En la recta final de la campaña política para elegir al Presidente y Vicepresidente de la República, período 2019-2024, aparte de algunos mensajes aceptables, destacan las frases e imágenes desagradables, propias de una campaña electoral oscura, sin propuestas claras y concretas; pero sí, con ataques contra la dignidad personal y familiar de los candidatos y sus allegados.
En el marco de la campaña electoral, para los salvadoreños honrados estas expresiones de mal gusto, y hasta ofensivas, son clara muestra de retroceso político en el país. Algunos candidatos y su equipo de campaña, en su afán desmedido de asumir el poder, lejos están de saber, ni siquiera intuir, el efecto negativo que estas expresiones publicitarias trasladan a su partido. La factura les será pasada por los electores, oportunamente.
Todos los recursos son válidos, puesto que el objetivo es ganar; pero, aunque no constituyan delito, si debe predominar la ética; es decir, expresiones que no dañen la moral ni subviertan el orden público. Un reciente video del presidente de ARENA, Mauricio Interiano, fue ampliamente divulgado, evidenciando poca o ninguna cultura política, al retar directa y vulgarmente, al candidato de un partido opositor. Créase o no, esos mensajes publicitarios desesperados, siguen disminuyendo el interés ciudadano hacia dicho partido, lo cual -sin duda- a la postre le significará rebaja en votos.
Y los efectos negativos están ahí, en las encuestas. Con números similares y clara tendencia a mantenerse. Pero, erróneamente, los partidos políticos satanizan a la casa encuestadora, cuando las cifras por adversas no les agradan; y, a la inversa, la elogian cuando la evaluación favorece a sus intereses. La encuesta “es una fotografía del hoy”. Lo saben los políticos y no se vale que, por su descontento, descalifiquen a la casa encuestadora, hasta con fuertes epítetos, extensivos al candidato con mejores cifras.
Hay que reconocer, sin embargo, un cambio positivo, con relación a las elecciones pasadas: se suprimió -aunque un poco a regañadientes de los paridos- la pinta y pega en postes y edificios públicos; y hasta ahora, solamente se ven algunas vallas y pocas banderitas en algunas calles, nada perceptibles y evidentemente ignoradas por la población,
Desafortunadamente, en medio de la campaña, algunos poderes fácticos contribuyen a la agitación social, promoviendo o descalificando con saña a más de algún candidato. Es su derecho adversar limpiamente al opositor, pero asombra que, por primera vez, se constituyan en bloque “multi ideologíco”, y a todas luces temeroso, hacia el objetivo común de bloquear a un partido y su candidato. La reiterada ansiedad de obstaculizar esos avances, los los hace atacar con saña a un movimiento ciudadano en la persona de su líder, buscando aquí y allá motivos para enjuiciarlo penalmente, sabiendo que jurídicamente no procederá, pero la intención es de totalmente propagandística.
Es evidente también que algunos medios impresos, con claro sesgo noticioso, con enormes desplegados se unen a la campaña oscura, desoyendo los principios del ideario de sus fundadores, en cuanto a veracidad y objetividad. Evidente también su pérdida de credibilidad y, consecuentemente, su aceptación de antes. Malo o bueno un candidato, su derecho ciudadano le permite participar; y la ciudadanía -igual que con todos los políticos- debe respetar el derecho democrático.
No se puede hablar de Democracia, si en la carrera hacia el objetivo común de lograr una alta magistratura, se recurre a acciones denigrantes y antidemocráticas (campaña oscura y desprestigiando a las casas encuestadoras). Tales acciones son el reflejo anticipado de una gestión autoritaria, represiva, excluyente y antipopular, lo cual vulneraría el mandato constitucional que define a El Salvador como un Estado democrático, representativo y alternativo.
Para el pueblo salvadoreño la alternancia constitucional en la Presidencia y Vicepresidencia de la República es un renglón necesario; y, por lo mismo, demanda una campaña electoral limpia y una actitud fraterna y positiva, base necesaria para una elección limpia que devengue en un gobierno honesto, incluyente y popular.