El Salvador acudirá a elecciones municipales y legislativas el próximo domingo 4, en medio del descontento social por un cúmulo de situaciones críticas en la economía y seguridad, así como frente a la incertidumbre por la complejidad de la organización del sistema del sufragio.
Serán las novenas elecciones de este tipo desde que finalizó la guerra civil en 1992; no obstante, según analistas locales, pese a la aguda polarización política, especialmente entre los dos partidos mayoritarios, uno de derechas y el otro de izquierdas, la actualidad no se parece en nada a las "elecciones bajo las balas" que se dieron durante el conflicto armado.
De acuerdo a los académicos consultados, Félix Ulloa y Julia Evelyn Martínez, el partido de Gobierno, el exguerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), obtendrá un "voto de castigo" al no haber podido cumplir sus promesas de erradicar la criminalidad, que hace de El Salvador uno de los países más violentos de Latinoamérica, así como tampoco alivió la carestía de la vida y el desempleo.
El FMLN llegó al poder en junio de 2009 cuando el periodista Mauricio Funes se convirtió en el primer izquierdista que asumía la conducción del país. Hoy Funes está asilado en Nicaragua, mientras que en El Salvador se le procesa por corrupción. El actual mandatario, Salvador Sánchez Cerén, asumió en junio de 2014 y es mostrado por las encuestas como el presidente de más bajas calificaciones de la posguerra.
Pese a lo que apuntan las encuestas, el candidato a diputado por el FMLN y uno de sus principales líderes, José Luis Merino, afirmó que "el actual gobierno era históricamente el más eficiente, transparente y el que más ha respondido a los intereses de la gente". Los políticos opositores apuntan todo lo contrario.
El domingo los 5,2 millones de inscritos en el padrón electoral irían a elegir a 84 diputados y a 262 alcaldes y sus concejos municipales.
La opositora y derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el oficialista FMLN dominan en la actualidad las dos terceras partes del parlamento unicameral, pero los pronósticos de la totalidad de las encuestas indican que la derecha será favorecida. Mientras ARENA subiría de 35 a 39 escaños, el FMLN bajaría de 31 a 28 curules, con lo que se quedaría sin fuerzas para las negociaciones parlamentarias.
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En cuanto a las elecciones municipales, el FMLN perdería la "joya de la Corona", que es el gobierno de la capital, San Salvador; ARENA se haría con la capital; así como la mayoría de las 14 capitales departamentales.
El otro eje de la incertidumbre en esta contienda está centrado en la desconfianza que los ciudadanos tienen en el sistema político. De acuerdo a la medición que hizo la jesuita Universidad Centroamericana (UCA), el 78,4 por ciento de la población tiene poca o ninguna confianza en el sistema electoral. Más del 50 por ciento estima que habrá fraude y un mismo por ciento dice que no asistirá al sufragio.
Las elecciones salvadoreñas estarán siendo observadas tanto por la Misión de Observación Electoral de la Unión Europea (MOE-UE), como por la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyos equipos ya se desplazan hacia los 14 departamentos o provincias de esta pequeña nación centroamericana de 6,3 millones de habitantes.
La MOE-UE tiene 26 expertos para sus funciones de observar el desempeño electoral, mientras que la OEA participa con 28 observadores.
En las calles de San Salvador la vida sigue su normalidad. El tráfico desordenado, los embotellamientos automovilísticos, los accidentes y los muertos por la violencia son el pan diario.
"No cumplieron con las promesas que hicieron. Imagínese, el subsidio del gas nos lo quitaron; el costo de la vida se eleva cada día y los salarios apenas alcanzan", apuntó Berta Melgar, quien cree que no irá a votar el domingo.
Mientras, Alfredo Mendoza, un desempleado que sale diariamente a buscar oficios para pagarse el alimento del día, afirma: "Ellos (el FMLN) no se portaron bien con el pueblo. Y el castigo más grande que les van a dar es que no les van a dar el voto".