sábado, 14 diciembre 2024
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¿Se acerca el invierno a la UE?

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El Brexit y la victoria de Trump llevaron a muchos analistas polí­ticos a concluir que los votantes europeos también abandonarí­an a los partidos tradicionales para unirse a nuevas tribus identitarias

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BERLíN ““ Una teorí­a muy difundida sostiene que las elecciones de mayo para el Parlamento Europeo serán el “Tercer Acto” en el drama populista que empezó en 2016 con el referendo por el Brexit en el Reino Unido y la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Según nos dicen, se avecina un gran duelo entre las fuerzas de la sociedad “abierta” y de la sociedad “cerrada”, en el que se juega el futuro de la Unión Europea. Todo esto suena muy verosí­mil. Pero está totalmente equivocado.

El Brexit y la victoria de Trump llevaron a muchos analistas polí­ticos a concluir que los votantes europeos también abandonarí­an a los partidos tradicionales para unirse a nuevas tribus identitarias. Pero en Estados Unidos, las divisorias polí­ticas y regionales están tan arraigadas que afectan cuestiones como el lugar donde uno trabaja, con quién se casa y qué visión tiene del mundo. Y en el RU, hace rato que empezaron a aparecer divisorias similares entre norte y sur, jóvenes y viejos, habitantes urbanos y rurales, graduados y no graduados.

La polí­tica europea es más fluida. Una encuesta reciente del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) y YouGov en la que participaron casi 50 000 votantes de 14 estados miembros de la UE sugiere que el mejor modelo para comprender a Europa en 2019 no es ni Estados Unidos ni el RU, sino Poniente, el principal escenario de la serie de HBO Game of Thrones (Juego de tronos). En vez de estar dividido en tribus estables, el paisaje polí­tico europeo es un campo de batalla impredecible en el que se enfrentan alianzas que cambian todo el tiempo; la caracterí­stica que lo define es una volatilidad radical.

Más que alejarse del centro hacia los extremos, la polí­tica europea se está abriendo en todas direcciones: de izquierda a derecha, de antisistema a pro-establishment, etcétera. Las opciones electorales de mayo son tan inciertas que la mitad de los encuestados dijeron que directamente no irán a votar. Otro 15% todaví­a no sabe si irá, y del 35% que ya tiene intenciones de votar, un 70% no decidió a quién. En cifras absolutas, en mayo hay unos cien millones de votos que todaví­a no tienen dueño.

A diferencia de la elección presidencial de 2016 en Estados Unidos y del referendo por el Brexit, aquí­ la cuestión migratoria no será determinante. En general, la mayorí­a de los europeos no considera que la inmigración sea un tema central para su paí­s. Hay otras cuestiones igualmente importantes que incluyen la economí­a y las amenazas planteadas por el nacionalismo, el radicalismo islámico, el cambio climático y la belicosidad de Rusia.

De modo que los analistas se equivocan al presentar la elección como una batalla entre globalistas proeuropeos y nacionalistas euroescépticos, aunque esa descripción se aplica a la segunda ronda de la elección presidencial de 2017 en Francia, cuando Emmanuel Macron le propinó una rotunda derrota a Marine Le Pen del ultraderechista Frente Nacional (ahora llamado Alianza Nacional). La encuesta de ECFR/YouGov indica que para una gran mayorí­a de los europeos, no hay una disyuntiva tajante entre la identidad europea y sus respectivas identidades nacionales. De hecho, hasta los partidos nacionalistas se dieron cuenta de que ambas identidades están ligadas, y por eso dejaron de promover el abandono del euro o la salida de la UE.

La cuestión real que preocupa a la mayorí­a de los europeos es su relación con el “sistema”: casi tres de cada cuatro ciudadanos de la UE creen que el sistema polí­tico ya no funciona, sea en el nivel nacional, en el de la UE o en ambos. La actitud de cada votante ante esta cuestión es fundamental para entender su voto.

Según la taxonomí­a de Game of Thrones, los votantes europeos se pueden dividir en cuatro grandes grupos. El primero son los Stark, que creen que el sistema todaví­a funciona, y que el verdadero cambio se logra con la participación polí­tica y el voto. La Casa Stark comprende el 24% del electorado europeo, y tiene su bastión en el norte (en concreto Alemania, Dinamarca y Suecia).

El segundo grupo son los “gorriones”, que piensan que la polí­tica ya no funciona ni en el nivel de la UE ni dentro de los estados miembros. Las vertientes más radicales de este grupo incluyen movimientos de protesta como los “chalecos amarillos”, quienes igual que los revolucionarios en Game of Thrones, quieren depurar al sistema de su corrupción y empezar de nuevo. Los gorriones comprenden el 38% del electorado, y son particularmente comunes en Francia, Grecia e Italia.

El tercer grupo son los “inmaculados”, que en Game of Thrones, tras ser liberados de la esclavitud, se convierten en seguidores de Daenerys Targaryen, madre de dragones. En la UE este grupo se corresponde con los votantes que rechazan un nacionalismo cerrado y buscan sentido en el internacionalismo y en los proyectos transnacionales. Creen que el problema está en sus respectivos sistemas nacionales y que la solución está en Bruselas. Los inmaculados son el 24% del electorado, y están bien representados en Hungrí­a, Rumania, Polonia y España.

El último grupo son los “salvajes” que “viven más allá del Muro”. Pese a la atención que reciben de la prensa estos nacionalistas euroescépticos, sólo forman el 14% del electorado. Su presencia tiende a ser fuerte en Dinamarca, Austria e Italia.

La disyuntiva fundamental para todos estos grupos no es en realidad entre una “Europa abierta” y unos “estados”‘nación cerrados”, sino más bien la cuestión de si el statu quo todaví­a funciona y en qué contextos. Si existe un gran parecido entre Estados Unidos, el RU y la UE es que ahora los partidos polí­ticos están más concentrados en movilizar a su propia base electoral que en tratar de ampliarla convenciendo a otros votantes para que se les unan. Es decir que en la elección para el Parlamento Europeo, muchos partidos polí­ticos se concentrarán en los 149 millones de personas que no están seguras de si irán a votar.

Pero eso no bastará. Para derrotar a los partidos populistas y nacionalistas, los candidatos de los partidos tradicionales europeos tendrán que traer a algunos de los gorriones y de los salvajes de nuevo al sistema y ponérselos de su lado. Y eso demanda que se posicionen como agentes creí­bles de cambio.

A fin de cuentas, las condiciones en que se ganarán o perderán estas elecciones serán sumamente locales; lo que funcione para los partidos tradicionales en algunos lugares no funcionará en otros. Las batallas más importantes serán en paí­ses gobernados por euroescépticos, como Hungrí­a e Italia, y en aquellos donde los proeuropeos han sufrido un retroceso polí­tico, como Francia. Este juego apenas comienza.

Traducción: Esteban Flamini

Mark Leonard es el director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Copyright: Project Syndicate, 2019. www.project-syndicate.org

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Mark Leonard
Mark Leonard
Mark Leonard es un científico político británico y escritor. Es el director del Consejo europeo de Relaciones Exteriores. Analista internacional y columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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