Recuerdo que el primero de los libros de poesía, que leí con pasión devoradora, del poeta uruguayo Mario Benedetti (1920-2009), fue “Poemas de la Oficina”, si no me traiciona la memoria de mi juventud (como si no lo fuera todavía), ahora lo que viene al caso, la muerte de Benedetti y al contar esta historia que nos lleva a la década de 1970, puedo hablar de un “mecenas”, que sin egoísmo de libros, siempre conmigo, me daba a leer a maravillosos poetas, novelistas y dándome escuela en casa, teoría revolucionaria y orientación de la filosofía política y clásicos del marxismo; así leyendo el Capital, las obras de Lenin, de Kursanov “El Materialismo Dialectico”, de Konstantinov El Materialismo Histórico, Tolstoi, Dostoievski, Gramsci, Mao, Pasolini; y de Ho Chi Minh, para no cansarlos, aquel hermano lo hacía, por educarme en literatura, enriquecía mi lenguaje e imaginación creadora; ese mecenas mío, de quien les hablo era nada menos, que el patriota revolucionario Alfonso Hernández (1948-1988), quien llegó a ser más que un hermano conmigo; esa década me dio a conocer a poetas como Benedetti, al poeta turco de “Duro oficio el exilio” Nazim Hikmet, y me dio a leer a Roque Dalton (amigo del poeta turco, conocidos en Rusia), conocí a Miloz, Pavese, Gogol, Essenin, Seferis, Pessoa, Cortázar, García Márquez, Archibald Macleish, Ezra Pound, Francisco Urondo, Salarrue, William Faulkner, Henry Miller, Joyce, Dylan Thomas, Hemingway, Whitman, Proust y el poeta Merton, Cardenal y Otto René Castillo. A través de Alfonso Hernández conocí al poeta Alfonso Quijada Urías, hermano y con quien vivimos en familia tiempos peligrosos, colaborando con la Resistencia Nacional, en momentos de vida y muerte. Fue quien me trajo la noticia. Me dolió mucho de sorpresa conocerla o más bien creerla, ¡no podía ser! Lamentablemente una noche de noviembre de 1988, el poeta Quijada Urías, triste me comunicaba por vía telefónica desde Vancouver, que Alfonso Hernández, había caído en combate, contra la dictadura militar, en un enfrentamiento armado en Guazapa el 11 de Noviembre de 1988, en el Cantón el Bambú, siendo víctimas de una emboscada del enemigo. Alfonso Hernández cayó como caen los verdaderos hombres dispuestos a dar su corazón y su vida por el pueblo, la justicia, la libertad y por la liberación nacional. Por eso deben ser rescatados a la memoria histórica de los pueblos. Hoy 11 de Noviembre, a 32 años de su caída contra los esbirros trogloditas carniceros de la Policía de Hacienda, “La Chichera”, caen por asalto inesperado a la columna guerrillera en Guazapa, donde andaba el comanche “Gonzaga” como el mismo se hacía llamar. Algunos testigos del combate en aquel tiroteo inesperado, se dice que Alfonso combatía hasta el último minuto de su vida -según me contaría años después el poeta Octavio Martínez-, quien me dijo que todavía lo alcanzaba, a ver tirado en el suelo, disparando, entonces entre la balacera gritándole “Gonzalo desplázate te vamos a cubrir, muévete, vamos pronto muévete”, por boca de Octavio Martínez, me dice que ahí, se encontraba el amigo Miguel Huezo Mixco, otro poeta combatiente, fue deprimente, pero esperanzador su telegrama que manda al Pichón Cea aquel momento, anunciándole la caída de “Gonzalo” (años después Mixco se negó a narrar su versión), y se dice, también estaba Gerson Martínez y quisiera conocer su versión. En aquel ataque de sorpresa del enemigo, cuando las escuadras descansaban en una hondonada, y sin poder de repente salir de la emboscada y lluvia de balas y morteros, combatiendo y a salto de mata muchos compas, en cuenta Octavio Martínez y los demás de la escuadra, salieron en guinda; y después una vez terminado el enfrentamiento, vino el reconocimiento del lugar por fuerzas especiales, ya estaba abandonado por los esbirros. Se dieron cuenta que el enemigo con saña había decapitado al poeta Alfonso Hernández en forma bestial y su cabeza jamás encontrada, macabra muerte, como el Imperio Romano decapitó a Juan El Bautista, además el enemigo, decomisó sus documentos de guerra. ¿Qué hicieron con su cabeza? ¡No se sabe y con qué fin