Por Verónica González
Actualmente reside en Canadá, pero durante una o dos temporadas del año regresa a El Salvador para supervisar su emprendimiento que ya tiene 10 años de existencia. ContraPunto realizó una entrevista para conocer más sobre el proyecto de María Elene Romero, quien nos narra su experiencia.
¿Cómo inició el proyecto?
“Todo comenzó en agosto de 2012, como un proyecto familiar con mi hermana, quien vive en los Estados Unidos. Fue en tiempos de la campaña electoral de (expresidente) Sánchez Cerén, del FMLN. A ella le dijeron que ese partido, a través del programa Alba Alimentos, daría financiamiento para la producción agrícola. Por supuesto que esa institución no regalaba el dinero, sino que lo prestaba con intereses no tan amables y, sobre todo, debíamos presentar escrituras de la propiedad; unas escrituras mi madre nunca recibió.
Un poco frustrada, mi hermana desistió de continuar aduciendo que había perdido su trabajo; también me dijo que en cuanto su situación cambiara, se uniría nuevamente al proyecto.
Yo decidí, entonces, lanzarme sola y sin dinero, solamente con mi tarjeta de crédito como capital semilla. Es preciso señalar que mi hermano mayor me acompañó, me apoyó y siempre ha estado a mi lado administrando el manejo de la finca. También debo decir que el proyecto comenzó con la asistencia técnica y gratuita agricultor de pura cepa, Goyo Duran.
Fue Goyo quien diseñó el cómo, el dónde y el cuando plantar los arboles. Incluso, se implicó personalmente en la cuadrículación del terreno, llevó sus herramientas y se puso a excavar el primer hoyo”.
¿Cómo es el proceso a seguir para la producción del mango Panadés?
“Después de haber determinado que la tierra es apta para el mango y decidido la variedad a plantar, se hacen hoyos de 50 centímetros de profundidad por 50 de ancho, a una distancia de 10 metros cada hoyo. Se aplica cal deshidratada, un poco de veneno y se dejan un par de semanas para que mate cualquier plaga. También se toma en cuenta el PH del terreno.
Si se planta el injerto en verano hay que regarlo copiosamente dos veces por semana. A los tres años de edad algunos arbolitos darán un par de frutos. Pero la producción realmente comienza a los cinco o seis años; a los 10 años se logra el máximo de producción. El tiempo de vida productiva de los árboles es de 30 años y se recomienda reemplazarlos.
Son 90 días desde la floración hasta la maduración del fruto. Normalmente la floración comienza en enero, y los primeros frutos se cosechan al principio de abril. De millares de flores solamente un par se convertirán en fruto. Sin embargo, con buen manejo la floración puede inducirse para obtener el fruto en enero cuando hay escasez y los precios son altos.
Mi objetivo, de ahora en adelante, es lograr producción a partir de la segunda semana de diciembre. Yo quisiera significar que mi producción es ecológica. Quiero decir que respeto el medio ambiente absteniéndome de la utilización de herbicidas prohibidos en países desarrollados, como el glifosato, que otros productores y hasta en jardinería se emplean. El combate a la maleza la hacemos a mano, con cuma; ello incrementa los gastos de producción.
Como parte de mi compromiso con el medio ambiente y la salud de los consumidores, utilizo fertilizantes y pesticidas de origen biológico y orgánico. Por supuesto, que nuestra cultura no valora ni aprecia esta práctica de producción pagando un poco más”.
¿Cuál es la mayor atracción de estos mangos?
“El mango Panadés es el de mayor demanda en el mercado: por su sabor y textura; por su color, tamaño y forma. Hay que resaltar, sobre todo, la duración que tiene en el mercado. Es decir, el mango Panadés lo cortás sazón y lo llevás al mayorista y éste lo puede mantener almacenado hasta dos semanas. Entonces, ese es el atractivo principal para el mayorista, pues el fruto no perecerá rápidamente”.
Además de vender el producto fresco, ¿ha pensado en su diversificación?
“Tomando en cuenta que cada árbol en su máxima producción puede darte un promedio de 600 frutos o más, y tenemos plantados 200 árboles; estaríamos hablando de una cantidad significativa que es bastante difícil mover en el mercado. Yo tengo la preocupación de que cuando los mangos alcancen su máxima producción sobrepasará mi capacidad de venta, por lo tanto, tengo en mente la diversificación de mi producto, por ejemplo: deshidratarlos, empacarlos al vacío, en almíbar, como jaleas y mermeladas; y también congelarlo y partidos en cubitos o lascas para hacer jugos y sorbetes.
Para la diversificación de mi producto se necesita financiamiento y mercado”.
¿Ha pensado en la exportación?
“En cuanto a la exportación, debido a mi compromiso con el medio ambiente, no he buscado esa vía. Trato que mi producción sea lo más respetuosa con el medio ambiente en función de las futuras generaciones.
