La pandemia del COVID-19 ha hecho estragos en muchos países, incluso, países del primer mundo han caído ante una enfermedad desconocida.
El Salvador no ha sido la excepción, pero en nuestro país hay un agravante mayor que potencia la propagación de este virus. La cultura salvadoreña ha sido siempre aplicar la “ley del más vivo”. Esto lo podemos ver en el día a día, cuando en el tráfico se crea un tercer carril porque hay un salvadoreño “vivo” que quiere adelantar en la fila, cuando en el transporte público vemos personas subirse por la puerta trasera para no pagar el pasaje, cuando falsificamos entradas para conciertos o eventos deportivos. Todo eso ocurre a diario en El Salvador y no son 1 o 2 casos, somos la mayoría los que al ver que se nos impone una regla, lo primero que se busca es romperla porque “yo soy el más vivo”.
Durante esta emergencia, la población ha buscado culpables en la clase política del país (ya sea Gobierno o Asamblea Legislativa), pero lo que no se han dado cuenta, o no quieren aceptar, es que la solución está en nosotros mismos. Ningún político va a salir de su casa a cuidar de la gente, ningún político va a andar cuidando, y que use de manera adecuada, su mascarilla. Ningún político va a cuidar que la población se lave las mano constantemente y ningún político va a estar vigilando afuera de su casa para que usted no salga, a menos que sea extremadamente necesario.
Como ya lo dije, al salvadoreño le gusta “picársela de vivo”. Somos una sociedad cavernícola que no entiende de reglas, que no entiende de acatar medidas, que de lo único que entiende es de romper reglas y leyes para luego echarle la culpa a los políticos.
Voy a ponerles una par de ejemplos. En mi colonia los vecinos realizaron la protesta de pitos y cacerolas y el primer día que el país amaneció sin cuarentena, salieron sin mascarilla y sin distanciamiento social a probar una motocicleta, pregunto ¿era eso una necesidad? Yo no lo creo. Luego tenemos el ejemplo de un amigo que quería escanear el carné de un periodista para poder salir sin ninguna restricción durante la cuarentena. Estos son sólo dos ejemplos, imagino en todo El Salvador han miles de ejemplos similares.
Nuestra sociedad es cavernícola, prevalece siempre el interés propio por sobre el interés común. El virus nos está matando y no es culpa directa de ningún político (sean celestes, tricolores, rojos, naranjas, rosados o morados), la culpa es de nosotros.
Nuestra sociedad nunca va a acatar reglas o medidas de manera voluntaria, los salvadoreños somos así, necesitamos que nos obliguen para hacer caso. Me decía un amigo “al salvadoreño hay que hablarle despacito al oído y con la mano enseñarle el garrote para que haga caso” así como los cavernícolas.