martes, 14 mayo 2024
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Las lecciones del COVID-19 a la educación

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Ahora queda el reto de la autoformación docente en temas de educación virtual, esto para no quedarse como esclavos frente al modelo tradicional de la educación presencial

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La viralidad mediática del COVID-19 nos ha llevado a pensar que este virus sólo afecta la salud de las personas, pero esas complicaciones trascienden a las estructuras económicas, sociales políticas, deportivas, entre otras, haciendo que se detengan muchas actividades o se adapten a nuevas formas de desarrollarse. La educación no queda exenta de eso, y es donde me quiero detener.

El primer gran impacto que generó es que los centros escolares, de todos los niveles y tipos, debían cerrar sus instalaciones y adaptarse a modalidades a distancia o virtuales.

Pero lejos del trascendental hecho de cerrar la escuela, y lo hablo físicamente, el COVID-19 nos enseña varias lecciones que aprender a nivel del sistema educativo en general, lecciones que, desde mi punto de vista, parecieran ser inconcebibles en pleno siglo XXI. Destaco algunas.

La brecha digital es una realidad tanto en estudiantes como en docentes. Pareciera ser que tener un smartphone ya es signo de estar a la vanguardia tecnológica, pero esta crisis ha evidenciado que estudiantes y docentes, en general, no poseen un ordenador ni una adecuada conectividad para resolver las actividades asignadas.

Sumado a esto, nos hemos dado cuenta de que los millennials y centennials no son nativos tecnológicos. Nos damos cuenta, por ejemplo, a nivel de educación superior, que los estudiantes no saben enviar un correo electrónico, o no saben cómo usar cierta aplicación para conectarse para una asesoría o para desarrollar determinada actividad. Lo que sí se puede corroborar, es que nuestros estudiantes sí son nativos sociales digitales, es decir, sus relaciones de comunicación e interacción las desarrollan a través de las redes sociales.

Por otra parte, queda en evidencia que la educación virtual es mucho más compleja que la presencial, puesto que se requiere de más atención, estructura y recursos por parte de los docentes. No debe entenderse que subir PDFs elaborados por otros autores es una clase. La modalidad virtual requiere de trabajo y seguimiento personalizado a los estudiantes.

Una de las lecciones más fuertes es que se debe afinar es la definición de políticas de uso de herramientas 2.0, dado que estamos en el mismo mar, pero cada uno le hace frente en diferentes medios (unos en barcos, otros en lancha, otros en canoa y otros nadando). El Ministerio de Educación ha ido cambiando su metodología acorde a las respuestas de los alumnos y padres de familia y esto hace que quede en evidencia que no hay políticas planeadas para afrontar cualquier crisis.

Por último, queda el reto de la autoformación docente en temas de educación virtual, esto para no quedarse como esclavos frente al modelo tradicional de la educación presencial. En la actualidad existen suficientes cursos gratuitos o tutoriales en línea para aprender a tener las bases y herramientas para mejorar la educación en línea. Lastimosamente, unido a la falta de recursos que a veces tienen los docentes, está la falta de voluntad por aprender cosas nuevas.

Queda en los encargados de formular políticas educativas, en los distintos niveles e instituciones, tomar estas lecciones como oportunidades de mejora para establecer nuevos modos de aprendizaje que sean efectivos y adecuados a la realidad de los estudiantes, docentes y de los mismos centros educativos.

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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