El sabio no dice todo lo que piensa, pero piensa todo lo que dice. Y lo dice bien, con altura y dignidad. Y en esto, los indicios de un comportamiento digno y aceptable de algunos políticos y sus cúpulas partidarias, cuando hacen uso de la libertad de expresión, son casi nulos. Por tradición, esto se ve tan normal que, por lo mismo, parece difícil de erradicar.
No se trata de callar, de no debatir…se trata de decir lo mismo, pero desde un lenguaje sobrio, comedido, convincente, anunciar o denunciar con elegancia… sin herir la inteligencia y dignidad del resto de los ciudadanos amantes de la verdad.
Con las excepciones de toda regla, en el marco de la actual campaña electoral, para elegir presidente y vicepresidente de la República 2019-2024, muchos políticos y sus militantes, en su afán de lograr más adeptos y votos, tiran por la borda sus principios cívico-morales y hacen gala de lenguajes inaceptables y vulgares, evidenciados en burdas contradicciones, incoherencia, demagogia, promesas incumplibles, hasta llegar al insulto, la amenaza y a descalificar -sin ninguna base- a dirigentes opositores.
Sobre esto último, hay frases para la historia política. Frases de esta campaña, desafortunadas e inaceptables para un pueblo honrado, digno de todo respeto. Tantos y tantos epítetos y denuestos, suficientes como para ofender los sentimientos de la población honrada. Particularmente, y desde una óptica realmente fraterna, no comparto los editoriales o artículos periodísticos, entrevistas, u otras maneras de expresión pública, de emisores cuya trayectoria hoy puede verse disminuida en su prestigio, por emplear toda clase de recursos -concretamente contra el candidato Nayib Bukele y que mañana puede ser contra cualquiera de los otros candidato- en medio de una campaña política -desatinada y hasta insultante- que podría ser mejor si -como el sabio- no se dijera todo lo que se piensa, pero que se pensara todo lo que se dice. Igual reclamo sería, se tratara de otro de los candidatos.
¿Cómo aceptar, entonces, que estos desaguisados (insultos, amenazas) no suenan únicamente a mero interés de lograr el poder “a como dé lugar”, aun con el riesgo de la caída en descrédito de su reconocida trayectoria profesional/comunicacional? Esto no es en términos generales, porque ciertamente hay honestos y verdaderos ciudadanos de todas las tendencias políticas, interesados en servir, real y desinteresadamente, a su comunidad, a su país.
Por eso también, es imperativo atender a la población que, antes un poco animada con la información veraz e independiente, hoy resiente de algunos Medios de Comunicación Social (MCS), periodistas y presentadores de TV, el evidente afán de publicitar (con todo su derecho, aunque pierdan credibilidad), todo lo que pueda perjudicar a un candidato ajeno a sus afectos e intereses.
Muchos procesos eleccionarios han pasado con la efervescencia propia del evento, pero pocos -o ninguno- como este de ahora en el país. Los MCS, eran entonces como siempre activos; eran testigos e informadores de una situación. Pero, a veces más para mal que para bien, todo cambia. Y en eso, mi ejercicio periodístico ha sido pródigo en experiencias, por más de cincuenta años. Una sería, por ejemplo, traer a cuenta el ideario del fundador de La Prensa Gráfica, José Dutriz p., como guía para orientar un real periodismo: imparcial, veraz y objetivo (puede leerse en página editorial de LPG). Hace 53 años fui reportero de LPG; y su director de entonces, José Dutriz h., se esforzaba porque lucháramos por impulsar tales principios. Pero, ahora… ahora…
No acuso ni defiendo. Estas expresiones periodísticas no responden a compromisos partidarios ni mucho menos, pues no he pertenecido a partido político alguno. Responden siempre al interés de contribuir a la búsqueda de una sociedad más justa y más humana. Interés de informar/orientar a la población, ávida de estar al día sobre el ser y acontecer nacional.
Nunca será justo para el pueblo salvadoreño, que fuerzas políticas y económicas decidan su destino. Vivir en democracia y real estado de derecho, es su mayor aspiración; y eso será posible, cuando la cultura política sea eje principal en su quehacer diario, especialmente en medio del verdadero debate en los procesos eleccionarios. No se trata de favorecer a personas, sectores o a instituto político alguno. Estas son valoraciones que, a diario, hace la ciudadanía honesta. Y todo sea, en aras de promover el bien común y la salud mental de la población salvadoreña.