Cuando yo tenía unos diecisiete años, de vez en cuando iba a comer pizza al Bella Nápoles o a tomar café con pastel de manzana al Gran Hotel San Salvador, en el centro histórico de la capital. Esos gustos ya me los podía costear. Según dicen, estos eran algunos de los lugares que frecuentaban los poetas, filósofos e “˜intelectuales”™ de la época; entre ellos, Roque Dalton. Nunca me lo encontré por a allí. Él me llevaba unos quince años de edad.
No tuve noción de su obra literaria sino mucho tiempo después.
Me obsequiaron la primera edición de En la humedad del secreto recién salida del horno de la Dirección de Publicaciones e Impresos. La leí toda. Es extraordinaria. Mientras la leía, se me ocurrió ir resaltando con amarillo algunas frases o párrafos breves que me llamaban más la atención. Esto lo fui haciendo con paciencia hasta que llegué a marcar trescientas, con sus respectivas referencias bibliográficas. Después las pasé manuscritas en papel bond carta y las guardé. Estoy hablando del siglo pasado (1995).
La recopilación nunca la pensé como para que llegara a ser un libro formal. Transcurrieron más de dos décadas para que, de forma eventual, tuviera la posibilidad de pasar por la prensa o de estar en la moderna red virtual.
Cierto día le conté a Carlos Clará, de Editorial Cinco, que tenía ese trabajo, y le planteé la posibilidad de publicarlo. Me dijo que sí la había. En otras ocasiones, después de haber hecho la propuesta a la Editorial, con el correspondiente aval de la familia Dalton, nos reunimos para ir viendo los detalles, para una edición lo mejor cuidada que se pudiera lograr. No es nada fácil.
Hubo momentos en los que veía a Carlos desesperado, tanto por el contenido como por el diseño del libro, que sería parte de una colección de la que ya se publicaron dos títulos; por cómo se integraría a esta, pues rompía un tanto el formato de los anteriores, además de por cómo pasaba el tiempo de rápido sin avanzar mucho en el proyecto.
En cierta ocasión me sorprendió con la propuesta de cambiar unas pocas frases porque él y miembros del equipo de la Editorial “”con sus ojos clínicos”” vieron que, a causa de que yo las había intervenido, hasta cierto punto, su sentido original se desvirtuaba. Así que tuve que seleccionar otras. Se las propuse, estuvieron de acuerdo, y asunto arreglado.
Decidir qué título ponerle a la obra quemó más dendritas. Se barajaron varios. Yo les había propuesto uno que me pareció verosímil, pues, de hecho, era una expresión particular de Roque. Aunque fue considerado, no cuajó. Entonces, sin más, Marvin Galeas, director de la Editorial, sacó con pinzas de un verso del poema “Alta hora de la noche” la expresión “sílabas extrañas”, que resultó ser el definitivo.
Otra vez, le dije a Carlos que se me había ocurrido algo: que el libro llevara mis ilustraciones. Estuvo de acuerdo y también la Editorial. Dibujos hechos tenía bastantes. De entre cuarenta se escogieron los que aparecen en la edición terminada, que no tienen una relación directa con ninguna parte de los textos, como el de la portada.
En sí, no me considero un escritor nato ni mucho menos “˜nacional”™; pero he realizado otros textos que parecen ser formales. Hay que reconocerlo: los verdaderos escritores, como Roque, ya lo traen en las venas.
Gracias a la casa editora, a Marvin Galeas y su equipo, a la familia Dalton, y a Carlos Clará, en particular, por Sílabas extrañas, que después de todo no es más que obra de Roque Dalton.
(*) Escritor, artista plástico salvadoreño. Antólogo de Sílabas extrañas, las frases de Roque Dalton (Editorial Cinco, colección antológica Desnuda, volumen 3, 2019).
ATENCIÓN: El libro será lanzado el 25 de julio de 2019, 5:30 p.m., foyer del MUNA (Museo Nacional de Antropología). Entrada libre.