viernes, 26 abril 2024

¡Muerte a la inteligencia! ¡Viva la muerte!

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Siendo rector de la universidad de Salamanca Miguel de Unamuno recibió a la falange franquista que habiendo iniciado la destrucción de la república iniciaba la dictadura (que las elites salvadoreñas reconocieron sin ningún pudor democrático). Aquel enfrentamiento verbal que inició con la frase que titula este texto terminó con la destitución como rector y concejal de la universidad del filósofo español. ¿Cómo reconocer una moneda falsa de una verdadera? Por su respaldo. Igual sucede con los políticos. El contenido y la coherencia serán lo que sostiene al buen político. Hay malos políticos y políticos malos. Los primeros son los que pretendiendo dar un golpe en la oscuridad sin tener idea del bien común se meten a la política. Los segundos son corruptos de toda estirpe. De estos dos géneros hemos estado infestados en El Salvador, Centroamérica, Latinoamérica y de eso da cuenta la historia como nos va. La política no va de amor, de Dios, vida o muerte. Va de bien común, participación ciudadana y democracia. Pero al infestarse con discursos disimulados las personas suelen caer en la trampa que termina haciéndoles colocar en las esferas de poder no al más idóneo sino al más tramposo que casi siempre adolece de miedo. En un país que en 200 años no logró transformar al pueblo en ciudadanos no esperemos (decía Cicerón) que los unos o los otros sepan discernir que la sola idea que algo cruel pueda ser útil para ganar una elección es inmoral. Para que haya bien y mal debe haber posibilidad de desobedecer. Y eso provoca que frente a las imposiciones, fraudes, ventajas ilegales, coacción o abandono de los ideales comunes el pueblo de la espalda a aquellos que sobre las mentiras se enarbolan líderes. Quienes decidan intentar representar a sus paisanos deben entender que actuar correctamente no demanda darse cuenta pero que siempre seremos consientes cuando comencemos a hacer mal las cosas y esa es la gran responsabilidad que no pueden evadir los políticos buenos. Usar a Dios es el recurso preferido del diablo. Así le demuestra que la creación no fue perfecta. Los italianos me lo explicaban de esta manera: Adán era de derecha; Eva de izquierda y la serpiente, demócrata-cristiana.

II

Pancho Villa, después de haber sido el único que invadió EE.UU. proclamándose héroe y recibir 23 balazos, muriendo sin duda, les pide a quienes le rodean: «digan que dije algo». Esa ansiedad que Villa demuestra frente a la muerte inminente es la misma que muchos reflejan cuando de enfrentarse al pueblo se trata. Desean decir tanto «algo» que nos piden que entendamos que de su vacio nosotros entendimos «algo». Y acto seguido comienzan a repartir cosas para hacer del sin sentido una fiesta que recuerda a los mismos de siempre. Si la muerte es parte de la vida, aún los políticos deben entender que la derrota es la muerte política y que eso debería de forzar el entierro político de quienes pierdan cualquier elección. Pero no es así en nuestra cultura necrófila. Nunca como en ningún lugar la resurrección se había llevado con tanta efectividad. Hay una clase de políticos que no se enteran que ya murieron: los zombi-políticos. Vagan de partido en partido y de elección en elección. Y así nos traen en una serie interminable de capítulos cuyo guionista ya no encuentra que inventar para escribir algo que emocione a la parroquia. Pobres. No comprendieron que re-insistir en política es como vivir eternamente y, a nadie debería parecerle normal ser un judío errante. Si, Miguel de Unamuno fue condenado a vivir y morir en arresto domiciliario por la dictadura. Pero fueron lapidarias sus inmortales palabras de respuesta frente a la matonería de quienes envalentonados por poseer la fuerza terminan imponiéndose: ¡venceréis! –Les dijo- ¡pero no convenceréis! Porque para convencer hace falta razón y derecho en la lucha. La trampa y el miedo no pueden vencer a la inteligencia. Como la oscuridad tampoco ha podido a lo largo de la historia vencer a la luz aunque muchas veces parezca que sí.

(*) Reflexiones de filosofía política mientras hago campaña para obtener una curul legislativa.

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Marvin Aguilar
Marvin Aguilar
Analista político, historiador, colaborador y columnista de ContraPunto
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