Durante unas elecciones para alcalde municipal, a finales de los años sesenta, como periodista yo cubría para los noticieros de Radio Popular y me tocó entrevistar al candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC) por San Salvador, José Napoleón Duarte, en el sitio de votación del Instituto Salvadoreño de Turismo (ISTU), en el centro de San Salvador.
Me acompañaba Francisco Antonio Cruz Revelo, reconocido periodista convertido después en destacado economista. A las diez de la mañana llegó Duarte. La entrevista inició bien, pero Duarte, sorpresivamente, se posesionó del micrófono y, sin que yo pudiera evitarlo, se largó con tremendo discurso que, al aire vía telefónica, causó real indignación en Casa Presidencial, donde estaba el mayor control del Partido de Conciliación Nacional (PCN), el partido oficialista.
La oficina de Relaciones Públicas de Casa Presidencial solicitó explicación a la Radio, pidiendo sanción para Cruz Revelo y para mí; y, en el peor de los casos, mi destitución inmediata, “por haber violado la ley, al permitir que Duarte promoviera su candidatura”, mediante un fogoso discurso, que realmente -según supimos- acaparó momentáneamente la audiencia. La popularidad de José Napoleón Duarte, entonces, era inobjetable.
El director de la Radio, Omar González, hombre de altura y seriedad profesionales, desatendió el reclamo de Casa Presidencial. Ignoró la petición de mi despido y ni siquiera lo hizo como llamado de atención. Omar argumentó que la entrevista no había llegado a constituir violación a la ley y que, en realidad, lo que preocupaba al sector oficialista era la clara ventaja de Duarte, quien efectivamente logró la reelección ese año.
– Nosotros fuimos imparciales en la entrevista… -dije al director de la Radio, a manera de real justificación.
– Claro -recalcó el director, Omar González. Y no seremos chivos expiatorios a la preocupación del PCN, por los posibles resultados en su contra. Vamos a continuar así…
Y así fue.
Curiosamente, la amenaza no pasó a más.