El 25 de noviembre es un día simbólico para hacer conciencia en las sociedades de lo inhumano e indignante que es la violencia contra las mujeres, las adolescentes y las niñas; pero también se ha considerado internacionalmente hacer una campaña con diversas actividades en los 16 días comprendidos entre el 25 de noviembre fecha en que Naciones Unidas en 1999 acuerda declarar dicha fecha como un llamado de atención internacional para erradicar la violencia contra las mujeres, adoptando lo que las feministas en su primer encuentro celebrado en Bogotá en 1981 ya habían acordado y declarado, recordando la fecha en que fueron asesinadas por órdenes del Dictador Leónidas Trujillo en República Dominicana la hermanas Mirabal (Minerva, María Teresa y Libertad), y el 10 de diciembre que es la fecha en que en Paris en 1948 un Comité presidido por Eleanor Roosevelt propusieron a los Estados la adopción de la de Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ambas conmemoraciones están íntimamente relacionadas porque su principal objetivo es proteger a la persona humana sin ningún tipo de distinción.
En esta fecha me quiero referir a una violación de derechos en particular, se trata de los embarazos en niñas y adolescentes quienes por su desarrollo psíquico, biológico y cultural son sometidas, vejadas, humilladas y torturadas por los hombres que las violan.
El artículo 5 de la Declaración Universal de Derechos Humanos establece que: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes” y la mayoría de hombres que violan y embarazan a menores cometiendo violación en menor incapaz cuando son menores de 15 años o estupro si es mayor de 15 y menor de 18 años las agreden con alevosía, crueldad y ventaja aprovechándose de las condiciones y situaciones de las adolescentes y las niñas menores.
He leído algunos artículos de hombres que critican cuando nacionales y extranjeras abogan por la despenalización del aborto, pero no escriben nada sobre la dignidad de las niñas vejadas sometidas al dolor físico y psicológico que con embarazos impuestos son torturadas durante el tiempo de este, cuando paren y posteriormente cuando, aun siendo niñas tienen que cargar con infantes que les truncan lo que podría ser un proyecto de vida diferente si no tuvieran que dejar de estudiar y trabajar, de lo que sea, para cuidar el resultado de una violación, lamentablemente esa es la realidad, pero eso no se dice, se habla poéticamente de los “no nacidos” pero no les preocupan las niñas, las adolescentes y las mujeres ya nacidas.
Según datos de 2017 recopilados en diversas instituciones públicas de El Salvador por el Fondo de Población de Naciones Unidas UNFPA, se registraron 19.190 embarazos en niñas y adolescentes entre 10 y 19 años, eso escandalosamente establecía que 53 niñas y adolescentes eran embarazadas en un día, o sea más o menos 2 cada hora.
Toda niña y adolecente que es embarazada, legalmente es violada porque hay prevalencia originada por la superioridad de cualquier tipo de relación patriarcal.
El problema de la violencia contra las mujeres en todas las fases de sus vidas, debe verse con la seriedad que amerita, porque no solo es un problema de las mujeres es un problema de toda la sociedad que implica costos humanos y económicos que retrasan el desarrollo integral de la sociedad salvadoreña.