Por Carlos F. Imendia
Fuerzas inimaginables colisionan bajo la corteza terrestre, roca fundida, gases, etc., Específicamente en .la cotidiana disputa tectónica de las placas Cocos y Caribe y que recientemente han espantado el sueño de los salvadoreños en temibles remesones nocturnos que traerían al pensamiento los pasajes históricos de letales terremotos que han tumbado la capital, como los relatos del embajador estadounidense Efraím Squier a finales del siglo XIX. Y como decía un vulcanólogo de grata recordación los sismos son las carreteras de las erupciones volcánicas, así como en 1917, dos sismos de gran magnitud destruyeron San Salvador antes de zarandear y despertar al coloso hueytepec, Quezaltepec o Volcán de San Salvador.
Sin embargo, a pesar de las catástrofes achacadas a la erupción del volcán de San Salvador, está también culpado el cerro del amanecer, Amatepec, o San Jacinto, lugar de adoración en donde los antiguos nahuas desde la metrópoli pipil ponían su vista para la contemplación de Quezalcúat diurno, cerro que también sigue asustando a los de oído agudo con retumbos nocturnos, olores azufrados, y fuentes de agua caliente. Más allá del cerro del Amanecer, encontramos en el Valle de Xilomen, la caldera feroz y peligrosa, cubierta por agua azul y azufrada, que ya ha registrado los peores cataclismos que han oscurecido el cielo por largos años y han podido esculpir el relieve de la región con su poder y destrucción, desde tiempos antiguos.
Pero en al oriente del país, en la tierra de los Lencas es Popocatépetl quien impera en el paisaje con incesante actividad, y que en tiempos precolombinos se hacía respetar desde las sierras del actual territorio hondureño, hasta las sierras en Estelí Nicaragua (Desde ese punto se puede ver) , además del respeto y adoración, le llamaron Chaparrastique que en antiguo potón tendría una traducción de: “ la Montaña Fria”, Los nahua pipiles y su cosmogonía , en convivencia en las frontera del señorío lenca, reconocían a Chaparrastique como Popocatépetl o cerro que humea, ya los antiguos mexicas nombraban al dominante edificio volcánico del altiplano central Popocatépetl (5,465 msnm) no dudaron los nahua habitantes de la patria de Quetzalcoatl nombrar Popocatepetl al imponente coloso del oriente del país Chaparrastique (2119 msnm).
Nunca ha sido declarado un volcán dormido, siempre ha estado en actividad, en el periodo colonial, no dio tregua a la población y en muchas ocasiones hizo a los curas (por clamor de la población) de la época, sacar imágenes de santos a las calles mientras llovía ceniza y derrumbaba los tejados de las casas de San Miguel, una de esas imágenes fue la de María Reina de la Paz, para apaciguar el mal humor y la asechanza eruptiva de Popocatépetl.
En 2013, el 29 de diciembre, ante la ausencia de Funes (Dicen algunos) despertó Popocatépetl lanzando a más de 10 kilómetros en la atmosfera una impresionate columna negra de piedras, gases y ceniza, las cuáles se hicieron sentir en la capital y en los parabrisas de muchos carros.