viernes, 26 abril 2024

Cómo mandar bien: el ABC del mando

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"Mandar no solamente es algo que se aprende, sino que también, se disfruta": Kareen Spano.

Por Kareen Spano.

Invadimos un curso de Manuel Alcázar, filósofo, docente del PAD y autor de varios libros longseller sobre gestión organizacional. Y descubrimos con él, que mandar no solamente es algo que se aprende, sino que también, se disfruta.

Yo no quería ir. No entendía por qué, para qué. Si yo no mando, yo obedezco. Vengo del teatro, soy actriz. ¿Qué tenía que ver yo allí? Pero soy una persona creyente, llámalo como quieras, en Dios, el cosmos, casualidades, en las señales, etc. Intuí que no debía perderme este conocimiento que se me ofrecía.

Así que a regañadientes vencí a mi pereza y fui durante cuatro miércoles temprano por la mañana a este curso que, decía, me iba enseñar Cómo mandar bien.

Nos encontramos en un ambiente que si bien era formal e impecable, constituido por un grupo de personas que ocupaban rangos medios y altos de conocidas empresas, tenía también la frescura de un grupo de estudiantes que lo que quiere es mejorar, aprender.

Ahí estaban jefes de personal, jefes de área, recursos humanos, relacionistas públicos, gerentes, en fin, directivos. Gente con la que en mi día a día yo, particularmente, no tengo nada que ver.
Cada miércoles se nos presentó un caso diferente para estudiar y resolver. Encima había que estudiar.

¿No sé nacía con características de líder?
¿No se nacía sabiendo mandar?
¿Se estudia cómo mandar correctamente?
Me empecé a interesar.

Entonces me dio hambre. Cuando como entiendo mejor y me siento más relajada entre las gentes de corbata. Felizmente, había buffet. Felizmente, nada. Esto había sido estudiado por Manolo. La gente entiende mejor y participa de manera más asertiva, más atrevida, en un ambiente cómodo, fluido. Con un desayuno, un cafecito que compartir de manera más amigable, en un ambiente de trabajo más horizontal, donde todos tenemos hambre. Donde todos queremos más. Donde todos queremos de lo bueno.

Empezamos a estudiar los casos. Parece tan difícil mandar. Yo particularmente, me intimidaba ante tantas personas tan prolijas, tan oportunamente vestidas, personas que saben ser efectivas, o lo parecen. Yo, al ser una artista, me sentí intimidada ante la autoridad que el vestuario y actitud de estás personas prósperas transmitían.

Parece tan difícil mandar. Y lo es. Pero la base me pareció sencilla: escucha, presta atención a los detalles, no tomes decisiones apresuradas, investiga la persona a quien tienes que mandar. ¿Sabe lo que tiene que hacer? ¿Puede hacerlo? ¿Quiere hacerlo? Intenta ser empático, no para hacer gala de tus habilidades blandas, sino para tu prosperidad y la de la empresa para la que trabajas. Y nuevamente todo el tiempo, volver al inicio. Escucha.

Empezó a parecerme muy interesante. Tal vez porque yo no tenía nada que perder, empecé a participar con fluidez. A mí socio, como periodista, tampoco le interesaba impresionar a nadie. Quería sencillamente aprender. Y hacer contactos, claro. Así que empezamos a involucrarnos en la clase con soltura. Esto fue lo primero que noté. Manolo, siguiendo la dialéctica, lanzaba preguntas al parecer muy sencillas, para ir avanzando en la investigación de la solución de cada caso. A mis compañeros, estos jefes y líderes de sus empresas, les costaba, a la mayoría, arriesgarse a hablar. Decir libremente su punto de vista. Titubeaban. Parecían tener miedo de lo que piensen los demás. Me parecía poder escuchar en sus cabezas “¿seré lo suficientemente interesante?”, “¿dirán que soy muy simple?”, “¡y si meto la pata!”. Manolo, muy hábilmente y con mucho sentido del humor, empezó a llevar la clase, invitando a todos a participar con sus ideas. Ojo, recordar que entre los participantes había tantos jefes de área como gerentes, no era para ellos tan fácil arriesgarse, exponer sus ideas sin miedo al ridículo. Para mi socio y para mí era fácil, yo por actriz, mi socio por no tener sangre en la cara. Notamos que nuestro aporte brindaba dinámica al atrevernos a participar, y también que lo que Manolo intentaba explicarnos eran principios seriamente básicos, tanto que uno los olvida al llegar a un cierta jerarquía o nivel en la vida. Escucha, pregunta, infórmate de manera personal de lo que le pasa a quienes están bajo tu mando. Averigua cómo puedes ayudar a los que están bajo tu mando o alrededor. Mandar entonces, muchas veces, no es una cuestión de mandar en sí, sino de oír, de ser parte de la solución y no del problema. Es no ser autoritario sino efectivo y eficiente, partiendo de la atención que le pones a las personas que te rodean y sus dificultades. En base a esto, puedes ponerte en los zapatos del otro y detectar el problema fundamental de la situación. Y al andar con los zapatos del otro, puedes cambiar de perspectiva. Es mucho más fácil encontrarle una solución a los problemas, desde los más simples a los más complejos. Si sales de tu orgullo, temor, soberbia, jerarquía y entras al rol del enfoque de con quién estás trabajando, sea quien sea, encuentras no solo solución a los problemas, sino también un mejor ambiente de trabajo. Y acaso incluso honesto respeto y aprecio por parte de tu comunidad laboral, tanto en empleados, como en colegas o superiores.

Para terminar, me sirvo otro café con sanguchito, un jugo y a dialogar. Conocernos mejor, como humanos. Olvidarnos un poco de la jerarquía que ocupamos y concentrarnos en escuchar al otro como si fuera un igual. Con franco interés, porque lo que nos conecta allí a todos, es buscar la excelencia. El respeto. La efectividad. Cumplir tus propios sueños. Vivir en un mejor ambiente laboral, llámalo como quieras.

Me pareció que el tema de mandar bien puede ser tan útil para un director de teatro o un maestro de clases, como para un jefe de área, una mamá o un gerente. Mandar es una gestión humana, sencilla, basada en principios básicos que con el tiempo hemos olvidado aplicar: verdadera escucha, respeto por el otro, buscar la horizontalidad. Y no por un principio empático solamente, sino práctico. Más cerca estás a las personas y sus problemas, más cerca está a ti la solución.

¿Recuerdan que al inicio me sentía incómoda, por no decir aterrada, ante las gentes de traje y corbata? Después de tomar este taller, ese miedo, se fue.

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