La calurosa tarde en que C.D Dragón alcanzó su corona número tres como campeón del fútbol salvadoreño, el coloso de Monserrat retumbaba con cánticos de miles de aficionados negronaranja que enmudecieron ante la humildad de un pequeño gran equipo que supo cómo vencerlos con marcador de 1-0 y después de 63 años vuelve a ser campeón.
Las emociones no paraban y los aficionados con corazones al unísono dejaban alma, vida y voz para alentar a los suyos. Previo a los primeros 20 minutos era un encuentro parejo en llegadas de peligro para ambos equipos, aunque plagado de faltas cometidas en un juego que pintaba para lo intenso. Ambas escuadras también contaron con jugadas a balón parado que no supieron aprovechar.
Dragón mostró nerviosismo y no lograba sostener la pelota; centros y tiros libres eran telegramas sin dirección que arrancaban incontables indicaciones de su cuerpo técnico.
Cada jugada levantaba de sus asientos a los miles de aficionado de ambos equipos que a sol y sombra no paraban de cantar y soñar con la victoria.
Los emplumados sobrevolaban la portería defendida por Dragón. Águila manejó a lo largo del primer tiempo la “caprichosa” pero mucho fútbol y pocos goles. La efectividad no llegaba.
Pero Dragón con un juego poco vistoso y apostando por los contragolpes y pelotazos largos fue más efectivo. Minuto 38 de partido y un pelotazo fue dominado por el brasileño Jackson De Oliveira que vio a su compañero Wilman Torres que corría por media cancha ganando las espaladas de la defensa emplumada. Le filtró pase para que Torres en velocidad entrara por corredor central y definiera de zurda para abrir el marcador a favor de los mitológicos. Pasó lo que no se suponía
El coloso enmudeció. Las cámaras enfocaron la escasa afición de Dragón que en ese momento se desbordó en emociones y con bombos y platos celebraban lo impensable, el equipo sin cartel de favorito ya ganaba la final. Así se fueron al descanso.
El segundo tiempo había comenzado y la dinámica fue la misma. Minuto 55 y los ánimos se caldearon tras una falta cometida contra el delantero emplumado Héctor Ramos que derivó en empujones y reclamos dejando amonestado con tarjeta amarilla al portero de Dragón, Manuel González.
Foto/Vladimir Chicas
Águila se volvió letal en su ataque y arreció en llegadas que sobreabundaron por centros desde la derecha ante un Dragón que puso un cerrojo difícil descifrar para los negronaranja.
Dragón no bajó los brazos y Jackson De Oliveira era imparable cuando recibía pelotazos. Era el único hombre en punta. Al minuto 68 partió desde tres cuartos de cancha y dejó a tres defensas para sacar un tiro lejos de la portería pero que ahogó aún más a la afición emplumada.
A diez minutos del final Dragón se defendía con uñas y dientes. La desesperación era evidente en el juego del Águila y en el rostro de aficionados y cuerpo técnico. La elegancia del vestuario del técnico de Águila, Juan Ramón Sánchez ya no lucía igual a falta de cinco minutos del final del encuentro.
La polémica no podía faltar. A tres minutos del cierre el arquero de Dragón salió a cazar mariposas y de forma intencional golpeó el rostro de jugador de Águila dentro del área, algo que el árbitro Jaime Carpio Mejía no pitó.
A falta de un minuto Dragón tuvo dos jugadas para sentenciar pero ni Wilman Torres ni Jackson De Oliveira aprovecharon jugadas de frente a la portería emplumada.
La locura llegó cuando el árbitro pitó el final del partido. Las lágrimas, las risas y los gritos desgarradores de alegría inundaron la cancha del Cuscatlán.
Todos los jugadores de Dragón dedicaban su triunfo a sus familiares. Dedicaron la copa a los tres, diez o cien aficionados verdolagas que siempre acompañaban fielmente a los suyos.
“A mí me tocó anotar esta tarde, y gracias a Dios nos llevamos el título. Humildad es lo que hemos manejado toda la vida”, dijo Wilman Torres, anotador del único gol que le dio la tercera corona a Dragón.
La afición de Águila enmudeció. No ganaron la copa 16. No le tocó otra que abandonar en silencio los miles de espacios que había ocupado en el Cuscatlán y debió volver a casa, a San Miguel.
Dragón subió al podio a recoger su título y se prepara para enfrentar la Liga de Campeones de la CONCACAF como campeón salvadoreño y la sorpresa de un país.