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Así como se desborda un río, que no tiene control por donde inunda ni a que se lleva por delante, estamos como pueblo colombiano desde el 28 abril. La acumulación de cansancio, estrés, injusticias sociales, frustraciones, rabia que ha sembrado el modelo socio-económico impuesto por los sucesivos gobiernos nacionales ha estallado en multitudinarias marchas, cacerolazos, ollas comunitarias, comisiones de trabajo, redes de apoyo, reapropiación de espacios públicos, caída de estatuas españolas, actos culturales, murales y más acciones colectivas, alrededor de cambios sustanciales.

La primera motivación fue el rechazo a una reforma tributaria (más impuestos en un momento de crisis económica agudizada) que se tumbó y con ello al ministro de hacienda ¿por qué seguimos en las calles? Tal vez una respuesta rápida sea la exigencia de justicia por las víctimas de la policía nacional, quienes han violentado de diversas formas a los manifestantes[1]; pero además a las exigencias se suma la necesidad de resolver integralmente la crisis estructural del país, por lo que temas sensibles como el sistema de salud, el empobrecimiento de la mayoría de la población (21,02 millones de personas sobreviven con $331.688 mensuales, 7,47 millones de colombianos viven con menos de $145.004 al mes)[2] pueden ser interpretados como exigencias de la gente víctima de un modelo caducado, pero defendido con guerra estatal integral.

Vemos entonces a agentes uniformados disparando a quema ropa, golpeando en manada, rompiendo ventanas, ingresando ilegalmente e incendiando casas, gaseando conjuntos residenciales, infiltrando las protestas con agentes de civil, imponiendo el terror a personas que marchan o bloquean de manera pacífica. Sumado a esto, la matriz mediática de los medios privados nacionales estigmatiza de “vandalismo” toda la movilización en su conjunto, imponen también el mensaje que la negociación entre algunos sectores no protagónicos del paro (centrales obreras reunidas en el Comando Nacional de Paro), gremios económicos, posibles representantes de partidos políticos es el fin del paro nacional.

Estas dos grandes ideas discursivas atizan un conflicto latente entre los seguidores del partido de gobierno con los sectores sociales movilizados, buscando por todos los medios la desmovilización de la gente y la limpieza de la imagen del gobierno nacional. Sin embargo, las respuestas de muchos sectores ha sido contundente en fuerza y ha desbordado tanto en solidaridad como a las calles mismas; por eso Anonymous y la comunidad K-popers sobre salen en el terreno de las redes y páginas web, pues los hackers sin rostro tumbaron las páginas oficiales de la policía y ejército nacional, del congreso de la república y de presidencia, junto a la publicación de correos/contraseñas de miembros del ejército y hasta revelaron el numero celular del comandante Enrique Zapateiro.[3]

Por otro lado, los seguidores de la música K-pop han tumbado tendencias que la derecha ha pretendido usar para contrarrestar la fuerza de la movilización. Es así como en Twitter las tendencias #FuerzaESMAD #ApoyoAlESMAD #UribeTienelaRazon #ApoyoAMisFFMM[4] se han caído por la inundación de videos de artistas K-pop impidiendo así el objetivo de estos sectores ultraderechistas. Las redes sociales han sido el otro escenario de disputa en esta coyuntura.

Del mismo modo, entre la gente de pie, del barrio, el informal, la domiciliaria, la madre de familia, el del rebusque, el que tiene moto y demás sectores populares se resalta el papel de la juventud en resistir el aparato de guerra estatal, poniendo el pecho para que las balas y los gases no lleguen al resto de la comunidad que ha reapropiado el espacio público. Estos miles de jóvenes han demostrado ser una garantía de sostenibilidad de la movilización y por ende de tensionar el conflicto con el gobierno nacional, revelando su trato de guerra contra la protesta social y de su incapacidad de gobernar bajo los intereses del pueblo. En esa medida la Primera Línea en las ciudades y las Guardias campesinas, indígenas y cimarronas son un soporte estratégico.

Sumado a lo anterior, están surgiendo nuevamente la asamblea popular como punto de diálogo colectivo en los territorios movilizados, que sin mucha definición y proyección, se quiere inicialmente abordar los temas que conforman la crisis estructural que sufre Colombia para encontrar salidas como comunidad. El cómo es una pregunta que exige de creatividad en este caso y el hasta cuándo no se queda atrás, porque mientras el gobierno nacional pretende acabar toda esta fuerza popular con una “negociación”, nos estamos pensando el contra peso que tiene entre otras metas la caída del mal gobierno.

No obstante, el momento del Paro Nacional empieza tener señales de reflujo por lo que la asamblea popular puede ser una alternativa para oxigenar a los sectores movilizados, caminar hacia el encuentro de la gente, potenciar el debate político sobre el proyecto común de país, fortalecer los procesos organizativos nacidos en este paro y por supuesto no vaciar de sentido las vidas sacrificadas durante esta protesta nacional que suman la larga lista de víctimas de crímenes de Estado por el hecho de pensar/sentir y actuar diferente a los intereses/valores de la oligarquía.


[1] 1773 casos de violencia policial: 37 asesinatos, 275 casos de violencia física, 11 víctimas de violencia sexual. https://twitter.com/TembloresOng/status/1390811177492566020?s=09

[2] https://www.larepublica.co/economia/mas-de-21-millones-de-personas-viven-en-la-pobreza-y-74-millones-en-pobreza-extrema-3161813

[3] https://www.contagioradio.com/anonymus-k-popers-paro-nacional-colombia/

[4] ESMAD significa: Escuadrón Móvil Antidisturbios y es el cuerpo de la Policía encargado de reprimir la movilización social. Este cuerpo recibió $14.100 millones en municiones y escudos según el senador Wilson Arias https://twitter.com/wilsonariasc/status/1390411111497977856?s=09

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Wilmar Harley Castillo
Wilmar Harley Castillo
Comunicador social, especialista en Política Pública para la Igualdad. Columnista y comunicador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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