Vísperas de Navidad. Mientras el firmamento de las noches de diciembre se ve tachonado de incontables luces de colores, aquí abajo, en contraste con esos fuegos artificiales, abundan los fuegos verbales en una campaña electoral pobre de contenidos, insípida y hasta portadora de insultos.
Es el choque de dos fuegos opuestos, uno de tradicional alegría y el otro de verborrea feroz, como lamentables presagios de la Navidad 2018 y el Año Nuevo 2019. Una Navidad entre dos fuegos…
Lo de las luces artificiales arriba, es alegría rediviva. Lo de las luces de fuego aquí abajo, es de quemantes malos recuerdos. Sin pormenorizar en ellos, basta decir que las ansias desmedidas de poder, no solo de uno, sino de todos los candidatos sin excepción, lastiman la salud mental de la población honrada, por la variedad de epítetos insultantes, acusaciones sin fundamento, calumnias…y lo peor, el apoyo, incondicional y obediente, de varios Medios de Comunicación, especialmente los impresos, con evidente ruptura de los principios de imparcialidad, veracidad y objetividad, sustentados en el ideario de sus fundadores.
Ajenos a compromisos partidarios, e independientemente de si los partidos y sus candidatos son buenos o malos, lo que preocupa es las actitud anti democrática, de algunos o de muchos, al intentar vedar con argucias -a como dé lugar- las aspiraciones presidenciales de cualquier ciudadano. Todos los candidatos tienen similares pro y contra; pero sí, todos tienen en común el ser ciudadanos salvadoreños.
Que sea el soberano pueblo el que elija, si se equivoca el mismo pueblo sabrá rectificar; igual, el candidato que aspire a la primera magistratura, debe saber que si no lo hace bien -si no cumple- también el soberano pueblo, oportunamente, le pasará la factura. Pero, no más evidenciar coraje, ira y hasta inocultable temor, ante el posible triunfador. Esa será la voluntad del soberano…
La sociedad honesta desearía un ¡basta ya! a la falta de valores y principios, en la promoción y propaganda que hasta hoy dejan mucho que desear. Y es más lamentable aun, que sean personajes reconocidos, entidades -oficiales y privadas- y gente humilde, caídos en el bajo lenguaje y en acusaciones sin ninguna sustentación, para endilgar culpabilidades inexistentes a los candidatos del partido que fuere.
Para bien de la sociedad, conviene promover la coexistencia pacífica -frase que se atribuye a Juan XXIII, el Papa Bueno- y que, en términos generales, se define como la “existencia simultánea de varias cosas”; es decir, en este caso, una frase/motivación a la armonía social.
La coyuntura socio-política actual -de ánimos exacerbados antes que fraternos- demanda esa coexistencia pacífica entre los seres humanos; una real armonía social, con total respeto a las creencias y al criterio de cada quien, especialmente en los aspectos político y religioso. Sólo coexistiendo pacífica y armoniosamente, pueden los pueblos encaminarse por senderos de progreso y bienestar. Libertad de pensamiento y de expresión y, sobre todo, de credo político y religioso, como la clave para el respeto mutuo en función del bien común.
También, más allá de la convivencia armónica entre las personas, está el respeto al derecho a asociarse, como símbolo exacto del interés genuino de vivir todos pacíficamente. Y eso, en parte, son los partidos políticos, actualmente en férrea contienda tras la Presidencia y Vicepresidencia de la República, para 2019-2024.
La población salvadoreña, que siempre ha sido ejemplo de lucha tenaz y voluntad férrea hacia la superación y el engrandecimiento, está pendiente, hoy más que nunca, del momento propicio para ejercitar el respeto de todos hacia todos y entre todos, especialmente en el accionar de todos los políticos -candidatos, dirigentes y correligionarios- alejados de las instancias de duro lenguaje, menosprecio mutuo y toda expresión de violencia, en el marco de una verdadera coexistencia pacífica, hacia el logro de un real proceso democrático.