Por Carlos Francisco Imendia.
A casi 500 de la fundación de San Salvador, la ciudad ha sufrido transformaciones y destrucciones que difícilmente podemos entender y conocer su pasado colonial. Son innumerables los terremotos e inundaciones qué han golpeado y siguen golpeando la capital desde el S. XVI. En varios Coloquios con la academia de geografía e historia, amigos historiadores se concluye que es muy difícil conservar el pasado de la ciudad capital con tanto acontecimiento destructivo incluso con la guerra civil, los terremotos dejaron edificios en mal estado, inhabitables, los delincuentes y malvivientes los ocuparon para sus guaridas y para hacer fechorías.
En la dinámica de la destrucción y reconstrucción de la capital, se han podido descubrir muchas cosas, tomando en referencia antiguos mapas de la ciudad de San Salvador, en algunas remodelaciones se han obviado algunos hallazgos con tal de no parar obras, pero uno de los más importantes en tiempo reciente fue el que se encontró cuando se remodeló el mercado negro o de los relojeros (donde se encontraban las caseteras hurtadas) encontrándose : Baldosas, ladrillos, tejas, un pilote que se presume perteneció al antiguo cabildo de San Salvador, descubrimiento hecho por el arqueólogo e historiador: Heriberto Herquicia y Rocío Herrera , durante la gestión administrativa de Norman Quijano.
Cómo lo decía el historiador Gustavo Herodier ex director de la Academia Salvadoreña de la historia y autor del libro :San Salvador esplendor de una ciudad 1880-1930, en una ponencia virtual de la Academia de la Historia, en la que estuve presente, la llamada plaza de armas o la actual plaza Libertad es quizá el sitio más antiguo e inamovible y el que más ha perdurado en 500 años, así también la famosa Cuesta del palo verde, donde según la misma academia salvadoreña de la Historia se originó la villa y ciudad de San Salvador nombrada por orden real el 27 de septiembre de 1546.
Los últimos años el Centro Histórico ha tenido transformaciones importantes y hasta dramáticas, más que en cualquier parte del país. El brillo capitalino es evidente, pese a las Normativas de conservación y ordenanzas municipales, aunque se desconozcan, el avance es contundente, tractores y retro excavadoras hacen su trabajo sucumbiendo antiguas estructuras y puntos de referencia. Emergen las construcciones como la de biblioteca nacional, donación del gobierno chino, que poco a poco se arrincona la identidad histórica de la antigua ciudad de San Salvador. Y da paso a una moderna y renovada.
Ante lo que podríamos denominar como positivo y vanguardista, silenciosamente arrebata el trabajo al historiador, el cual por antiguos mapas va a poder ubicar puntos históricos qué ahora forman parte de la transformación y del nuevo paisaje capitalino, sentenciado –Debemos decirlo—a poder cambiar drásticamente ante cualquier movimiento telúrico terrorífico ( de día o de noche) como el de 1873, 1917 o el de 1986.
O a como hemos visto, allá irán corriendo los historiadores a tratar de rescatar a los vertederos valioso objetos de gran carga histórica.