La opinión sobre las cosas generalmente parte de una premisa, individual, íntima. Esta a su vez se comprueba o no con la experiencia, con el intercambio de sentires y pensares en la sociedad. El individuo obtiene o construye estas ideas de diferentes formas: la interacción con el entorno, sus seres queridos, con sus pares laborales, con los demás. El habitus como diría Bourdieu.
El ser humano también colecciona ideas desde estímulos varios provenientes de instituciones de la sociedad, a saber: el Estado, la escuela, la iglesia…y los medios informativos. Así pues, la persona desarrolla reflexividad o la capacidad de interiorizar la realidad y a partir de este proceso tomar micro decisiones que en el transcurso de sus días darán forma a un patrón de conducta.
El esquema para una estrategia de comunicación política comienza y termina con la capacidad -consciente e inconsciente- que tiene el individuo para admitir estímulos. Todo comienza y termina en las premisas sobre la realidad que le circunda. Y por eso la medición de la “opinión pública” resulta fundamental.
Me enfocaré en el rol de las encuestas como herramienta de comunicación política, que sirven para generar evidencia para plantear estrategias como para intentar influir o moldear la percepción ciudadana. Dependiendo de la perspectiva y los propósitos de la entidad que financia la consulta, los resultados de las encuestas de opinión son los más difundidos dentro del abanico de herramientas de investigación social. Generalmente la discusión mediática sobre encuestas de opinión pública no estriba en criterios técnicos utilizados por tal o cual casa encuestadora, en las características o variables de la muestra consultada, sino en los resultados difundidos.
La mayoría de encuestas de opinión pública resuelven de tajo las posibilidades de sesgo colocando en el resumen de sus fichas técnicas cifras estadísticas llamadas “error muestral” y “nivel de confianza”. No pretendo establecer la discusión sobre la calidad técnica de las encuestas en el país sino señalar la posibilidad de sesgo y la utilización de los resultados ampliamente difundidos para intentar influir en la percepción ciudadana, en la disputa de significados y en las consideraciones sobre la realidad o aspectos específicos de ella como incidir en la intención del voto (propaganda). Desde la formulación de una pregunta del encuestador para provocar la respuesta del encuestado, hasta cómo el público se informa sobre los resultados de una consulta, todo es parte del ciclo de la comunicación política.
El Ministerio de Hacienda reveló recientemente el listado de empresas e instituciones que financian a partidos políticos. Entre ellas destacan dos universidades privadas que publican resultados de encuestas de opinión pública y aparecen como "donantes" del partido de ultra derecha ARENA. ¿Qué confiabilidad poseen los resultados de sus encuestas de opinión? ¿Cuál es el interés de una Universidad privada en financiar a un partido político?
Si usted llegó hasta aquí en este texto, espero haya obtenido más elementos para su opinión sobre las cosas.