Después de tantos escándalos de corrupción, saqueos, mal uso de fondos públicos etc. nos enfrentamos a una dura realidad. Después de las pasadas elecciones legislativas , se recompuso la Asamblea Legislativa y como nuevo Presidente llega Norman Quijano quien llamó la atención por abanderar el llamado a ordenar la casa y culpó al saliente presidente Guillermo Gallegos de hacer una mala gestión administrativa, el nuevo presidente legislativo llamó a una auditoría y decidió revisar las plazas y amenazó con suprimir algunas lo cual hizo realidad y dejó sin empleo masivamente a trabajadores de décadas que laboraban en el Órgano Legislativo de quienes dependen familias y que ahora viven en zozobra pero para él es la grasa que se le debe quitar al Estado.
El Sr Quijano inmediatamente mostró voluntad de hacer uso efectivo de los fondos públicos asignados a la Asamblea y quitar ciertos beneficios a los congresistas como dejarles un solo vehículo y llamó a los medios masivos para poner a disposición camionetas “lujosas” que según dijo iban hace donadas o subastadas, además de limitar los viajes a diputados. Esto como una muestra de austeridad, todo lo contrario; a los pocos meses contrató 315 nuevas plazas y justificó su acción al decir que los diputados le han solicitado contratos y él debe de atenderlos. Recientemente se conoció que designó a dos diputados para que fueran con gastos pagados a una misión oficial de carácter religiosa que nada tiene que ver con el trabajo legislativo. Recordemos que cuando el actual presidente legislativo llegó a gobernar San Salvador como Alcalde adquirió una camioneta blindada a un sobreprecio.
Todo esto contrasta con el discurso de austeridad del presidente del primer Órgano Legislativo que prometió recortar los gastos y que su administración se caracterizaría por la Austeridad.
La austeridad entendida como tal no solo implica el reducir el gasto de dinero sino que también consumir menos y vivir con lo necesario, esto garantizará el bienestar social si lo vemos desde la Administración Pública. Para ello debe de haber una real planeación a nivel gubernamental, que acciones de verdad en todo el aparato estatal lleven a una austeridad que trasciende más allá de las palabras.