macabro!, el compa Gonzalo, fue enterrado sin cabeza, al pie de un árbol “que bien podemos un día ir a recoger sus huesos y darle heroica sepultura-, me lo decía años después de la guerra, el compa Octavio Martínez, quien anda de visita aquí en Ottawa, donde yo estudio una maestría en Carleton University, y colaboro con otras y otros compas de El Comité de Solidaridad con El Salvador. Me acompaña Manuel Magaña, solidario amigo. Es Octavio Martínez, que anda en gira en misión del Frente en Canadá quien cuenta la historia. Octavio un poeta combatiente compañero de lucha de Alfonso Hernández, estuvo en el lugar cuando sucedió la muerte monstruosa de uno de los miembros fundadores de la Resistencia Nacional (FARN) Alfonso Hernández, poeta mártir de la revolución salvadoreña.
Haciendo retroceder el tiempo, para hablar más de la vida e historia del hermano, Alfonso Hernández (Cdt Gonzalo, su nombre de guerra), recuerdo bien, allá por la década de 1974-75, en adelante yo andando en el bregar de la poesía y buscando espacios para publicar mis trabajos y siempre como estudiante de letras, en apoyo de la Sociedad de Estudiantes Universitarios. Me relaciono bastante por esa época, con Huezo Mixco, Chamba Juárez, Chema Cuéllar, Roberto Cea, Mauricio Vallejo Marroquín y era en la universidad solíamos vernos con Alfonso Hernández, quien había creado conmigo, una hermandad tan grande en familia. Sucede entonces el caso doloroso del asesinato de Roque Dalton en mayo de 1975, perpetuado por los mismos partidarios de izquierda. El mismo Alfonso me dio a conocer el comunicado que circulaba en la universidad y en el Estrella Roja. Yo sabía que Roque Dalton (“Ernesto”) en 1972 había entrado clandestino al país, a militar en una, ultraizquierda organización el Grupo, donde por controversias e intrigas políticas la cabeza de la organización, con saña asesinan a Roque Dalton, poeta y al obrero “Pancho” y miren sus asesinos, por ahí andan todavía vivitos y coleando. No sé, si Alfonso Hernández en esas andanzas, pudo alguna vez juntarse con Roque Dalton, lo dudo creo que no, quizás me hubiera comentado. Quien se relacionaba por estructura política con Roque Dalton era el poeta Eduardo Sancho (Cdt Ferman Cienfuegos) y Ferman tenía relación política con Alfonso Hernández, además habían fundado años atrás el grupo literario Mazacuata de San Vicente, ahí nacieron las ideas a la revolución. Despuesito ocurre por las fuerzas represivas del presidente Molina, y con tanquetas atropella de muerte a estudiantes universitarios el 30 de julio de 1975, dos meses después del asesinato (10 de mayo) de Roque Dalton, masacre que ya no vieron sus ojos pero había cantado en sus “Poemas Clandestinos” que circularon en mimeógrafo, llegaron a mis manos, lo mismo poemas de Lil Milagro Ramírez, gracias a Alfonso Hernández. Así andaba la situación revolucionaria de aquel momento de angustias a ojos de águila para librarse y burlar al enemigo castrense…
Como les decía ya en la década de los 80s, tiempos de guerra, el poeta mandaba libros, siempre lo hizo en distintas épocas, desde diferentes lugares, donde se encontrara, ya en tiempos de guerra, me contaba en sus cartas que escribía sus poemas y los partes de guerra, en la culata de su fusil Fal. Según cartas, poemas mandados por conducto, y los publicábamos en la Pagina Literaria Los “Cinco Negritos” de diario El Mundo, que dirigíamos Joaquín Meza y mi persona. Fue así que con el hermano Gonzalo, manteníamos contacto desde el Frente de Guazapa, y cuando bajaba de la montaña, iba a recogerlo con mucha cautela y estrategia, por el lado de Apopa, cerca del campo de futbol, ahí me hacia el maje dándole a la pelota vestido de futbolista, mientras el compa Gonzaga se asomaba con su rostro muy demacrado esta vez; y ahí nos juntábamos. Aparecía una escuadra que luego daba su regreso, tenía ya listo un vehículo con amigo de confianza y movilizar al compa y guarecerse y reponerse, clandestinamente en mi casa, cuando coordinaba una misión operativa en la ciudad. Viene todo picado de bichos, morada su piel, todo esqueletudo como de aguantar hambre.
