Este ocho de marzo no me feliciten por ser mujer, si lo que quieren es callarme.
No me den flores y regalos, que nada de eso me consuela. NO me feliciten por estar en desventaja, por tener que verme siempre “bien”. Porque necesitan que mi cuerpo y mi mente sean siempre complacientes.
No me feliciten por ser mujer, porque soy objeto de su morbo, de su crítica. No me feliciten porque no puedo ni disfrutarme, porque no puedo ni tener calor (y usar shorts), porque “siempre lo estoy buscando”.
No me feliciten hoy, pero mañana me nieguen un empleo por estar embarazada. No me feliciten hoy, si mañana van a juzgarme, si mañana van a querer decidir sobre mi cuerpo. No me feliciten, si aún no pueden respetar que un no es no.
NO me feliciten a mí, si mañana van a golpear, abusar y asesinar a mis hermanas trans. No me feliciten si todo lo que sea femenino es para ustedes una debilidad, una ofensa, algo que necesita ser “corregido” o “mejorado”.
No me feliciten en honor a su madre, a sus hermanas. No me feliciten por el mérito de otras, no hay necesidad de ser la más increíble para tener los mismos derechos. Todas nacemos iguales y libres.
No me feliciten si al final del día lo que quieren es que nos odiemos, que compitamos. Que pensemos que nosotras mismas nos saboteamos, que tenemos que reñir por todo, hasta por la atención de los hombres (niña, pelearse por un hombre es tan retro, ¡deje ir a ese desgraciado!).
No me feliciten por sobrevivir un año más el implacable machismo que nos rodea. No me digan “luchona” si no entienden la complejidad de la lucha: darlo todo, y nunca ser suficiente. Tener que ser mamás de todxs, hasta de nuestras propias parejas.
No me feliciten, si lo que buscan es una mujer que haga toda la labor emocional en sus relaciones. Una mujer que les sirva, que les cuide, que les proteja, pero a la vez sea femenina, tierna y vulnerable (Y usted tan insensible y ordinario, ¿en qué estamos?).
No me feliciten por la idea absurda de feminidad que se han inventado. No me feliciten, si lo único que quieren es dominarme, restarle valor a mi inteligencia. Si quieren atacar mi físico porque les amenaza mi intelecto.
No me feliciten hoy, si mañana, no van a creer en mis palabras. No me feliciten por ser linda y simpática, si no pueden con mi irreverencia; si el abuso que denuncio les incomoda tanto.
Prefiero que me respeten, antes que me feliciten. Prefiero que me vean sin el filtro de “mujer” y dejen de ofenderse porque soy “demasiado honesta”. Prefiero que me escuchen, que hagan preguntas. Que se eduquen a ustedes mismos. Que sean aliados, que nos acompañen sin opacarnos.
Prefiero que nos dejen en paz. Que revisen sus privilegios todos los días. Que antes de emitir opiniones sobre nosotras, nuestros derechos y nuestros cuerpos, se muerdan cincuenta veces la lengua, y mejor se queden callados.
Prefiero que se traguen el piropo, y entiendan de una vez por todas que ninguna mujer les pertenece. Que nosotras no existimos para su consumo. Que nosotras no nacimos para ustedes.