Entre 2015 y 2018, México deportó a 436,125 migrantes centroamericanos, de los países del Triángulo del Norte, y Estados Unidos a 293,813. En ese tiempo las autoridades mexicanas superaron a las estadounidenses en 142,313 deportados.
En el periodo de 2011 a 2014, Estados Unidos deportó a 389,637 centroamericanos y México a 325,560. En esos años las autoridades estadounidenses superaron a las mexicanas en 64,077 deportaciones.
La situación cambió de manera dramática en los últimos cinco años, esto durante el gobierno del presidente Peña Nieto. Todavía no es clara la política que seguirá el gobierno del presidente López Obrador. Se sabe existe preocupación en los gobiernos de Centro América.
De acuerdo a las estadísticas de las cancillerías de Guatemala, Honduras y El Salvador nuestro país se ha convertido en un “muro” contra la migración centroamericana en su paso obligado hacia Estados Unidos.
México, como se puede ver en los números, ahora supera a Estados Unidos, de manera notable, en la deportación de los centroamericanos. Queda la duda si es por una decisión propia o como resultado de la presión o acuerdos con el vecino del Norte.
Entre 2015 y 2018 la suma total de las deportaciones de centroamericanos por parte de México y Estados Unidos asciende a los 729,938. El promedio anual es de 182,484. Y en el periodo de 2011 a 2014 de 715,233 que son 178,808 al año.
En los últimos ocho años el número anual de los centroamericanos deportados no ha variado significativamente, pero si, y de manera notable, los deportados por México. Implica un claro cambio de la política migratoria por parte de nuestro país.
De manera particular en 2017 y 2018, los dos años de la administración del presidente Trump, los Estados Unidos han deportado a 139,452 centroamericanos y México a 141,367. Nuestro país supera al vecino del Norte.
Resultado de ese cambio en la política ha impactado la imagen de México en esos países. Las organizaciones de la sociedad civil que trabajan con migrantes en Centroamérica, pero también al interior de las cancillerías, se ve a las autoridades mexicanas como “la policía de Estados Unidos” o los responsables del “trabajo sucio”.
El gobierno del presidente López Obrador maneja un discurso doble, por un lado dice que se dará asilo y trabajo a todos los centroamericanos que lo soliciten, pero de otro lado los sigue expulsando tal como la hizo el gobierno del presidente Peña Nieto.
No hay ninguna evidencia que muestre hayan disminuido los más de 1,000 centroamericanos que entran todos los días a territorio mexicano por distintos puntos de la frontera sur y tampoco que se haya frenado el número de las deportaciones.
Las nuevas autoridades migratorias llaman a las deportaciones “aseguramientos”, para no decir lo que realmente está ocurriendo; la deportación masiva de centroamericanos todos los días.