En todo momento, pude, darme cuenta de su actividad revolucionaria y de su poesía, anduvimos cerca en familia con nuestras esposas, desde principios de 1970 la década de 1980. Década que en que nacen en el país, en sus inicios los primeros grupos político militares, en puro sectarismo ese momento. Pero se andan jugando en sus grupos, muchos la vida en vida clandestina, por esos años Alfonso anda junto a otros compañeros de célula, me cuenta de Carlos Alberto Menjívar, mencionado por la prensa nacional, su jefe en aquellos instantes y un compa buscado y se recompensaba su captura por el régimen, por estar implicado en el secuestro y muerte de un oligarca salvadoreño. Los primeros grupos político militares, son producto del sector de la Juventud del PC que en 1970 se separo, con el objeto de emprender la lucha armada, fue cuando surgen los primeros grupos de la guerrilla urbana en el movimiento revolucionario salvadoreño, una década violenta políticamente, de cobarde como cínica represión militar en contra del pueblo, y organización estudiantiles y de trabajadores sindicales, por parte del régimen neofascista, apoyado por el imperialismo de los Bush y los Reagan. Una descarada represión contra las organizaciones democrático revolucionarias y entonces aquella ola de violencia y sangre se fue con crisis de guerra civil, social y económica, creciendo más y más hasta estallar en el enfrentamiento armado de 1980 en adelante en una guerra de contrainsurgencia de doce años hasta 1992.
Y viniendo de nuevo a mi amistad con Alfonso Hernández, decía tenía una confianza exagerada en mí persona, no importaba que supiera, cómo andaba la situación revolucionaria clandestina, de los grupos político militares, leyendo documentos testimonios, manifiestos políticos, debían algunos según dirección del compa, ser mecanografiados en offset, mi esposa cuidadosamente hacia ese trabajo de secretaria, a veces transcripción de casetes gravados y con audífonos (un día mi esposa salvo su vida por milagro de Dios), lo que hoy narro, es que dentro de esas vivencias de poesía, había entre “los Tres Alfonsos”, nos llamaba el poeta Salomón Rivera, tiempo para gozo en la militancia. Y cuando así bajaba de la montaña a escondidas, era cálida, planificada, su bienvenida, como el gozo de brindar, como decimos, con buenas boquitas preparadas por mi esposa, tomando “petequenes”, un par de “talahuashtazos.” Hay poesía y bohemia sin descuidar la responsabilidad revolucionaria. No olvidar que toda la década de 1970 en adelante es clave constante para la organización política, década de prolongada lucha popular revolucionaria. El mismo Alfonso Hernández cuenta en sus relatos, de sus actividades subversivas de su tiempo. Su experiencia, su actividad de militancia, reescribe en ficción su vivencia clandestina, en sus narraciones recoge su imagen autobiográfica como viéndose así mismo. Me consta de cómo el poeta, anda trabajando duro, conformando sindicatos de obreros y campesinos, las bases de la Organización Frente de Acción Popular Unificada (FAPU), la guerra armada estaba llegando. Y vino a encender pronto la mecha de la revolución el cobarde asesinato de Monseñor Romero, perpetuado por la derecha recalcitrante y planificada en complicidad de militares y oligarcas.
