martes, 14 mayo 2024

Periodismo: Las horas marcadas de los periodistas

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Nosotros ya teníamos los datos de la hora exacta del percance, los nombres de los tripulantes y las versiones de los lugareños quienes nos habían relatado como la aeronave en medio de la tormenta se precipitó a tierra

La noche del 10 de julio de 2002 un helicóptero de la Fuerza Aérea Salvadoreña se estrelló en la jurisdicción de Armenia departamento de Sonsonate, nuestro turno laboral concluía a las diez de la noche, un horario que cumplíamos desde las dos de la tarde, pero que sobrepasaba cuando se generaban eventualidades como estas, por esos días laboralmente estábamos sometidos a horarios de marcación, y una nueva encargada de recursos humanos en la empresa televisiva para la que laborábamos se le había ocurrido que los periodistas marcáramos hora de entrada y salida. La hora estaba marcada.

Nuestro equipo llamado  “los tecolotes” así se le denomina a los encargados de prensa que laboran durante la noche y madrugada en los medios de comunicación cuya misión era estar pendiente de cualquier situación que se generara; te toca hacerla de rastreador y de estar elevadamente  pendiente, está prohibido dormirse y es una falta grave laboralmente que se te escape un evento, y si te llega a ocurrir, te conviertes en objeto de recriminaciones en incluso de suspensiones, un código impuestos que no está en ningún manual de funciones de periodismo.

Esa noche cerca de las 10:15 pm ya en ruta a casa, nos enteramos del acontecimiento y sin dudarlo me comunico con Ernesto Maravilla, profesional de la cámara quien ya estaba listo para emprender el viaje para ir al encuentro del acontecimiento y quien me esperaba ya con equipo en mano, aún no tenías GPS ni ningún tipo de aplicación geo referencial en nuestros teléfonos, solo la  alerta, pero emprendimos la ruta hacia el supuesto lugar del accidente aéreo.

Cerca de las  11:05 pm estábamos en el desvió de la carretera panamericana y Armenia, por unos 15 minutos con las luces de cortesía del auto encendidas tratando de obtener con otros colegas un mejor ubicación sin saber el lugar exacto del accidente aéreo, de repente en medio de la oscuridad aparecieron unos agentes de la policía nacional civil, a quienes le preguntamos sobre el percance, ellos nos dijeron que se dirigía al lugar, pero no tenían transporte, sin dudarlo y aunque no está en el protocolo de periodismo dejarse acompañar de agentes policiales en vehículos de Prensa, los invité a que se subieran al pick up y de manera conjunta nos dirigimos al lugar.

El lugar exacto en la finca Putón Shusco del cantón Tres Ceibas, del municipio de Armenia, Sonsonate. Nos introducimos a la espesa vegetación de cafetales en medio de la neblina espesa de la zona,  en los  senderos donde sólo un vehículo podía transitar, una leve llovizna se sumó en el recorrido que con la ayuda de la luz de la cámara de manera intermitente nos permitió avanzar. Luego de 20 minutos de caminata en medio del fango y lodo  llegamos a la zona.

Uno de los agentes llevaba su radio comunicador encendido y les servía de guía a otros equipos policiales que estaban en avanzada en el lugar, de pronto en medio de la oscuridad y con la ayuda de la luz de la cámara de Maravilla, nos dimos cuenta que estábamos encima de los escombros de la aeronave, por el radio del agente policial, nos esteramos que se trataba de un helicóptero Bell Ranger, de la flota más reciente de la Fuerza Aérea Salvadoreña, que venía de cumplir una misión humanitaria desde Guatemala, en la repatriación del cadáver de una menor de edad, toda la tripulación murió.

Nosotros ya teníamos los datos de la hora exacta del percance, los nombres de los tripulantes y las versiones de los lugareños quienes nos habían relatado como la aeronave en medio de la tormenta se precipitó a tierra. No había nada que seguir haciendo en el lugar, de pronto como a unos 300 metros de distancia vimos a los otros equipos de prensa de medios de comunicación a quienes se le estaba bloqueando su acceso a la zona, habían llegado por otro rumbo y las autoridades forenses y de aviación comenzaban a hacer su labor.

Nosotros emprendimos el retorno por el mismo lugar que ingresamos, retornamos a la base del canal a las 2:20 am, redactamos la notas, protegimos las imágenes y editamos las  dantescas imágenes para la edición de la mañana cerca de las 3:40 am estaba listo para informar y salió al aire en la emisión de las 5.00 am y 6:30 am. Temprano llegaron otros medios de comunicación a pedirnos material, temprano despachamos a otro equipo a la zona para darle seguimiento al accidente, no había nada nuevo, solo la confirmación que ya habíamos transmitido El camarógrafo Ernesto Maravilla, había realizado un excelente trabajo, profesional, algo que a veces los reporteros no agradecemos a nuestros compañeros cámaras.

Está anécdota es un reconocimiento para todos los equipos de “tecolotes” por su entrega y a veces por la falta de reconocimiento que existe en algunos medios de comunicación, a todos ellos nuestro aprecio y reconocimiento, porque al final son sus imágenes las que aparecen al día siguiente, los reporteros a veces bien vestidos y sin despeinarse se acreditan todo el esfuerzo. En el caso nuestro al día siguiente quitaron el marcador, para no pagar las horas extras. Pero las horas quedaron marcadas en la mente, esas nadie te las quita.

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Rigoberto Chinchilla
Rigoberto Chinchilla
Periodista salvadoreño. Graduado en la Universidad de El Salvador (UES); colaborador y columnista de ContraPunto
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