jueves, 2 mayo 2024
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Mis mejores deseos para el 2024

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"Deseo que perdonés y que te perdonés para comenzar el 2024 con una página limpia": Nelson López Rojas.

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Por Nelson López Rojas.

En los últimos días del año, en medio de las celebraciones, aguinaldos, regalos, abrazos y mis mejores deseos, la gente se sienta a analizar lo que ha ocurrido en los últimos 12 meses: ¿acaso cumplí mis propósitos del 2023? ¿Debo proponerme nuevas metas y nuevos propósitos para el año que entra? ¿Debo esperar a que el año me sorprenda?

Hasta el Papa Francisco en su mensaje navideño acaba de exhortar a los que tengan intereses en las guerras a escuchar la voz de la conciencia. Esto suena como un eco que repite el mensaje de Romero de hace 40 años donde les pedía a los militares que obedecieran a Dios (o a su conciencia) ante la orden de asesinar a alguien. Y aunque ahora vivamos sin la sombra de las guerras que las maras causaban, hay otros lugares donde la violencia y las guerras genocidas continúan: Palestina, Ucrania, Sudán, Siria, Myanmar, Nigeria, Liberia… en fin, si la gente escuchara la voz de la conciencia, las guerras y las ocupaciones cesarían.

Mucho se habla de ser empático con los demás “para estar en sus zapatos”, pero nadie quiere estar en los zapatos de un niño en Gaza o en uno de los 650 tiroteos perpetrados en Estados Unidos en el 2023. Es preferible decir que uno siente simpatía, o sea, tener la capacidad de sentir compasión o preocupación por el bienestar de la otra persona o hacia los sentimientos de los demás, sin necesariamente experimentar o compartir directamente esas emociones. 

En el 2022 publiqué una reflexión donde hacía referencia a un estudio en el que científicos sociales de Yale aseguraban que la salud mental y la felicidad se logran con tres elementos básicos: dormir bien, ser agradecido y ayudar a los demás. Eso sigue vigente y, aunque estas tres cosas parezcan sencillas, podemos entrenarnos para lograr la felicidad que anhelamos. 

Dormir bien no quiere decir dormir mucho, sino descansar, tomar una siesta que te repare, cerrar los ojos y meditar en tu hora de almuerzo. Ahora bien, alguien podría decirme “señor columnista, ¿cómo puedo dormir bien pensando en las deudas que tengo?” Con las deudas, la inflación, el alquiler, la comida, la educación de los niños, la enfermedad de mis padres, ¿cómo se puede dormir bien? Ahí es donde entran las otras dos partes: ser agradecido y ayudar a los demás. 

Ser agradecido suena fácil y obvio, pero muchas veces pensamos que la gente tiene la obligación de hacer algo por nosotros o que merecemos cierto tratamiento y nos negamos a decir gracias. Esforcémonos para cambiar esta actitud arrogante de ingratitud. 

Ayudar a los demás no necesariamente implica dinero, pero sí nuestra actitud. La gente está más propensa a ayudarte si tenés una actitud agradecida que una confrontativa. ¿Alguien te regala algo que no era lo que esperabas? Agradecé. ¿Alguien te prestó dinero? Agradecé. ¿Alguien te prestó su carro cuando lo necesitabas? Agradecé y devolvelo lavado y con gasolina. Ser agradecido es cuestión de actitud. Pensá en el alquiler de tu casa y que el casero te dice que le va a aumentar $25 en el nuevo año. Podrías tomar una actitud pesimista y decirle que no vas a seguir en la casa y que vas a buscar otro lugar o podrías agradecerle por la oportunidad de haberte alquilado y que te gustaría seguir en el lugar, pero que tus ingresos son limitados. Quizás el casero tenga la simpatía de dejarte el monto que pagabas anteriormente. La tercera frase, “ayudar a los demás” va más allá de darle una moneda al que te limpia el parabrisas. Cierta noche me quedé con una llanta pinchada en medio de la noche en un lugar oscuro. Pasó el dueño de un café en su auto y se bajó a ayudarme. El dueño. Se ensució las manos conmigo y es un gesto que le agradezco recomendando su negocio a mis amigos. 

Hay personas que no tienen nada y se creen tenerlo todo, se creen vivir en un mundo donde ellos son la realeza y no ayudan a nadie por no ensuciarse. ¿Y si lo necesitaras vos? También el ayudar implica no estorbar ni echar zancadilla ni hacer chismes en el trabajo. Recordá el refrán que reza “mucho ayuda el que no estorba”.

