martes, 14 mayo 2024
spot_img
spot_img

El derecho a la esperanza

¡Sigue nuestras redes sociales!

"Fui testigo del entusiasmo, responsabilidad y esperanza con que los salvadoreños se acercaron a las urnas abiertas en el extranjero": Ricardo Sol Arriaza.

spot_img

Por Ricardo Sol Arriaza.

El proceso electoral salvadoreño 2024: ficción y realidades

I

Luces y oscuranas 

Lo que ha pasado en El Salvador, en la actual campaña electoral, ha recreado en mi imaginación aquella fábula en la que seres, que habitaban en el inframundo, en profundas y oscuras cavernas, de pronto, por un terremoto que sacudió las entrañas de la tierra salen a la superficie. Éstos, cegados por la resplandeciente luz del sol, a la que no estaban acostumbrados, se desconciertan y no alcanzan a comprender qué pasa en aquel nuevo mundo en el que el aire fresco, el colorido de la naturaleza y la alegría de los pueblos que lo habitan es desbordante.

Los seres de las cavernas deciden incursionar en aquel mundo nuevo para ellos; como precaución y con la intención de proteger a sus líderes más viejos, éstos se esconden entre paredones –donde la luz del día apenas penetra– y envían a los más jóvenes, que deben presentarse como los líderes de aquellos seres de la oscuridad.

Por su edad, los bisoños dirigentes improvisados, por haber vivido menos en las tinieblas, tienen alguna capacidad para vislumbrar algo de lo que pasa en el exterior, pero es tan diferente a su mundo y las costumbres son tan diferentes a lo que sus mayores les habían enseñado, que no comprenden ese extraño universo de alegría y efervescencia que involucra a prácticamente todas las personas de aquel pueblo al que han llegado.

Se enfrentan con energía a aquella población esperanzada y alegre e insisten, ante las personas de la luz, que esa en la que ellos viven, es una realidad ficticia, que no se puede vivir así, que lo normal son las tinieblas, la oscuridad. Una y otra vez gritan sobre su visión de la realidad (si se puede llamar visión), a la que han estado acostumbrados y sobre la que les enseñaron sus viejos líderes. Pero no tienen éxito en su cometido, por tanto, deciden volver con sus viejos cabecillas. Sorprendidos porque ya no los encuentran en el refugio donde los dejaron, penetran a sus antiguas cavernas, por entre las grietas que el terremoto dejó en las laderas de los volcanes que tanto abundan en la tierra de las luces.

Años después, en el pueblo de las luces, solo hay un vago recuerdo de aquellos seres que ofrecían las tinieblas como alternativa a la luz del sol, al resplandor de mares, montañas, lagos y volcanes.

II

La nube electrónica y la noosfera salvadoreña 

La maravillosa herramienta tecnológica, que es ya parte de la cotidianidad de la sociedad humana: Internet, las distintas redes y aplicaciones que circulan en la nube electrónica amplían sensaciones, vivencias, conocimientos y hasta nuestra inteligencia, por supuesto, en la medida que lo permita el propio conocimiento y aptitudes para disfrutarla y ponerla al servicio de nuestra propia capacidad de demanda. El día 4 de febrero 2024 los salvadoreños, experimentaron una conexión universal, que solo el derecho a la esperanza y el recurso a las tecnologías de la comunicación lo han permitido.

Aquel día, en distintos lugares, tanto urbes muy conocidas como en ciudades remotas del planeta tierra, con relación al pequeño país salvadoreño, los nativos de Cuscatlán respondieron a la convocatoria que les hizo el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Desde muy temprano, para la hora centroamericana, los salvadoreños empezaron a congregarse en los más de 70 Centros de votación habilitados: en Asia y Oceanía, Melbourne y Camberra en Australia o Japón;  también en Europa: Berlín, Bruselas, Sevilla, Barcelona, Madrid, Londres, París, Roma, Milán, Ginebra; en USA fueron 32 Centros: Los Ángeles, San Francisco, Fresno, Arkansas, Colorado, Carolina del Norte, Chicago, Georgia, Maryland, Dalas, Houston, Las Vegas, Florida, Boston, Nueva York, New Jersey, Utah y otras tantas ciudades de EU; en Canadá: Alberta, British Columbia, Vancouver, Montreal, Ontario; en México otros centros de votación ubicados en cinco ciudades de ese país; también se abrieron urnas en todos los países de Centroamérica y República Dominicana y en Sur América: Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Uruguay, Colombia, Ecuador y Perú. 

