El pasado 16 de febrero, la Universidad de El Salvador (UES). cumplió 179 años de haber sido fundada, en 1841, durante el período presidencial de Juan Lindo. Hoy su carta de presentación es aquella lejana trayectoria de superación académica; y, sobre todo, de compromiso de lucha y defensa de las causas populares.
Yo ingresé a la UES en mayo de 1959…
El slogan “Estudio y Lucha” de la UES fue, quizás, la frase que más me impactó el día de mi ingreso a la Facultad de Humanidades, a estudiar Periodismo. Ingresé al primer curso, que entonces se denominaba Año Común, una especie de preparatoria para descubrir y estimular vocaciones en las ramas humanísticas.
El ingreso a la UES era para mí, además del logro de una aspiración, el camino deseado para impulsar mi escondido ideal revolucionario que, un tanto reprimido, estaba latente en mis interioridades sentimentales y del pensamiento, sin duda generado e impulsado por mis tantas vivencias sobre el abandono y la represión en la que los gobiernos mantenían a las poblaciones humildes, además de la explotación laboral que empresarios y terratenientes ejercían sobre obreros y campesinos.
Aparte de la formación personal/intelectual, gran mérito para recordar es el protagonismo que, como institución formadora de ciudadanos, asumía en defensa de los intereses de la sociedad, especialmente de la población desvalida y más necesitada.
Del incontable número de egresados de sus aulas, ¿han sido -hemos sido- todos obedientes a las enseñanzas y mandatos de la UES? Con toda propiedad se puede afirmar que no. No todos. No ha sido -no es- fácil transitar la ruta de honestidad y profesionalismo inculcados por el Alma Máter. Aun cuando un sin número de egresados que, por principios, como profesionales han honrado su imagen y sus sabias enseñanzas -algunos hasta llegar a obtener reconocimientos mundiales- lamentablemente otra gran cantidad, ha hecho lo contrario. Son casos de deshonestidad profesional de algunos egresados -muy visibles unos y menos visibles otros-, ocurridos por ignorancia o por malicia o por ambas, durante esa larga trayectoria de la UES.
Hoy por hoy, son muchos los ejemplos de las desoídas enseñanzas del Alma Máter, por las cuales, y por lo mismo, los incumplidores no pueden “de hijos suyos poderse llamar”. A ver: -el compromiso de contribuir, con lealtad y solidaridad, a la conquista y defensa del bienestar de la población, y no -como ocurre ahora- servirse a cantaradas de la cosa pública, en vez de servirle con entrega y hasta con sacrificio; – la incoherencia de los malos políticos, con falsas promesas -engaño y ofensa- como aspirantes a cargos públicos, con la consiguiente frustración y desaliento del pueblo, ávido de bienestar y progreso;
-los diversos actos de corrupción (nepotismo, malversación de fondos, enriquecimiento ilícito, viajes institucionales no realizados pero cobrando elevados viáticos, alianzas perversas entre los partidos mayoritarios -aparentando juego democrático de los pesos y contrapesos- para lograr prebendas y privilegios, de manera muy oscura…). Millones de dólares han sido robados al pueblo, por funcionarios de los distintos partidos políticos, algunos de los cuales están siendo juzgados o investigados por los tribunales competentes, en las últimas meses;
-la manipulación de juicios con sentencias injustas, discriminatorias según el poder político o económico del indiciado, en perjuicio y con total desventaja para los desposeídos y con beneficios otorgados -con evidente descaro jurídico- a favor de los indiciados de cuello blanco. Es la realidad de jueces venales que -aun cuando existen jueces probos y honestos- son piezas obedientes a líneas político- partidarias, poniendo en grave riesgo de inseguridad los derechos humanos de los salvadoreños más humildes.
Y hay mucho más, por espacio y tiempo no mencionados, pero de total conocimiento de la población.
Son parte de las desoídas enseñanzas del Alma Máter, madre nutricia del conocimiento y la verdad, la cual, en su 179 aniversario de vida cultural, se yergue -altiva y formadora de conciencias- haciendo honor a su motivador slogan “Estudio y Lucha”, a pesar de los malos hijos que antes y ahora, han desoído sus enseñanzas.