miércoles, 8 mayo 2024
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El paí­s de los zombis y Gustavito / “SOS” nos estamos muriendo (Parte I)

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No soy cientí­fica, solo observadora permanente, por más de 20 años, de un fenómeno igual al reportado en diversas pelí­culas de cine como las de Resident Evil, o las del juego Plantas versus Zombis. Creo que no existe otra palabra que pueda explicarlo: Zombi.

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“La tierra muerta, como un ojo ciego,
Seguirá andando siempre sin sosiego,
“¦.
Sola, con sus criaturas preferidas
En el seno cansadas y dormidas.
“¦
íbamos todos contra el que era bueno
A cargarlo de lodo y de veneno…
¡Cómo se moverán bajo la tierra
Aquellos muertos que su seno encierra!
“¦
Letaní­as de la Tierra Muerta
Alfonsina Storni

Bitácora del mes de marzo de 2017: reporta habitante de la región infestada por el virus, ubicada en la Longitud: O 88°55’0.12" y Latitud: N 13°49’59.88". Nos encontramos sobre suelo volcánico ubicado exactamente en el fiel de la balanza del continente americano, paradójicamente, el territorio es conocido como El Salvador.

No soy cientí­fica, solo observadora permanente, por más de 20 años, de un fenómeno igual al reportado en diversas pelí­culas de cine como las de Resident Evil, o las del juego Plantas versus Zombis. Creo que no existe otra palabra que pueda explicarlo: Zombi.

Tenemos décadas de enfrentar problemas de putrefacción de nuestros cuerpos, no obstante, parece que ya nos hemos adaptado al proceso de degeneración celular, caminamos impávidos frente al olor putrefacto de numerosas bolsas de basura, regadas en todo el territorio; si bien es cierto otras latitudes del fiel centroamericano y del mundo, reportan problemas con la basura a la que técnicamente llamamos desechos sólidos domésticos, el grado de expansión de la infección Zombi en El Salvador, es sin comparación con otras latitudes investigadas por la suscrita.

No existe población libre de los sí­ntomas, todos nos desplazamos a diferentes velocidades al uní­sono de un comportamiento errático: nadie observa, solo mira; nadie dice nada, solo hablamos gesticulando signos vocales y textos digitalizados sin sentido, en aparatos suntuosos de onerosas marcas, que no podremos comer cuando todo se haya acabado; no nos damos cuenta que nos estamos quemando”¦ lo poco que sustenta la vida está ardiendo.

Hace menos de un mes, los zombis de El Salvador, nos volcamos a las calles, y a los medios sociales, la prensa escrita, radial y televisiva pasó casi 15 dí­as de duelo por la muerte de Gustavito un hipopótamo del zoológico nacional. Hoy el paí­s arde por las quemas a nivel nacional, y la indignación no existe; el Volcán de San Salvador se está acabando, su biodiversidad, sus zonas de recarga hí­drica, centenares de animales, terrestres y aéreos se han quedado sin medios de vida al igual que los habitantes de dichos sectores, pero nadie dice nada, solo miran, solo gesticulamos sin pronunciar palabras.

Ni los diputados, ni el Comandante General de las Fuerzas Armadas Nacionales, ni los Ministerios o Secretarí­as del Estado, vinculados al tema del medio ambiente, evidencian un accionar acorde a la urgencia que se vive en este momento. El elocuente Alcalde de la capital, que siempre tiene algo que decir ante hechos que afectan o conmocionan al paí­s, se ha quedado callado; la empresa privada, sus tanques de pensamiento están mudos ante la emergencia.

¿Dónde está la activación inmediata de los sistemas de emergencias nacionales?, ¿dónde los helicópteros aguateros en vuelo?… ¿se activaran cuando no haya nada que salvar? Por el momento solo un grupo de valientes bomberos y miembros de Protección Civil, que aparentemente aún no han sido infectados por el virus Zombi, se encuentran luchando contra el destructor fuego.

¿Dónde quedó la sensibilidad de los que combatieron en la montaña; el lugar donde sus almas fueron una con la Madre Tierra? ¿Dónde quedo la capacidad de leer el cielo, el aleteo de los pájaros, las huellas de los pasos caminantes y errantes? ¿Dónde quedo el gusto de beber y compartir con los venados y cotuzas, de agradecer a la verdura espesura la protección ante el enemigo?… ¿Por qué los curules  y oficinas acondicionadas artificialmente, enceguecen, ensordecen y”¦? El virus sin lugar a dudas se ha propagado hasta las altas esferas empresariales, sociales y polí­ticas.

Pero es que las quemas no conmocionan ya a nadie, nuestros cerebros sencillamente no procesan, han perdido los criterios de ponderación entre lo suntuoso y lo vital; entre la verdadera felicidad y el adormecimiento engañoso de la tecnologí­a y el dinero. En condiciones normales se hubiera esperado que los pobladores de la región reaccionáramos, con la contundencia y dolor semejante al caso Gustavito”¦ la perdida de los árboles, el dolor de los animalitos, la escasez de agua que hoy será más evidente, la gruesa capa de humo que hoy cubre el AMSS y el paí­s consumiendo el poco aire, ya viciado que tenemos, sencillamente, YA NO DUELE.

Me parece que es necesario ir dejando registro de la sintomatologí­a de la gravedad de la infección, su avance y cómo poco a poco nos iremos dejando morir. Procuraré ir poniendo en orden lo escrito en bitácora en los últimos 20 años; no será gran cosa, porque no tengo formación cientí­fica, algunos de mis análisis  y conclusiones, se basan en simple observación. En todo caso, éste será mi legado.

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Alma Sánchez
Alma Sánchez
Ambientalista salvadoreña

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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