Fui testigo del entusiasmo, responsabilidad y esperanza con que los salvadoreños se acercaron a las urnas abiertas en el extranjero, en uno de los países en el que la migración de salvadoreños es relativamente poca. Aun así, una masa de salvadoreños y salvadoreñas, que muy pocas veces tienen oportunidad de reunirse y conocerse en este país de residencia, empezó a aglomerarse alrededor del edificio que ostentaba la bandera y los símbolos patrios. Como corresponde a las sedes diplomáticas custodiado por la guardia civil costarricense que hacía un esfuerzo enorme para facilitar el acceso, a sus hermanos centroamericanos que, como se dice en este país, celebraban su “fiesta cívica” ejerciendo el sagrado derecho del sufragio. Desde tempranas horas se formaron las filas para personas de tercera edad, otras dos para el resto de hombres y mujeres que querían ejercer el voto, incluso había una fila para los que querían utilizar los servicios sanitarios, todas las demandas se trataban de atender de la mejor manera. Hubo momentos en los que la multitud casi desborda los esfuerzos de los guardas costarricenses y el personal del Tribunal Electoral.

En ese ambiente, a ratos ordenado y a ratos no tanto, empezó la gente a socializar, alguno en la fila preguntaba a otro, generalmente al más cercano, –de dónde es usted, – en dónde trabaja, –desde cuándo está en Costa Rica; las preguntas comunes e inocentes fueron creando un ambiente de socialización que habría los corazones de personas de distintas procedencias, trabajos, oficios, sexo o incluso de distintas generaciones. Esto no es común en los salvadoreños acostumbrados a la discreción política ya que, en la mayor parte de la vida republicana de este pequeño país, ha predominado la represión, particularmente de los viejos regímenes militares; pero aún en la posguerra civil, la hegemonía de dos partidos, hijos de esa guerra, ARENA y FMLN, adueñados del Estado, obligaba a quienes no simpatizaban con éstos a cuidar sus posiciones y a otros a la indolencia política.

Pero algo diferente sucedía aquel 4 de febrero –no había miedo– los allí reunidos no dejaban de trasmitir, de distintas maneras, sus simpatías o preferencias. El predominio de los colores patrios, la bandera, el escudo nacional y paisajes de los pueblos de proveniencia se mezclaban con las camisas con las fotos y manifestaciones decididas del apoyo al Presidente Bukele.

En aquel ambiente, resultaba sumamente curioso recordar que los voceros de la oposición al actual gobierno del Presidente Bukele (políticos, periodistas, ONG’s y hasta algunas universidades) levantaran en su propaganda el que los salvadoreños no expresaban su opinión por miedo al régimen (de excepción). Pero estando en un país extranjero, democrático, sin ejército y sin las posibilidades de que les alcance el supuesto brazo represivo del señalado régimen salvadoreño, manifestaran su posición tan abiertamente. Pero esto que narro no sucedió solo en Costa Rica, se repitió en la totalidad de más de 70 centros de votación dispersos por el mundo que ya antes identificamos. En algunos, fue tal el entusiasmo que muchos se quedaron sin votar, porque rebasaron la capacidad instalada.

Pero, hay otro detalle más, sumamente importante, los ciudadanos salvadoreños que acudieron a las urnas en el exterior, estaban interconectados por la infaltable Internet, a través de los teléfonos. Curiosamente, unos a otros se mostraban las pantallas de teléfono para revelar lo que estaba pasando en su pueblo natal o el cómo algún amigo o pariente le enviaba un video de lo que estaba sucediendo en Japón, Australia o, por supuesto, en alguna de las 30 y tantas ciudades de USA o en Sur América, Europa, etc.

No pude menos que acordarme de mis viejas lecturas del gran filósofo, antropólogo y teólogo Pierre Teilhard de Chardin S.J. que creó y propuso –a mediados del Siglo pasado– la teoría de la “noosfera”, según la cual la inteligencia humana, o de la especie humana, tendía a conectarse conformando un halo o una capa de conocimiento alrededor de la tierra que él denominó noosfera a semejanza de la atmosfera. Hoy día, en el actual Sigo XXI, en la época de Internet, la noosfera, es una realidad tangible.

El 4 de febrero de este año 2024, la inteligencia de los salvadoreños creo su propia noosfera, por medio de los teléfonos celulares y computadoras crearon un intercambio que se tradujo en una sola voluntad: 97.9 % de los votantes en el exterior, dispersos por el mundo votaron con la misma intención y esperanza.

¡Hola! Nos gustaría seguirle informando

Regístrese para recibir lo último en noticias, a través de su correo electrónico.

Puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento.

Ricardo Sol
Ricardo Sol
Académico, Comunicólogo y Sociólogo salvadoreño residente en Costa Rica. Fue secretario general del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA). Columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

spot_img

También te puede interesar

spot_img

Últimas noticias