Todo lo que he contado, que no viene al caso, pero sirve como telón de fondo histórico al hacer un retrato del Alfonso Hernández, cuando lo asocio al poeta Mario Benedetti y gracias a las lecturas el hermano, pude conocer la poesía y narraciones de este poeta uruguayo. Hoy que hablo de la muerte del poeta Mario Benedetti y lo asocio a Alfonso Hernández, y a su compañero Carlos Menjívar. Me decía Gonzalo que Menjívar era un gran lector de literatura, el régimen lo buscaba intensamente, vivo o muerto, consta de labios de Alfonso Hernández, su compañero de célula, supe después que fuera el mismo Carlos Menjívar, quien daba los libros de Benedetti a Alfonso Hernández, después de leídos, al juntarse conmigo me los pasaba; por eso asocio a estos poetas, personajes históricos, Benedetti y Alfonso Hernández, Carlos Menjívar (uno de los primeros fundadores de la guerrilla en El Salvador). Después supe de su muerte, cuando había sido capturado por el régimen, herido cuando manipulaba una bomba en su cuarto, dicen, el enemigo lo lleva al Hospital Militar, donde Menjívar en un descuido se quita las sondas de su cuerpo y murió. Y esto trae el recuerdo del poeta Benedetti, no olvidar, fue tildado por la dictadura militar uruguaya, como un poeta comunista y perseguido por Juan María Bordaberry hacia los años de 1972, no obstante Benedetti estuvo en ocasiones exilado y salvaguardado en Cuba haciendo labor cultural. Lo mismo ahí vivió un tiempo después el poeta Alfonso Hernández, siendo un tiempo venadeado aquí en su patria por los mismos cuerpos de seguridad de la G2 Guardia Nacional, y por los escuadrones de la muerte quienes andaban en busca de “subversivos comunistas” y que sin piedad se daban al exterminio a veces hasta con toda y familia. En esa treta tuve que cambiar dos o tres veces de casa para burlar por estrategia al enemigo castrense que asesinaban sin piedad ante cualesquier sospecha.
Alfonso Hernández, me dio a conocer la obra de Benedetti en la poesía latinoamericana de hoy, Benedetti poeta que despertó en mi desde el primer instante, me deslumbró, me alucinó su visión de mundo, ese reflejar la realidad social, no solo en su forma desenfrenada del uso del lenguaje, poesía libre, sarcástica, irónica, esperanzadora, acusadora, utópica, existencial, soñadora, apegado poetas como el francés Prevert, Rimbaud, Baudelaire, Vallejo; es Benedetti un poeta de fascinantes metáforas, lo conceptual, lo conversacional de su poesía. Temática que denuncia las injusticias, el irrespeto a los derechos humanos y pregona sentimiento amoroso y tierno a la mujer, con sutileza erótica. Por esos días, la poesía de Benedetti me hacía inspirarme en los instantes de tensión violenta que vivíamos en El Salvador. Una poesía humana, al igual como la poesía de Alfonso Hernández, de profunda lealtad al hombre, comprometida con la causa de los pobres, los obreros, los campesinos, poesía de compromiso y de protesta social. Alfonso Hernández me fue pasando esporádicamente cada uno de los libros de Benedetti tales como: “Sólo mientras tanto”; “Poemas de hoy por hoy”; “Noción de patria”; “Próximo prójimo”, “Gracias por el fuego”, por último devoré “La casa y el ladrillo”. Alfonso me obligaba a escribir de cada libro, un comentario de interpretación critica, de la poesía de Benedetti, en esa forma el hermano me fue introduciendo a razonar e interpretar con sentido crítico la literatura. Entre las novelas cortas y biográficas de Benedetti, me impresiona su técnica narrativa, elaborada en verso libre “El Cumpleaños de Juan Ángel”, publicada en 1971, narrada en secuencias de “flashbacks”, describe las actividades de la guerrilla urbana en Montevideo. Pude conocer una antología recopilada del poeta Benedetti: “Poesía Trunca”, publicada por Casa de las Américas, para conocer un arsenal de poesía de aquellos valientes poetas latinoamericanos revolucionarios, exilados, asesinados, secuestrados, desaparecidos y torturados en las mazmorras de las cárceles de los regímenes dictatoriales.
