lunes, 2 diciembre 2024
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Escondelero constitucional

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"Hay locuras de locuras y pueden empeorar pues, seguro, habrán más… si se las dejamos pasar". Eso señala Benjamín Cuéllar.

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Por Benjamín Cuéllar


El primer día de junio del 2019, Nayib Bukele juró cumplir y hacer cumplir una Constitución que a lo mejor no había leído o comprendido en su totalidad pues –según expresó Félix Ulloa en una entrevista– al menos el primer inciso de uno de sus artículos estaba “escondido”. Quizás por lo tardía y arrebatada de su candidatura a la vicepresidencia de la república a este no le alcanzó el tiempo para buscarlo, encontrarlo e interpretarlo muy a su manera a fin de explicárselo antes de esa fecha a quien desde entonces sería oficialmente su jefe, tras triunfar en los comicios del 3 de febrero de ese año. Dicha norma “oculta” impide postularse de nuevo para el mismo cargo a quien haya sido presidente “por más de seis meses, consecutivos o no, durante el período inmediato anterior”.

Eso determina el artículo 152, primer ordinal, de nuestra ley fundamental. Según el “vice”, las cinco últimas palabras arriba citadas constituyen la llave para que Bukele “compita” de nuevo, hoy con árbitros parcializados a su favor, y entre por la puerta ancha a despachar desde la “casona” durante un quinquenio más a partir del 2024.

Con sofismas Ulloa busca engatusar a la gente crédula, incauta, de buena fe o desconocedora; también para enardecer a la ciega fanaticada de aquel. Inicialmente sorprendió a algunas personas, pero a estas alturas sus alegatos ya no extrañan ni son motivo de escándalo para quienes –más allá de las pasiones y la imagen que pudieron haber tenido de él– además de sentido común poseen al menos conocimientos básicos sobre la normativa constitucional y legal respectiva; a eso agréguese el haber logrado desarrollar su pensamiento propio por encima del pensamiento único.

En el susodicho intercambio mediático, Ulloa se refirió al resto de artículos en los que –además del ya mencionado y más allá de su retorcida interpretación de este– se prohíbe expresamente la reelección presidencial inmediata, se reconoce el derecho a la insurrección al alterarse el orden constitucional y se obliga al pueblo a ejercerlo cuando se viola la “indispensable” alternabilidad en el caso de la institución presidencial. Con aires de intelectual, dijo que estos eran los que él llamaba “el ecosistema normativo de protección –precisamente– de la alternabilidad”. Y en la misma tónica, con un dejo de superioridad, sostuvo que la gente no entendía lo del “período inmediato anterior”.

Rayando en la simpleza, aseguró que eso respondía a que “nunca se había puesto el debate sobre la mesa”; pero, casi inmediatamente, agregó que solo quienes pretenden “confundir” son los que no entienden. ¿En qué quedamos? ¿Es por desconocimiento del “artículo que no había salido a la luz” –estaba “escondido”– o por descarada picardía? Y Bukele, ¿adónde ubicarlo? ¿Entre quienes les hizo falta el debate que nunca ocurrió o entre quienes malévolamente pretenden confundir? En ninguno de esos escenarios pues, siempre por boca de su fiel juglar, sabemos que fue “porque no había leído bien el artículo”. Puede ser, pero también podría ser por ignorancia debido a su efímero paso por las aulas de la universidad jesuita –ahora su “enemiga”– donde apenas dio sus pininos en los estudios de abogacía; o quizás, al no leerlo correctamente, no lo entendió. Quién sabe…

Más allá de eso, al desmantelar los pocos avances en el funcionamiento de la institucionalidad desde el fin de la guerra hasta el 1 de junio del 2019, lo que sí ha refundido bien Bukele mediante el control de los tres órganos gubernamentales es la transparencia y la rendición de cuentas; por tanto, la información necesaria para evaluar su desempeño y –en definitiva– la verdad. 

Al “vice”, “Julia” le cayó de perlas. Oportuna y conveniente le resultó la tormenta tropical y sus estragos en nuestro territorio; así dejó de ser la comidilla dentro y fuera de este, al menos momentáneamente pues con el paso de los días será más jodido cumplir su “misión imposible”: justificar el injustificable continuismo de su superior. En ese marco, recuerdo a la gente que lo sabe e informo a la que no: en agosto del 2013, Ulloa confesó públicamente lo que denominó su “última locura” al pretender –de la mano de Dagoberto Gutiérrez– respaldar la reelección presidencial de otra fichita: Antonio Saca. 

Hay locuras de locuras y pueden empeorar pues, seguro, habrán más… si se las dejamos pasar. Despertemos, pues, y organicémonos para luchar e impedir que –entre tanta chabacanería– nos quieran seguir viendo la cara. Si no, muchas personas continuarán huyendo de la muerte lenta y la muerte violenta; también de la persecución y otras amenazas.

PD: Liberen a Karla, ¡¡¡ya!!!

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Benjamín Cuéllar Martínez
Benjamín Cuéllar Martínez
Salvadoreño. Fundador del Laboratorio de Investigación y Acción Social contra la Impunidad, así como de Víctimas Demandantes (VIDAS). Columnista de ContraPunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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