Sin mucho esfuerzo, al ciudadano honrado le resulta más que evidente la grave crisis socio-política y económica que agobia a la población salvadoreña, pero que, ya despojada de subordinaciones y temores, pide urgente reparación de parte de quienes, de alguna manera, han contribuido a la crisis, durante varias décadas.
Con algunas excepciones, los casos de quienes ejercieron la subcultura de la compostura, están ahí; en espera de que la justicia asuma su verdadero papel protector de los derechos ciudadanos.
Por su parte, el pueblo, atento y decidido, no permitirá más el arribismo de quienes -algunos hasta falsos e ignorantes- han venido haciendo un coto de caza de la cosa pública, con la consiguiente bofetada al pueblo, mediante: enriquecimiento ilícito, desvío de fondos públicos, manipulación de documentos jurídicos en crímenes de lesa humanidad, abuso de poder, escándalos en la vía pública, viajes y viáticos excesivos, donaciones fraudulentas, relaciones sospechosas de narcoactividad y otras… además de ser rostros ya cansados, y que ya cansan.
Con el merecido respeto, quedan excluidas las apreciables por escasas excepciones, de algunos políticos serios, honestos y capaces. Porque. que los hay, los hay…
El siguiente poema INVIERNO de Vicente Rosales y Rosales, excepcional por su forma y contenido, es una real aproximación a esa realidad nuestra de cada día, en una sociedad en la que sólo se vive en razón de la ley del más fuerte y de algunos políticos inescrupulosos, quienes, al alcanzar una posición aceptable, viven entre privilegios y prebendas, con total beneficio personal y de su grupo político.
Dice Rosales y Rosales:
—- “Brumoso el ideal la carne inerte/ para otros dieron lana las vicuñas/ en este invierno macho de la muerte/ cuantos nos vamos a comer las uñas./ Tres meses de hospital a leche cruda/ o terminar mendigo y con muletas/ esta noche dormirás desnuda/ mientras se mueren de hambre los poetas./ Se citan casos extraordinarios/ seres que el hambre asesinó siniestro/ con estas cosas se hacen hoy los diarios/ tal vez mañana se mencione el nuestro”. Hasta aquí el poema de don Vicente.
“Para otros dieron lana las vicuñas…”, denunciaba el maestro Rosales y Rosales.
Pero hoy, para la conciencia popular aquellos “otros” ya no deben tener ningún espacio y la “lana” (dinero/impuestos), debe ser revertida para beneficio de la población. Desde luego, para ello se precisa de un cambio radical de mentalidad de los partidos políticos y de los políticos mismos -por ejemplo, pensar en servir y no solo en servirse- en su oferta y cumplimiento a la sociedad, de aquellas acciones que propenden al bien común y ya no solo al beneficio personal y de su partido político.
Claro, si el pueblo exige acción y transparencia, también debe dar participación igual. Dando y dando. Se deben mantener los pesos y contrapesos, pero desde un disenso con altura, dignidad y madurez política -no con insultos, diatribas y malos augurios para el sector gobernante, como todavía se evidencia hoy- y saber esperar la nueva oportunidad que siempre da la democracia para volver al poder, cuando el pueblo y su mayoría electora lo permiten.
Además, el ejercicio de un discurso con altura y madurez, permitirá lograr un disenso patriótico y satisfactorio; y, sobre todo, mostrará el verdadero espíritu democrático y revolucionario, único que puede contribuir a encausar al país hacia un verdadero proceso de desarrollo integral, en beneficio del pueblo salvadoreño en general.
Es imperativo, entonces, un cambio radical de aquel estado de cosas, que hace ya muchos años denunciara el recordado poeta Vicente Rosales y Rosales. Sobre todo, no más compatriotas “mordiéndose las uñas”, por un despiadado “invierno” político, como el que por décadas ha venido arrasando con todo, hasta con los derechos humanos más sentidos y con el arte la cultura.