Es una realidad lamentable saber que en diferentes países del continente y del mundo, es fácil encontrar a uno o más compatriotas honrando a El Salvador, al desempeñarse, con eficiencia y honestidad, en cualquiera rama profesional, técnica o de servicio. Son salvadoreños no solamente destacándose allá, sino también contribuyendo a mitigar la situación económica familiar y nacional, con sus remesas.
Aparte de que algunos emigran voluntariamente y con todas las de ley, bien por ir ya contratados o seguros de laborar dignamente en otro país, también los hay -y hoy por hoy son la gran mayoría- compatriotas que parten obligados por la mala situación imperante en su país, por diversas circunstancias de alto riesgo para su seguridad personal, estabilidad económica y bienestar social, y de su familia.
Nada fácil para estos últimos. Y peor si allá son los “eternos indocumentados”, a los que alude Roque Dalton en su “Poema de amor”, quienes a diferencia de los mal portados, son gente laboriosa, productiva y, en algunos casos, hasta destacados a nivel del país que los acoge. Contra viento y marea, superando obstáculos, muestran su verdadera casta de salvadoreños. Y mejor también, entre ellos hay verdaderos talentos, verdaderos cerebros en fuga, a quienes su país no aprovechó y que hoy mucho estarían aportando para su real desarrollo.
Son talentos que, casi siempre, son bien aprovechados allá y, a veces, hasta superando a profesionales muy capaces del país que los acoge. Mientras tanto, contrario a la realidad de aquellos talentos en fuga, aquí un sector de los políticos viven de su “antitalento” que, paradójicamente, les es estimulado por quienes, sin darse cuenta, contribuyen a llevarlos al poder a cambio de nada y, lo peor, en perjuicio para la Nación entera.
La “genialidad” del político “antitalento”, por ignorancia o malicia o las dos juntas, ha obligado al país a soportar, en las últimas décadas, desmanes como burla total a la dignidad e inteligencia de los salvadoreños, además del robo a su dinero reflejado en el pago de sus impuestos, que misteriosamente se esfuman, mientras el pueblo sufre carencia de todo: seguridad, canasta básica, medicinas, empleo… sin faltar la doliente emigración obligada.
Imperativo insoslayable es entonces no permitir y denunciar a tiempo, nuevos abusos del poder y su “antitalento”: No más escándalos de diputados ebrios disparando a la autoridad en plena vía pública; no más “donaciones” casi millonarias a organizaciones fantasmas de parientes de diputados; no más abuso en viajes innecesarios y cobro de viáticos; no más uso indebido de vehículos oficiales para viajes al exterior por familiares de diputados… en fin ¡más ética, transparencia y honestidad!
El país seguirá a merced del “antitalento” de los malos políticos, mientras sigan campeando los frutos indecentes de su demagogia, sus falsas promesas electorales y, lo peor, el detestable binomio corrupción/impunidad. Y es que el “antitalento” politiquero es una especie de talento raro y oprobioso de quienes, con total ignorancia y malicia juntas, lo utilizan para sus ambiciosos planes hacia el dinero fácil, el poder y el beneficio personal, de su familia y de su partido político. Por eso estamos como estamos.
Si no se diera esa fuga de verdaderos talentos, el país tendría un listado de gente capaz y responsable, contribuyendo a conducir los destinos de la Nación. Lamentablemente, el poder político y económico sigue jugando también a la exclusión y a la marginación, especialmente de las personas que luchan contra la corrupción y la injusticia, sobre todo, las de pensamiento sólido hacia el beneficio popular, obligándoles a la emigración, con el consiguiente perjuicio para la familia y para el país.
Urge un verdadero cambio para lograr mayor generación de empleo, que evite las tristes emigraciones (conmueve hasta el dolor el drama actual de niños inmigrantes separados de su familia en USA,) y con ello la fuga de más de algún verdadero talento salvadoreño, Sólo así, a mediano y largo plazo, irá decayendo el tradicional y mal accionase los políticos, que tanto daño hace a la honrada y laboriosa ciudadanía salvadoreña.