En 1965 ingresé a la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES), la entidad gremial más antigua y más representativa del Periodismo nacional. Fue fundada el 24 de junio de 1936, con el objetivo de “buscar la unificación de los periodistas activos: reporteros, redactores de planta y editorialistas de las distintas empresas nacionales establecidas, Prensa, Radio y TV”, según su carta de principios.
Antes que la APES existió una organización gremial llamada “Chicos de la Prensa”. Ese fue su antecedente. A partir de 1936, ya como Asociación, su primera directiva la integraban: Presidente, Manuel Andino; Tesorero, Adolfo Pérez Menéndez; Síndico, Ricardo Augusto Lima; Primer vocal, Absalón Baldovinos; Segundo vocal, Arturo R. Castro; Secretario de correspondencia, José Quetglas; y Secretario de actas, Juan Felipe Toruño.
El 28 de agosto de ese año el Poder Ejecutivo aprobó los estatutos de la APES, mediante el Decreto 1139, que literalmente decía: “Palacio Nacional, San Salvador, 28 de agosto de 1936. Vistos los anteriores estatutos de la “Asociación de Periodistas de El Salvador”, fundada en esta capital, y no conteniendo los 16 artículos de que se compone, nada contra lo preceptuado en el Art. 543 del Código Civil, el Poder Ejecutivo, Acuerda: aprobarlos en todas sus partes y conferir a dicha institución el carácter de persona jurídica”. Así nació legalmente la APES.
Con el tiempo, la Asamblea Legislativa decretó “Día del Periodista Salvadoreño”, el 31 de julio de cada año, en reconocimiento a la labor de los periodistas de El Salvador. La designación se dio mediante Decreto Legislativo No. 380 del 29 de mayo de 1969, con base en que el 31 de julio de 1824 se publicó el primer periódico salvadoreño El Semanario Político Mercantil”, y por solicitud de Julio Escamilla Saavedra, un periodista e historiador muy acucioso miembro de la APES, que laboraba en el Archivo General de la Nación.
Desde su fundación, la APES funcionó en locales alquilados. En los días de mi ingreso alquilaba una sala en los altos del edificio La Dalia, frente al parque Libertad, en el centro de San Salvador. Un día el empresario Francisco Núñez Arrué, le cedió un predio en la Colonia Escalón, al poniente de San Salvador, para que construyera su propio local. Como directivo, me tocó participar en el acto en que fue suscrita la donación del terreno, donde luego iniciaría la construcción de la Casa del Periodista.
La noticia de la firma fue publicada en Diario Latino, el 26 de febrero de 1970: “Donan terreno a APES. Ante los oficios del doctor Rómulo Carballo Álvarez, don Francisco Núñez Arrué ratificó anteayer el donativo de novecientas ochenta y seis varas cuadradas de terreno, en el lote número setenta y dos de la Colonia Escalón, lugar donde actualmente se construye la Casa del Periodista…
“¦Durante el acto estuvieron presentes como abogado y cartulador, el Dr. Rómulo Caballo Álvarez, don Francisco Núñez Arrué, los periodistas Renán Alcides Orellana y Julio César Figueroa, como testigos; y el Síndico de la APES, Br. Hildebrando Juárez, quienes firmaron las escrituras del caso”. Hasta aquí la noticia.
Con el apoyo del Centro de Formación Profesional Acelerada del Ministerio de Trabajo y Previsión Social, y otros aportes, en la década 1970, se realizó la construcción de la Casa del Periodista.
Después de varios períodos como Secretario de la Junta Directiva de la APES, ejercí la Presidencia durante los períodos1994-1995 y 1995-1996, contando al final con algunos logros, a pesar de los obstáculos e inconvenientes que siempre enfrenta el gremio periodístico.
Ya retirado, y cumplida mi participación gremial, sigo de cerca los vaivenes del periodismo nacional. Un gremio que, entre los avances tecnológicos y la modernización integral, puede hacer posible que las nuevas generaciones de periodistas, contribuyan al desarrollo integral del gremio en particular y del país en general.