Todo el trabajo es realizado a mano, de forma casi artesanal, y esto triplica los costes de producción. Para la fertilización edáfica utilizo, en ocasiones, vacaza y gallinaza; para el control del pulgón, ácaros , mosca blanca y otras, y en la fertilización utilizo foliares biológicos que se supone no daña el ecosistema y la salud de las personas.
Yo digo que si uno exporta el producto, ya no está respetando el medio ambiente por lo que implica exportar, ya que es un proceso largo y en el que se aplican muchos desinfectantes y conservantes; además lo que implica el transporte del producto en lo referido al embalaje, etiquetado y el uso de hidrocarburantes.
¿Por qué no se puede exportar el mango Panadés? Hay otra razón de mucho peso: el mango Panadés no se sabe quién lo injertó, no se sabe el origen (se desconoce la patente); entonces, no lo puedes exportar ni a Canadá ni a los Estados Unidos”.
¿Cómo ve a la comunidad salvadoreña en el exterior queriendo invertir en el país?
“En Canadá no he encontrado a alguien que diga que quiero ir a invertir; quizás sea yo la única… En el pueblo donde yo vivo (en Canadá) algunos compatriotas me dicen que estoy loca. Y me dicen: ¿y qué va hacer a El Salvador si ahí no te ayuda?”.
Actualmente, ¿los productores agrícolas reciben algún tipo de ayuda?
“Muy posible, pero yo no he tenido ni siquiera un saludo de parte del CENTA (Centro Nacional de Tecnología Agropecuaria y Forestal “Enrique Álvarez Córdova”), y no porque no los haya buscado. Recuerdo que fui al CENTA… me dieron un número de teléfono y un correo electrónico; yo llamé, escribí un par de veces y nunca recibí respuesta”.
¿Cuál es el precio del mango Panadés en nuestro país?
“En el mercado en general hay dos precios: en los pequeños puestos en los mercados, se vende por unidad y por tamaño (en plena cosecha a 3 por un dólar el pequeño), y en las tiendas y supermercados por el peso (en plena cosecha a 1.25 dólares la libra).
Sin embargo, a mi me lo pagan a $15.00 y $10.00 dólares el ciento cuando ellos lo van a recoger a la finca. El bajo precio es un poco un justificable y razonable, pues ellos se quedan con el producto varios días hasta recuperar su inversión. Por contra, yo recibo el dinero de una vez y me voy feliz y contenta. Ahora mismo, vengo de entregarle 1.200 mangos a un nuevo cliente del Mercado de Santa Tecla. Puesto aquí me lo paga un poco mejor a $25 dólares el ciento, es un precio razonable tomando en cuenta que el mercado está inundado de mangos. Pero el comprador al ver los mangos se enamora, aprecia la diferencia y calidad de mis mangos y se decanta por ellos”.
¿Cuáles son las dificultades con las que se ha encontrado?
“Cuando comencé el proyecto me encontré con varias dificultades: comenzando por asistencia técnica, mano de obra y financiamiento. Yo comencé con mi tarjeta de crédito a un interés no tan alto, pero así comencé.
Otro problema con la finca es que en 1991 mi madre compró, de buena fe, 12 manzanas de terreno rústico al señor piloto aviador de TACA, Carlos Antonio Dárdano.
Ocurre que este señor no era propietario de las tierras y a sabiendas de ello se las vendió. Siempre que mi madre le pedía las escrituras le salía con mentiras. El tiempo fue pasando y el señor Dárdano, pasados ya treinta años, ni siquiera se comunica con nosotros para tratar el asunto.
Hace todo lo contrario: cuando mi hermano y yo hemos tratado de comunicarnos con él, nos responde de manera hostil y dice que hablemos con sus abogados. Hasta este día el señor Dárdano no nos da la cara para escriturar el terreno que originalmente era de 12 manzanas, pero realmente ahora son solamente 6 y media manzanas.
Hemos averiguado que esas tierras, 60 manzanas en total, que el señor Dárdano poseía y que vendió también a otras cinco familias, son del ISTA (Instituto Salvadoreño de Transformación Agraria)”
Igualmente, tenemos dificultades por la cultura machista, ya que los hombres mayor se resisten a recibir órdenes de las mujeres, llegando al punto de abandonar el trabajo y las herramientas, argumentando que no van a recibir recibir órdenes mías” .
¿Qué ha hecho entonces?
“En mi afán de búsqueda de ayuda y asesoramiento técnico busqué las instituciones del Estado, pero no encontré ninguna ayuda. La finca está ubicada bastante cerca, mejor dicho, en el camino del CETAG (Centro de Entrenamiento de Tecnología Agropecuaria) de la facultad de Agronomía de la Universidad de El Salvador (UES), por lo que pasé un día a consultarles. Tampoco tuve suerte. Yo incluso, ofrecí la finca como campo de estudio…, solamente tuve una visita y nunca más volvieron”.