Existe en Ciencias Sociales una amplia gama de definiciones sobre lo que el liderazgo, la mayoría de ellas se centra en atribuir cuatro atributos al líder, a saber: a- vocero; el líder es portavoz del sector que representa, sabe comunicar el mensaje y lo trasmite al resto de la sociedad. b- integrador; aglutina a la mayor parte del sector en rededor de objetivos comunes c- favorece el cambio; lo promueve a partir de elaborar propuestas que conduzcan a mejores situaciones y d- responde a los intereses de sus representados, no es tanto su visión y objetivos como los del grupo social con y para el que trabaja.
Con esta perspectiva de lo que es ejercer el liderazgo, se propone a manera de insumo para generar discusión, que actualmente en el país no hay liderazgo en el sector rural. Lo que existe son dirigentes, que en algunos casos solamente se quedan a nivel de seudo.
La anterior afirmación se basa en la observación de las características que muestra la actual dirigencia del sector, la que da señales claras de ser una dirigencia anquilosada, lo que se puede constatar principalmente en cuatro rasgos de su actuar:
a. Anclados en el pasado, su accionar ante los nuevos desafíos solamente puede ofrecer las mismas respuestas, respuestas que correspondían a contextos diferentes, a situaciones políticas distintas, que fueron efectivas pero que no logran resultados en la actualidad.
b. Ausencia de propuestas, cuando mucho se limitan a acompañar las iniciativas de otras instancias como las que plantea el gobierno o la cooperación, pero muestran incapacidad a la hora de formular sus propias propuestas de desarrollo.
c. Perpetuidad en los cargos, se aferran a ellos y prefieren sacrificar la organización a aceptar la alternancia. Esto los aleja de las base, reduce su capacidad de incidencia y su accionar se limita a llenar los buses cuando se le requiere.
d. Atomizados, cada dirigente se refugia en su trinchera y es incapaz de dialogar con otros dirigentes del sector, menos probable es que actúen de manera conjunta, cada quien y cada cual va por su propio y personal interés.
La primera consecuencia que se manifiesta de esta manera de proceder de los actual dirigentes, o que se dicen tales, es que en momentos de coyuntura electoral, como la actual, no cuenta con un asidero para discutir con los candidatos, se limitan a escuchar lo que se les ofrece, pero no se convierten en interlocutores desde su propuesta, carecen de ella. Con esta manera de actuar se imposibilita la generación de un proceso dialogante del cual podrían salir mejores políticas públicas para la reactivación del agro y mejorar las condiciones de vida de la población que vive en el campo.
Al no contar con propuestas no pueden negociar con las ofertas que les proponen, se limitan a rechazar o adherirse. Algunas veces logran incluir pequeñas concesiones para algún sub sector, carente de integralidad y menos aún de visión de desarrollo. Si bien se logra algún beneficio, no se llega a pactar acuerdos, De esta manera tanto los dirigentes y los productores del sector pierden la capacidad de que se les rindan cuentas, se conforman con lo que les informan. Perdiendo con ello un aspecto importante de la participación, solicitar cuentas, tanto a las instituciones de gobierno como a los organismos de cooperación. Actualmente solo se recibe información, que las más de las veces es transmisión de información en lugar de rendición de cuentas.