Mario Benedetti, quien además de poeta, escribió novelas, cuentos, teatro y un número de excelentes ensayos críticos y entrevistas al tratar problemas políticos y cuestiona la función de la literatura en Latinoamérica. Viajó por México y Cuba, a menudo sirvió de jurado en el Premio Casa de las Américas, pero desde 1967 a 1969 vivió exilado en Cuba, dirigió el Centro de Investigación Literaria de CASA y entabló una cercana amistad con el poeta Roque Dalton (1935-1975) y hay una entrevista entre ellos. Fue miembro de la publicación de izquierda “La Marcha”, estando en su país, fue líder del “Movimiento Independientes 26 de Marzo” del “Frente Amplio”, una coalición para la oposición al régimen militar, dictatorial uruguayo. Fue suerte encontrarme con dos de sus poemas escritos a últimos días de su muerte y me doy cuenta que Benedetti tenía una enorme amistad y admiración profunda y no solo por la poesía de Roque Dalton, sino de Vallejo y de Quiroga, oigámoslo: “En el breviario de la noche”: Quiero quedarme en medio de los libros // vibrar con Roque Dalton con Vallejo y con Quiroga // ser una de sus páginas // la más inolvidable // y desde allí juzgar al pobre mundo // no pretendo que nadie me encuaderne // quiero pensar en rustica // con las pupilas verdes de la memoria franca // en el breviario de la noche en vilo mi abecedario de los sentimientos // sabe posarse en mis queridos nombres // me siento cómodo entre tantas hojas // con adverbios, revelaciones // silabas que me piden un socorro // adjetivos que parecen juguetes // quiero quedarme en medio de los libros // en ellos he aprendido a dar mis pasos // a convivir con mañas y soplidos vitales // a comprender lo que me crearon otros // y a ser por fin // este poco que soy”. Es el lenguaje poético, lenguaje florido, colorido, testimonial de esperanza y acción de un poeta consecuente con su obra y su acción de militancia política y ante todo poetas con agallas. Otro de sus bellos poemas “Mentiras Piadosas”: Vaya uno a imaginar en donde y cuando // el tiempo se hará polvo en la espesura // mientras tanto avanzamos y avanzamos // con las manos atadas inexorablemente // en un sueño más o menos terroso // si al fin llega el clásico amanecer // con sus destellos de otras temporadas // y ya sin dudas ni estupores // sabemos que las manos están libres // y los dedos se atreven con la gimnasia sueca // no está mal admitir que palpitamos // y meternos la muerte en el bolsillo // después de todo si después de todo // es la mentira más estimulante // que nos decimos sin proferir hurras // y la felicidad consiste en eso // en creer que creemos lo increíble.”
Una poesía fresca caracteriza la visión de mundo en Benedetti, reflejar imagen, esa vivencia contemplativa, de fondo la justicia, el amor, la esperanza, la política, la revolución, la vida misma. De ahí que los anteriores versos del poeta Mario Benedetti, de su último libro que dejó titulado: “Biografía para encontrarme”, de Editorial VISOR, publicará como póstumo homenaje. Según últimas noticias Benedetti fue enterrado el martes 19 de mayo del 2009 en el Panteón Nacional de Montevideo, Uruguay, después de recibir honores oficiales del gobierno, de amigos, familiares y de su pueblo. Mario Benedetti y Alfonso Hernández poetas revolucionarios, ejemplos de militancia de los poetas siempre viviendo y luchadores que seguirán siempre cantando. AVT/8/11/2020.
LEA TESTIMONIO DE JUAN JOSÉ DALTON
Alfonso Velis Tobar, Carletón University, MA,Ottawa, Canadá.