En 1968, como Director de Información de la Asamblea Legislativa, me toco coordinar la invitación y el reconocimiento a Claudia Lars, Salarrué y Vicente Rosales y Rosales, poetas mayores de mediados del Siglo XX. El acto se realizaba en la presidencia, con presencia únicamente de losdiputaos directivos y los homenajeados.
De pronto, rompiendo todo protocolo, de golpe y sin saludo ni presentaciones, el poeta Pedro Geoffroy Rivas, quien fuera mi primer Director en el periódico “Tribuna Libre” en 1964, ante la sorpresa de todos y sin explicación alguna, irrumpió en el salón presidencial, precisamente a la hora del reconocimiento.
Ante la mirada atónita, y casi con estupor, de los presentes, Pedro abrazó uno a uno a los homenajeados, diciendo con evidente ironía:
– Solo he venido a abrazar a mis tres hermanos mayores… porque, al fin, el gobierno les otorga un reconocimiento, aunque sea una migaja… -casi gritó, con desenfado.
Sin decir más, el poeta Pedro observó a todos los asistentes, sonrió sarcásticamente y salió del salón, tras un portazo. Solo quedó en el ambiente el reclamo airado de un poeta valiente que, en dos palabras y con su abrazo solidario a los poetas mayores, dejó clara la denuncia y el reclamo por la tradicional manera oficial de reconocer la labor intelectual, con una cifra que era apenas simple cumplido. .
Aquella actitud de un intelectual como Pedro no era otra cosa que la expresión reclamante, que debiera persistir ahora, por el menosprecio al arte y la cultura, que han hecho los distintos gobiernos en las últimas décadas.
A los poetas mayores Claudia, Salarrué y Vicente volví a verlos, pero esporádicamente, dado su casi retiro por su ancianidad. Yo continuaría ejerciendo mi labor de periodista; el poeta Pedro, en su multifacético accionar intelectual, y ambos en nuestra relación de amistad. Con dedicatoria suya, conservo su libro “Los nietos del jaguar”, poesía de excelente finura estética e histórica. En el diario caminar le vi varias veces, siempre con su carácter fuerte a flor de piel y su eterno vozarrón, pero sincero y afable.
Aquello es memorable pasado. Y sirva traerlo a cuento hoy, para revivir, al oído de los nuevos responsables del área cultural del país: el reclamo/sugerencia de siempre, que se brinde más atención a la Cultura, para borrar el mal recuerdo de la indiferencia de todos los gobiernos anteriores, hacia el rubro cultural de la Nación.