San Francisco ““ Mientras miles de aficionados corean a Los Gigantes de San Francisco a la espera de una victoria ante Los Rangers de Texas, en los altavoces del magnífico estadio -sede del histórico equipo de béisbol de la turística ciudad-, suena el rock en cada espacio posible y en el que un animador motiva al triunfo del equipo local.
El éxito parecía fácil cuando en la primera entrada los locales ganaban 4-0, pero no fue posible y fueron derrotados en un dramático final para sus fans, que pese a la frustración salieron felices hacia sus casas casi a las 11 de la noche.
Durante el partido nada mejor para animar que trozos de conocidas melodías de Metallica, AC/DC o Aerosmith entre otros, y que la mayoría de fans, como ese 24 de agosto pasado, unos 20,000 asistentes al AT&T Park conocían y muchos coreaban motivados por el deseo de triunfo deportivo.
Para comenzar la tarde de ese viernes agostino y veraniego, antes del partido nada mejor que un par de cervezas en el bar Pedro”™s que tiene muchas pantallas transmitiendo deportes, ubicado en frente del estadio y al que nos encaminamos con mis yernos Dennis y Manfredo junto a los amigos de ambos, Jason de origen Filipino y el estadounidense Rodney (quien pagó mi boleto).
Por cierto las entradas tienen un costo significativo que para quienes viajamos dese países como El Salvador suena alto, pues el presenciar el partido desde la fila 12 al lado izquierdo de la cancha, costó 50 dólares.
Dennis insistió en comenzar saboreando un hot dog con cebollas y todos disfrutamos, le felicitamos por la sugerencia y además pagar la cuenta de los ricos “perros calientes” al estilo gringo. Cada uno valía 10 dólares y ya ni pienso en el costo de la cerveza, pues un vaso mediano vale 13 dólares.
Luego recorrimos una especie de avenida que bordea el estadio internamente y por todas las tribunas y zonas butacas del estadio construido en la zona de South Beach de la Hermosa bahía y que fuera abierto en marzo de 2000. Tiene una capacidad para 41.503 espectadores y costó 357 millones de dólares.
A medio camino comenzaron los actos protocolarios y una banda de música country entonó el himno nacional de Estados Unidos y la mayoría lo escucha o acompaña a los músicos solemnemente.
En los cientos de metros del recorrido se observa una vista hacia el mar y barcazas y lujosas lanchas se acercan al estadio a la espera de que uno de los bateadores conecte un home run y la saque hacia el agua para llevarse un recuerdo del partido, aunque ellos no lo vean.
Las que si abunda a cada metro son tiendas de comida, ropa, chocolate, cerveza, recuerdos de Los Gigantes desde gorras, camisas, suéteres y todo lo que sea para el negocio del popular deporte estadounidense que es adornado por minuciosas estadísticas en cada entrada, y claro al final del juego.
Me di cuenta que la empresa propietaria del estadio es China Basin Ballpark Corp, una subsidiaria de los Gigantes y no pude dejar de pensar en el escándalo (o mini escándalo desatado en El Salvador por la reciente apertura de relaciones con China y por despreciar a Taiwán). Las críticas vinieron desde la oposición de partidos consevadores o desde la misma embajada de Estados Unidos, cuando ellos mismos tienen 40 años de relación política y comercial.
El escenario deportivo, también para fabulosos espectáculos como la presentación del cantante inglés Ed Sheeran tres días antes del partido, anteriormente fue conocido como Pacific Bell Park (cuyo nombre algunos siguen usando) y SBC Park, pero en 2006 fue renombrado AT&T Park por la fusión de SBC Communications con AT&T.
En ese estadio Barry Bonds hizo historia en 2001 al conectar su cuadrangular 73, imponiendo el récord de más cuadrangulares en una temporada, y el siete de agosto de 2007 con el 756 de por vida, para superar a Hank Aaron como líder de todos los tiempos en las Grandes Liga.
Pero llegamos al estadio para el partido de béisbol y les cuento que en la novena entrada Rougned Odor impulsó dos carreras con un jonrón y Robinson Chirinos logró base por bolas y empató el juego 6/6. Con las bases llenas anotaron la carrera en el décimo y los Rangers derrotaron 7-6 a los Gigantes.
En la novena entrada los Rangers, que perdían 6-4 casi estaban en su último strike cuando Shin-Soo Choo logró base por error del segunda base Joe Panik. Odor botó la pelota lanzada por el taponero Will Smith pasando por encima de la cerca en el jardín central.
Texas tuvo su carrera decisiva frente al relevo de los Rangers Sam Dyson y Chirinos logró base por bolas y con eso anotó Jurickson Profar. El pitcher abridor de los Gigantes Derrick Rodríguez ponchó a cuatro y cedió dos carreras, tres hits y tres bases por bolas.
En la séptima entrada del juego me llamó la atención cuando la mayoría de asistentes se pararon y entonaron una canción, que luego investigué era “Take Me Out to the Ball” y lo cual es una tradición en lo que llaman “deporte rey”.
Es una canción de 1908 escrita por Jack Norworth y que interpretara Albert von Tilzer; y es la más popular en el mundo del béisbol en los Estados Unidos, en 1934 llegó a la llamada “serie mundial” aunque solo se juegue entre equipos de las dos ligas locales. Incluso una grabación original fue admitida en 2011 en la Biblioteca del Congreso.
Al final salimos satisfechos de la velada deportiva de haber aprendido, o al menos conocido, como se vive un partido de béisbol de Los Gigantes -que se fundara en 1883 en Nueva York y que desde hace 60 años está en San Francisco-, una historia llena de éxitos y, claro, fracasos como la derrota de ese viernes de agosto aliviada por la cerveza y el rock.