Desde el lateral derecho del plano principal, la señora Clinton entró en escena y avanzó en línea recta directo a saludar a su oponente Donald Trump. Después de estrechar manos con su presa, Clinton caminó hacia adelante para saludar a la audiencia y al moderador Lester Holt.
En el primer intercambio, Donald Trump parecía preparado para el combate con Clinton. El mogul rápidamente conectó una coz en la costilla de la candidata demócrata cuando mencionó el resultado de los tratados de libre comercio promovidos por la administración Clinton. Trump empezó enfocado y consiguió explicar con cierta soltura el problema de los estados más afectados por la fuga de empresas americanas hacia México y China. Miren lo que ha pasado a los trabajadores de Michigan y Ohio, dijo en una frase en la que parecía un versado en asuntos de comercio internacional.
Después de la coz inicial, Clinton se recuperó sin mayores dificultades, “somos el 5% de la población mundial, tenemos que hacer negocios con el otro 95%” razonó tranquila, con soltura, respondiendo a la acusación de Trump de que China y el comercio mundial están arruinando la economía de EE.UU.
Necesitamos promover tratados “inteligentes y justos” para EE.UU. dijo Clinton y después le propinó el primer latigazo cuando bautizó “Trump-Up economics” al plan económico de Trump. Bajar impuestos a la clase millonaria de EE. UU. no crea riqueza ni crecimiento en nuestra economía, azotó Clinton mientras el magnate encogía los hombros y meneaba la cabeza de un lado al otro como oso enjaulado.
A partir de ese momento, Trump se convirtió en un improvisador, un simple amateur, incapaz de tocar en lo más mínimo los argumentos, el control y el comando de Clinton en el debate.
Donald Trump interrumpió a Clinton más de 50 veces, fuerte señal de impotencia, desesperación y escasez de caballerosidad. Pésima actuación del mogul para los cerca de 100 millones de espectadores.
Lo inverosímil de Donald Trump, especialista en telerrealidad, es que fue incapaz de hablar de los 3 simples problemas que tiene Clinton en el mercado de votos indecisos: Emails, Benghazi, y the Clinton Foundation. Lejos de aprovechar la oportunidad para atacar a Clinton, Trump se enredó en contorsiones confusas sobre su declaración de impuestos, su temperamento y sobre la partida de nacimiento del presidente Obama.
El magnate estaba en la lona, desorientado, irritado, sudoroso, sediento, totalmente perdido, pidiendo la campana. Se confundió hasta de contrincante: “you are wrong” dijo Trump a Lester Holt, el moderador, cuando este mencionó su apoyo a la invasión de Irak en el 2003.
En la preparación de un candidato para un debate presidencial, la primera regla es no pelearse con el moderador. Es disciplina elemental.
El punto culminante del ridículo de Trump fue cuando, en un impulso de la lengua, dijo que no pagar impuesto era una señal de inteligencia. La cabeza de Donald Trump en estado de “reality show” puro.
El desenvolvimiento tatarrasca, confuso y errático de Trump en el debate presidencial del lunes solo pone de manifiesto la locura que su candidatura representa para la Presidencia de EE.UU. y el psique enfermizo del electorado que lo apoya y lo defiende, aun cuando se ve y se contrasta claramente la pobreza inminente que arrastra este desgraciado candidato.
José Manuel Ortiz Benítez es columnista salvadoreño en la ciudad de Washington, DC.