sábado, 13 abril 2024

Morena Celarié 100 años: nuestro tema es la danza

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Morena Celarié fue la más importante bailarina de El Salvador. Murió en 1972 y su legado sigue haciendo historia.

Por Tania Primavera

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Hay un misterio en Morena Celarié, la bailarina más importante de El Salvador. Ella, diva de la danza, alumbró un camino. Pero su muerte, quedó en el limbo y el silencio. En el centenario de su natalicio y cincuenta años de su muerte, sigue danzando en la memoria. Ve a la puerta.   

Es el 20 de abril de 1972, ella recibe una llamada para ir a dar una clase, ese día ya no volvió, desaparece. Era el día de su cincuenta cumpleaños. Me dijo el Maestro Vicente Aguiluz, su amigo y colega, el primerísimo bailarín que junto a ella recorrieron escuelas, países, plazas, alegrías y tristezas.  Ese día, ella recibió una llamada para ir a dar clase a un lugar en Los Planes de Renderos, y a partir de eso, no se sabe nada más. Ella vivía cerca del Barrio San Jacinto. Ella murió. ¿O la mataron? Con cincuenta años, en el día de su cumpleaños. ¿Quién mató a Morena Celarié?

Vicente Aguiluz “El Indio de Cuscatlán”, fue un discípulo de la bailarina Morena Celarié, acompañándola bailando junto a ella, impulsó la danza folklórica en El Salvador. Desde 1960 hasta 1972, bailó representando al país con la que se convirtió en su amiga y maestra. Las palabras y gestos en sus ojos brillan platicando sobre sus recuerdos de esos años intensos.

Ya casi no he visto al Maestro. En estos años de pandemia, fui a verlo gracias al maestro Germán Paz que me llevó un par de veces. Además, siempre estoy cerca, porque no tiene a nadie, solo a su hermana. Le ayudé otra vez hace poco, porque una persona cercana a él, Coralia, le avisó que es urgente y no tenía manera de ir al médico. Tuve que publicar en Twitter, y hacer algunas bullas para lograr que Vicente tenga sus medicinas. He logrado así mi objetivo, al menos hasta ahora de ayudar y servir al artista.  No es que fuera mi maestro, le digo así porque realmente es un “Maestro” pero de la danza. La danza sentida. La danza que surge del animal salvaje. La danza que fue y es. Él vive en el ensueño de hablar de su recordada Morena Celarié, eso le alegra, y yo le escucho. La bailarina Morena Celarié para el Maestro, es un ícono, pues como siempre hablamos de danza. Siempre, nuestro tema es la danza.

Morena Celarié nació en el Barrio San Jacinto de la ciudad de San Salvador el 20 de abril de 1922. Y según noticias fue encontrada muerta dos días después de su cumpleaños el 22 de abril. Desde su infancia venía destinada a la danza. Sus dotes artísticos la hicieron destacar en los teatros y lugares donde se presentaba. Se gradúa en la Escuela Nacional de Maestros España. Obtuvo una beca en México para estudiar coreografía en Bellas Artes. Después de muchos triunfos y hasta dirigir grupos, regresó a El Salvador, acompañó y observó de cerca las expresiones culturales del pueblo indígena, la flora y fauna cuscatleca, inspirándose para proyectarlas en sus movimientos y formas.

En 1961 forma su grupo de danza “Ballet Folclórico Morena Celarié”, mujeres y hombres con quienes realiza múltiples presentaciones dentro y fuera de El Salvador. Es en esa época, que comienza a ser su primer bailarín Vicente Aguiluz. Ese año, es filmada con su danza en “El Rostro”, película del cineasta salvadoreño Alejandro Cotto, la cual participó en la Berlinale. Morena fue nombrada agregada cultural del ISTU, pero no recibía remuneración económica. Su aporte era la danza. A través de invitaciones sin patrocinio alguno, ella y su grupo bailaron, sintieron, vivieron, representaron al país. Toda esa década floreció para ella. A pesar de la represión del Estado que ya existía. Con su carrera viajaron por todo el país y por Centroamérica, Nueva York, Miami, Alemania, España.

Eran los tiempos de la sospecha, de que te metían en un carro “los judiciales” que podían ser cualquier cosa, y hacer cualquier cosa. Vicente Aguiluz, en algún momento, me dijo: “una vez me secuestraron”. Ellos capturaron al Maestro y lo llevaron por la ciudad a dar vueltas en un carro, a preguntarle cosas de política que no tenía idea, a ver en qué andaban metidos, ellos, ¿Por qué bailaban con esos atuendos? Así vestían los campesinos y parecían los herederos del 32. Algo prohibido de mencionar, aun en los sesentas. Bailar así, era regresar a Lo Nuestro, como decía Morena. A las raíces reveladas por los movimientos de la naturaleza, del cuerpo ancestral que era el que le daba luces para inventar pasos. El Maestro fue soltado por estos hombres, que no lo asesinaron. Hubiera sido otro muerto más y sin justicia, como aparecían en esos tiempos.

Morena no tuvo hijos. Dedicó su vida a la danza. Siempre se vistió de blanco. Era algo místico-religioso, por gratitud a la vida y a la virgen de Guadalupe. Finaliza la década de los sesenta con penurias siempre, pero bailando, ella y su grupo ahorrando, ensayando, inventando, floreciendo.

Una vez, para un aniversario del escritor salvadoreño Salvador Salazar Arrué, Salarrué, el Maestro estaba conmigo en su tumba en Los Ilustres, y me dijo que fuéramos a buscar la tumba de Morena. Su cuerpo reposa también en el Cementerio de Los Ilustres en San Salvador. Caminamos. Él seguía adelante, yo detrás. Llegamos. Está cerca de donde está Alberto Masferrer, y en su placa solo dice “MORENA CELARIÉ”. 20 de abril de 1972”.  En las biografías que andan por ahí dice que murió el 22 de abril. Misterio. Misterio. Fue el 20.

La Escuela Nacional de Danza “Morena Celarié”, lleva su nombre desde 1987. Un nombre que debe ser más visto, más estudiado, más visibilizado.

El Maestro Aguiluz, continuó durante décadas ganándose el pan. Viviendo.  Promoviendo y recordando a Morena. Movilizándose en buses chatarra, aguantando empujones, robos, caídas.  Bailó en escuelas, dio clases gratis, y aún lo buscan… para dar clases gratis.

A sus ochenta y cinco años. Quiere conversar. Al fin me contestó su teléfono, en este centenario de su amada amiga Morena Celarié, “Hola, soy yo Tania Primavera ¡Hoy es el centenario Maestro! Sí, de Morena, no la olvidaremos, -le dije. Si querida Tania Primavera, gracias por no olvidarla”, y se le apagó el celular al maestro, pero logramos alegrarnos recordando a la bailarina. Le llamaré más tarde. Me lo imagino siempre, con su mirada brillante, con su voz distinguida y su espalda erguida, recordando en sus memorias los más gloriosos instantes bailando descalzo junto a Morena Celarié.

Pero siempre con la duda, siempre en la memoria, siempre ese día. Esperando saber cómo yo ¿Qué le pasó a Morena? ¿Por qué? ¿Quién mató a Morena Celarié?

Ve a la puerta.

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Tania Primavera
Tania Primavera
Promotora cultural, museóloga, escritora y periodista salvadoreña. Colaboradora en temas de Artes y Columnista de ContraPunto
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