (negativo); Standard & Poor 500 establece una calificación de B- (negativo); y Fitch Ratings evalúa a El Salvador con la categoría CCC, todas cuanto provenían de calificaciones más estables.
Por su parte, el titular de Hacienda declaró que las calificaciones de riesgo podría impactar sobre la demanda de préstamos internacionales: “si tú quieres ir al mercado internacional, sí. Si tu quieres vas con las multi-laterales, no”, respondió en la entrevista. Y es, por tanto, que la suscripción con el CAF, como a la de otras multilaterales, se convertiría en una alternativa para la cobertura del gasto nacional.
Menéndez, por su parte, indicó que existe una factibilidad, en la adquisición de créditos, debido a la reducción de los requerimientos que la banca internacional requerirían para el financiamiento de las actividades económicas del país. Al mismo tiempo, consideró que no existen indicadores que definan que el país entre en una “recesión económica”.