Por Nelson López Rojas.
Hoy es el Día Internacional de la Felicidad, según las Naciones Unidas. ¡Qué chévere que por decreto soy feliz! Vaya cosa.
Este año, el tema es “Caring and Sharing” (Cuidar y Compartir), recordándonos que la felicidad duradera proviene del cuidado mutuo y la conexión con los demás. Sin embargo, si vos no te cuidás para tener paz interior, fácilmente alguien vendrá con un problema y te la robará. Hay que cultivar el auto amor, la auto compasión, no culparse por cosas que no están en nuestro control. Tener tiempo para uno mismo, sin importar lo que digan los demás, es tu primer paso hacia la felicidad interna.
En El Salvador, muchos han encontrado alivio en la disminución de la violencia, y eso, sin duda alguna, es una razón para estar felices. Pero, hay otras cosas que le roban la felicidad, principalmente a los más desposeídos. ¿Qué pasa con la angustia de quienes no tienen dinero para pagar el alquiler? ¿Con los vendedores informales que ven cómo su mercadería es decomisada por los Municipales? ¿O con aquellos que, simplemente, no venden lo suficiente para subsistir?
Desde niño me he declarado optimista. Me gusta ver el vaso medio lleno, pero a veces el agua turbia dificulta ser positivo. ¿Cómo puede ser feliz la gente de Ahuacatitán, que, en pleno 2025, camina medio cerro para subirse a un pickup que los llevará a la ciudad? ¿O los habitantes del Cerro de la Siguanaba en Opico, que con cada temblor temen ser aplastados por una roca? Y los que madrugan para ir al trabajo, enfrentando un tráfico que ya no tiene hora pico porque ahora hay embotellamientos a todas horas, ¿cómo encuentran su felicidad?
El Informe Mundial de la Felicidad nos dice que los países más felices están en el norte de Europa: Finlandia, Dinamarca, Islandia, Suecia y Países Bajos. También señala que la creencia en la bondad de los demás está más ligada a la felicidad de lo que se pensaba. Sin embargo, tendemos a subestimar la amabilidad en nuestras comunidades. Compartir comidas y vivir en compañía son factores que se asocian con la felicidad. Aunque en El Salvador las cosas van mejorando, aún hay mucho camino por recorrer.
La corrupción y las “vivianadas” siguen ahí. Un amigo descubrió que su capataz estaba involucrado en la tala ilegal de árboles en su finca de café. A veces, cuando comprás algo, te preguntan si querés factura o simplemente “se les olvida” darte una. La señora que me lava la ropa nunca me devuelve el billete que olvido en los bolsillos. Se lo cuento a una amiga y me dice que, si ella me la lavara, tampoco me lo devolvería. Esas pequeñas acciones nos afectan más de lo que creemos.
Según los expertos, las acciones que generan felicidad incluyen donar, hacer voluntariado y ayudar a un extraño. Pero muchas veces evitamos mirar para no comprometernos tal cual estudiante universitario cuando el profesor hace una pregunta. Si donáramos nuestro tiempo, si hiciéramos voluntariado, si donáramos dinero, si cuidáramos a nuestros perros con dedicación y tiempo, seguramente seríamos más felices. Pero estamos atrapados en una lógica de consumo que nos roba lo más valioso que tenemos: el tiempo.
Pepe Mujica decía que uno no compra cosas con dinero, sino con tiempo, porque trabajamos para obtener dinero y, en ese proceso, sacrificamos tiempo con nuestros seres queridos, nuestras mascotas y con nosotros mismos. En realidad, los “chunches” los compramos con tiempo y no con dinero. Entonces, si he de ser feliz, debo comenzar ahora, con que me valgan muchas cosas, tal como lo dije hace años en este medio sobre el arte del valeverguismo.
Juzgamos por las apariencias, nos enojamos en el tráfico, nos quejamos de la doble moral de los demás sin notar la nuestra. Celebramos las calles nuevas pero seguimos enojados con el prójimo. ¿Será que la felicidad, más que un decreto, es un desafío diario y personal?