Por Ricardo Sol Arriaza.
La Asamblea General Universitaria (AGU) de la Universidad de El Salvador (UES) emitió un pronunciamiento para reclamar el presupuesto impago, al gobierno de la República. Entre sus argumentos señala que, el fondo ofrecido por el ejecutivo, para facilitar 5,000 pasaportes gratuitos, que permitirían la llegada al país de científicos, ingenieros, doctores, artistas y filósofos extranjeros altamente cualificados, sería suficiente para pagar 43 veces la deuda actual del Gobierno con la UES.
Como corolario de ese argumento, y allí radica la tendenciosidad y lo revelador, el pronunciamiento de la AGU/UES llama a valorar el talento salvadoreño y acompañan ese llamado de loables ejemplos –así hay que reconocerlo– de centros académicos que se esfuerzan en hacer investigación científica; por supuesto, sin hacer referencia a la indiferencia y la desatención a este tipo de labor que priva, tanto por parte de las autoridades centrales de la UES, como del país. Lo digo así, con todo el significado que tiene, desatención o indiferencia para con la investigación científica –reitero– de parte de las autoridades centrales de la UES y del país: gobierno, actores sociales, políticos y, por supuesto, las universidades privadas y los mismos académicos.
Según datos de la Red de Indicadores de Ciencia y Tecnología Iberoamericana e Interamericana (RICYT), http://www.ricyt.org/ el análisis de 12 años (2008-2019) del quehacer científico salvadoreño muestra que, si bien se reportan proyectos de investigación en el sector de educación superior y más académicos se inscriben como investigadores, éstos no publican, por tanto, el mundo científico salvadoreño no aporta conocimiento. Desde el 2007 al 2015, señalan los datos de esa Red, ha existido un decrecimiento en la inversión para la realización de investigaciones; las Instituciones de Educación Superior no apuestan a grandes proyectos científicos, sino más bien a pequeños con estudios de bajo presupuesto.
Volviendo al pronunciamiento de la AGU/UES, lo que no se dice es que esos ejemplos que se enarbolan para presentar a la comunidad nacional, reciben un muy escaso apoyo académico y presupuestario de las autoridades universitarias y, es más, muchos de ellos se han desarrollado en contra de las políticas oficiales de la UES. Además, es muy importante resaltar, esos proyectos han logrado el avance y logros que meritoriamente ostentan, precisamente porque han conseguido cooperación internacional y alianzas académica con otros investigadores y centros de académicos extranjeros.
Y este es el punto, ningún académico o científico –que se preste de tal– puede negar la cooperación y el intercambio de conocimientos con otros pares académicos o centros de investigación extranjeros. La endogamia no es buena estrategia para el desarrollo de la ciencia.
Por tanto, ante por una lado, la oferta del presidente de El Salvador de facilitar la llegada al país de personal altamente calificado y, por otro, el problema del impago presupuestario, la respuesta al unísono de la UES (en este caso de toda la comunidad universitaria) debería de ser: ¡excelente! nuestra comunidad académica y científica está dispuesta a recibir, compartir y trabajar brazo a brazo con esos “científicos, ingenieros, doctores, artistas y filósofos extranjeros altamente cualificados”, les brindaremos todas las facilidades para su mejor desempeño profesional y su aporte efectivo al país. En consecuencia, presentamos un Plan integral de desarrollo académico para su mejor desempeño. Plan en el que se identifican áreas estratégicas de desarrollo, contempla los rubros de laboratorio, equipos de investigación e infraestructura, un programa de movilidad académica y formación para alumnos destacados, por un monto de los millones de dólares que correspondan.
Triste es esa respuesta que sostiene que facilitar la llegada al país de personal altamente calificado es “desvalorar el recurso humano del país”. La mayor parte de países que buscan el desarrollo científico y tecnológico andan a la casa de cerebros que apoyen ese objetivo. Muchos de nuestros compatriotas –y de eso hay innumerables ejemplos– a causa de la guerra civil debieron emigrar y se establecieron en otros países ofreciendo su conocimiento profesional, científico y tecnológico, adquirido en la UES de los años 60. (En los años 70 la UES fue intervenida y violentada grotescamente y luego –porque no reconocerlo críticamente– fue utilizada políticamente, pero este es tema de otro análisis).
La “internacionalización y movilidad académica” son estrategias de alto valor para el desarrollo académico, científico y tecnológico. Recomiendo estudiar y valorar esa estrategia para recuperar la Educación Superior en El Salvador y particularmente la imprescindible universidad pública, irremplazable para el desarrollo nacional y particularmente para el desarrollo científico y tecnológico. En este caso y desde esa perspectiva debe rescatarse la UES.
No puedo evitar parafrasear una reflexión de Mark Twain, refiriéndose –con un preciado sarcasmo– a los viajes y a conocer otros entornos: «el intercambio académico internacional es fatal para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de miras».
O aquella, que circula mucho en Internet, de Andre Gide, que también podríamos parafrasear así: “Sólo en la aventura del encuentro con otros científicos y académicos se consigue conocerse a sí mismo (como académicos), y encontrar nuestras propias debilidades”. –