lunes, 13 mayo 2024

El Profe y la organización de los reos

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El Profe llegó a la conclusión que la etapa de su acusación legal como terrorista internacional habí­a llegado a su fin, hacia varias semanas que no habí­a sido interrogado, mientras que al resto de los reos polí­ticos los sacaban de la prisión para interrogatorio cada 12 dí­as aproximadamente. Le preocupaba que no se le habí­a asignado el defensor de oficio (oficial de la fuerza armada con estudios de derecho), ya que necesitarí­a varias semanas para conocer el expediente preparado por la parte acusatoria. Luego se realizarí­a el juicio militar, el cual durarí­a aproximadamente tres horas y media, tomando en cuenta la gran extensión de su expediente revolucionario de aproximadamente 22 años, la cantidad de paí­ses socialistas que habí­a visitado (cinco) y la relación con altos mandos militares revolucionarios de América Latina. La sentencia serí­a de unos diez años; ya que habí­a que descartar la sentencia de muerte, porque ya habí­an tenido la oportunidad de ejecutarlo y no lo habí­an hecho; es decir que su estadí­a en cárceles chilenas serí­a de unos diez a doce años más.

No esperaba recibir apoyo diplomático de parte del gobierno salvadoreño, ya que prácticamente se encontraba exilado en Chile, luego de haber salido en forma clandestina de El Salvador, un dí­a después de que el gobierno del Coronel Molina habí­a ordenado la intervención militar de la Universidad de El Salvador; con el agravante de que el Profe pertenecí­a desde hacia unos once años al Partido Comunista Salvadoreño,  habí­a sido asesor económico de Schafik Handal (que habí­a impulsado la lucha armada a principios de la década de los sesenta);  antes que cerraran la Universidad de El Salvador el Profe era el candidato único para Rector, propuesto por los estudiantes, profesores y profesionales.

Tampoco esperaba contar con el apoyo de la Universidad Pontificia del Norte de Chile donde se desempeñaba como Gerente y profesor del Departamento de Administración de Empresas, ya que posiblemente el Rector habí­a sido fusilado por ser del Partido Socialista Chileno, con una posición radical de izquierda y haber firmado un convenio de colaboración mutua con la Universidad de la Habana.

El Profe estaba convencido que su experiencia revolucionaria era superior a cualquier otro de los reos polí­ticos que se encontraba en esa cárcel, que era su obligación utilizar esa experiencia para ayudar a elevar la autoestima y la organización de todos esos detenidos. Ya se habí­a avanzado bastante:  los reos polí­ticos habí­an designado sus representantes por cada una de las cuatro celdas; el profesor de Educación Fí­sica habí­a logrado convertirse en el encargado de los ejercicios fí­sicos de los reos; tres profesores de secundaria y un psicólogo eran los encargados de ayudar a los reos que perdí­an el equilibrio emocional; el “Rey de la Coca” habí­a conseguido introducir a la cárcel, varios juegos de Ajedrez y damas chinas, así­ como tres biblias, de tal manera que  cuando nos sacaban a tomar el sol al patio, decenas de reos nos poní­amos  a jugar o leer en grupos, bajo la supervisión técnica de ese empresario exitoso y con una personalidad muy agradable.

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Santiago Ruiz
Santiago Ruiz
Columnista Contrapunto.
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