Deseo un país donde la gente sea menos conformista, pero que celebre lo que tiene. Es decir, ¿para qué torturarse y lamentarse que no podés tener un iPhone 15 si el Motorola que tenés funciona perfectamente? Claro que hay que tener ambición y anhelos de superación, pero si por el momento no estás en una condición económica favorable, ¡sé feliz con lo que tenés! La gente se queja del edificio monstruoso que desentona con el resto del centro histórico en San Salvador o que la biblioteca nacional Francisco Gavidia se quedó sin nombre o que es un edificio con más show que libros o que China nos ha comprado para su futuro, etc. ¿Qué tal si en lugar de quejarnos y hablar mal del edificio nos alegráramos por tanta gente de lugares desfavorecidos que hoy tienen acceso a un videojuego o a un set de legos? Sí, sé lo que estás pensando, los libros… ¡pero los libros vendrán! Celebremos lo que tenemos.

Deseo un país menos egoísta. Escuchaba en la radio que las festividades neoyorquinas de la Bola de Times Square Ball dejarán 50 toneladas de basura y confeti, pero que desde hace meses 200 trabajadores se han estado preparando y hasta han hecho simulacros de limpieza. Sé que es Nueva York. Entiendo que es el primer mundo, pero ¿qué tan difícil es que cada uno de nosotros limpie su pedacito de calle después de las festividades de año nuevo? Sí, también entiendo que vos no lo ensuciaste y que para eso pagás impuestos a la alcaldía, mas si es algo que afea tu vecindad, ¿por qué no tener simpatía?

Deseo un país que vaya más allá del show, un país donde se publiquen libros para que la gente los lea y no solo para adornar libreras, donde haya una escuela para incentivar la escritura creativa, donde la gente que hace cine sea valorada y los artistas no se vean como una clase inferior.

Deseo que el año nuevo traiga justicia a mi país y que se agilice el proceso para los casos de los inocentes detenidos con el régimen. Es entendible que haya víctimas que no tengan nada que ver con las maras, pero también el sistema de justicia debe agilizar los casos para que las madres y sus familiares dejen de sufrir por un hijo encarcelado. Deseo un país donde se investigue bien y que no ocurran estos atropellos.

Deseo un país con menos prejuicios raciales, culturales y de clase. Comprémosle a los vendedores, a los emprendedores, a los pequeños negocios, a la gente que tiene que arriesgar su vida, su integridad y su tranquilidad para poder llevar el alimento a sus hijos. Deseo una sociedad que no invisibilice a los pobres, a los sin casa. Tenemos un lindo centro histórico, pero tenemos mucha gente que duerme con frío y hambre en los portales. 

Deseo un país más igualitario donde las calles donde viven los pobres sean pavimentadas de la misma forma que se hacen con la gente pudiente, donde se consideren a los transeúntes y no solo a los de carro, donde haya espacios para que los animales puedan cruzarse sin morir en el intento. 

Deseo un país donde la gente termine lo que comienza: se repara una calle, pero se dejan otros hoyos sin tapar y se hacen más grandes; pavimentan una arteria, pero no pintan los carriles ni señalizan las calles; sacan la licencia, pero no han aprendido a conducir; hay policías de tránsito, pero desconocen las reglas. 

Deseo que mis compatriotas no endiosen a sus líderes para que no haya odio si pienso diferente. Hay que ser cuerdo, congruente y responsable a la hora de votar. Hay que entender que hay acciones y reacciones y que lo que uno elige hacer tiene consecuencias. Hay que analizar lo bueno y lo malo de cada candidato y así poder ejercer la democracia con propiedad. Deseo un país que vele por el bien común y no por el mal común, como bien decía Ellacuría.

Deseo que mi país sea un país más verdadero, más humano. Deseo que la gente sea honesta con sus parejas, en sus trabajos y consigo misma. Deseo que, si un restaurante me dice que la comida estará lista en una hora, pues soy yo quien tomará la decisión de esperar o no, pero que no digan que mis pancakes salen en 15 minutos solo para que me quede. Ser verdaderos y aceptarnos tal cual uno es nos traerá la anhelada felicidad en el año nuevo. Si tu idea es cambiar de look, aprender inglés, bajar unas libras, encontrar un nuevo empleo o una nueva relación ¡hacelo! Trabajá para esa meta poco a poco. Nada sucede de la noche a la mañana ni mágicamente.

Deseo que amés intensamente, que te amés intensamente a vos primero para así amar a los demás. Deseo que perdonés y que te perdonés para comenzar el 2024 con una página limpia. Si tuviste propósitos que no cumpliste, ¡pues ya! “Ya lo pasado, pasado” decía aquel corito. No existe ni el hombre perfecto ni la mujer perfecta, ni seremos eternos en un trabajo, pero sí existen los buenos momentos y los recuerdos que hacés en cada paso. No se trata de ser eterno, se trata de ser memorable.

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Nelson López Rojas
Nelson López Rojas
Catedrático, escritor y traductor con amplia experiencia internacional. Es columnista y reportero para ContraPunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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