El domingo los ciudadanos eligen al nuevo presidente del país. Las opciones son como las pupusas, tan variadas como opuestas pero al final una pupusa es una pupusa. Un voto es un voto. Si usted no vota, por favor no se queje que el país va por mal rumbo.
Hay quienes dicen que no importa por quién se vote, que lo importante es votar. Pero sí importa por quién se vota. Piense, investigue, razone su voto y vea los beneficios de un candidato versus el otro sin dejarse llevar por lo que los otros digan. ¡Ponga de su parte!
El domingo debemos de respetar a aquellos que piensan diferente. No caigamos en el relajo de la final de un partido de fútbol, es decir, ya porque sabemos que a ARENA le molesta que le griten “¡devuelvan lo robado!” no hay que incitar a la violencia acusando a los otros de las partidas secretas o de tener un partido que usó lo robado.
Escucho en círculos universitarios lo que anhelan los jóvenes: eliminar la violencia en sus colonias, mejorar la economía, encontrar alguien fresco, que piense como ellos y en ellos, que concuerden con su modo de vida y sus maneras de comunicarse. También desean que el ganador tenga responsabilidad social y que respete las inclinaciones políticas de las personas que no voten por él. Del mismo modo, les intriga que el candidato perdedor no acepte la derrota pues el aroma del fraude se esparce como café recién exprimido.
Escucho al conversar con los Uber el mismo tono: la inseguridad que no les permite salir del subdesarrollo y adquirir un mejor vehículo, o como los eternos embotellamientos en todo el metro San Salvador y las carreteras en mal estado les hacen gastar en repuestos el dinero que podrían traer a sus familias.
Que si se vive en la zozobra en El Salvador, sí, se vive. Que aquí nada es sorprendente, no, no lo es. Pero todo esto no es culpa de los millenials. Todo esto se viene arrastrando desde antes que ARENA y el FMLN fueran partidos y, lógicamente, no se va a solucionar de un día para otro. Sí tiene solución, pero no si seguimos con las mismas incongruencias del pasado y con el mismo esquema de corrección penal y de reprensión social para los delincuentes comunes y de exoneración para los corruptos de cuello blanco que asesinan al pueblo con tan solo una firma.
Gane quien gane necesitamos crear un sistema educativo inclusivo, de prevención al delito, de honestidad desde niño, desde la escuela y la casa, desde la iglesia. Necesitamos un sistema de integridad, de solidaridad, de amabilidad, basados en la verdad pero sobre todo en el respeto mutuo, el respeto ajeno y el respeto a las ideas de los demás. Si el candidato vencedor logra encausar a los padres para que sus hijos crean en valores sin el miedo de la religión, he ahí que habremos comenzado a forjar un país libre, un país vivible, un país en paz.