jueves, 12 diciembre 2024
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Un tutorial sobre comercio exterior para Trump

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En una economí­a abierta, las empresas son libres de comprar y vender productos en cualquier mercado al que puedan acceder. En nuestro ejemplo, los chinos ni forzaron ni engañaron al desarrollador para que éste compre materiales de construcción procedentes de China

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SAN JOSÉ, CALIFORNIA ““ El presidente estadounidense Donald Trump ha declarado que el déficit comercial de USD 500 mil millones que sostiene Estados Unidos con China significa que Estados Unidos está con una “pérdida” de USD 500 mil millones. Aparentemente, él cree que los superávits y los déficits comerciales equivalen a estados de pérdidas y ganancias para los paí­ses. Trump no podrí­a estar más equivocado.

 Digamos que un desarrollador, quien construye un edificio de apartamentos en la ciudad de Nueva York, compra materiales de construcción provenientes de China por valor de USD 50 millones y gasta otros USD 50 millones en servicios locales. Si luego vende el edificio a compradores estadounidenses por USD 110 millones, el desarrollador obtuvo una ganancia de USD 10 millones.

Está aparentemente claro que el emprendimiento del desarrollador es sensato desde el punto de vista comercial y económico. Los USD 50 millones gastados en importaciones chinas ciertamente no se considerarí­an una “pérdida”. Sin embargo, esa es precisamente la idea imbuida en la lógica de Trump. Peor aún, Trump exigirí­a que, para “igualar las cosas”, China compre USD 50 millones en productos estadounidenses ““ o, caso contrario, China tendrá que enfrentar aranceles que encarezcan los costos para futuros desarrolladores estadounidenses a momento de que ellos compren materiales de construcción provenientes de China.

 Si, por ejemplo, los nuevos aranceles totalizaran el 25% de la “pérdida”, o USD 12,5 millones, el costo total del mismo proyecto subirí­a de un salto a USD 112,5 millones. Una venta por  USD 110 millones implicarí­a una pérdida de USD 2,5 millones, en lugar de una ganancia de USD 10 millones. Un desarrollador inteligente considerarí­a estas cifras con anterioridad, y posiblemente descartarí­a el proyecto por completo (a menos que pudiera encontrar proveedores locales de materiales que le permitan ofrecer una mejor oferta en cuanto al precio de venta del edificio). Eso perjudicarí­a a toda la economí­a, especialmente si los aranceles afectaran a un gran número de inversiones, como lo harán los aranceles sobre el acero y aluminio de Trump.

Por el bien de cualquiera que comparta la lógica defectuosa de Trump, esta situación se puede aclarar aún más. Los USD 50 millones que el desarrollador gastó en China se canjearon por bienes por valor de USD 50 millones. Eso hace que sea una transacción igualitaria y equilibrada. Exigir que China compre USD 50 millones en bienes estadounidenses no tendrí­a ningún impacto; simplemente, producirí­a otra transacción igualitaria y equilibrada.

Haciendo uso del lenguaje de déficits y superávits que causa que Trump se equivoque tanto, se puede decir que Estados Unidos podrí­a tener un “déficit de divisas” de USD 50 millones luego de la transacción del desarrollador, pero también tendrí­a un “superávit de bienes” por un valor de USD 50 millones. El hecho de que el dólar estadounidense sea la principal divisa de reserva a nivel mundial hace que esto sea aún más conveniente, debido a que el desarrollador fue capaz de pagar por los materiales chinos directamente usando dólares estadounidenses.

Si el dólar no fuera la principal moneda de reserva mundial, el gobierno estadounidense tendrí­a más motivos para preocuparse por el déficit de divisas causado por el comercio exterior, ya que el desarrollador se verí­a obligado a comprar otra moneda por un valor de USD 50 millones ““ por ejemplo, yenes japoneses ““ con el propósito de llevar a cabo la transacción. Esto podrí­a generar temores sobre que las reservas de yenes en Estados Unidos se agoten, y que la compra de más devalúe el dólar estadounidense. En ese caso, el gobierno estadounidense podrí­a alentar más compras extranjeras de productos estadounidenses, a fin de “equilibrar” el déficit de divisas.

Sin embargo, esa no es la situación que enfrenta Trump. Por el contrario, los chinos terminan con USD 50 millones en su cuenta bancaria, en forma de dólares estadounidenses, que luego pueden usar para comprar bonos del gobierno de Estados Unidos, financiando así­ el déficit presupuestario de EE. UU., (como lo han venido haciendo durante mucho tiempo). También pueden usar esos dólares para comprar acciones estadounidenses, ayudando de dicha forma a las empresas estadounidenses y a la economí­a de Estados Unidos de manera en general, o para comprar productos de terceros paí­ses, impulsando, por lo tanto, el comercio mundial.

En una economí­a abierta, las empresas son libres de comprar y vender productos en cualquier mercado al que puedan acceder. En nuestro ejemplo, los chinos ni forzaron ni engañaron al desarrollador para que éste compre materiales de construcción procedentes de China. Por el contrario, un comprador dispuesto a comprar eligió comprometerse con un vendedor dispuesto a vender sobre la base de un simple cálculo económico. El desarrollador probablemente decidió no comprar materiales de proveedores de Estados Unidos porque el costo hubiese sido mayor, lo que habrí­a resultado en menores ganancias ““ o incluso una pérdida. Si un gobierno obliga a una empresa a decidirse por la que claramente es una opción económicamente subóptima ““ por ejemplo, mediante el uso de aranceles ““ el resto de la economí­a sufrirá.

Por lo tanto, si Estados Unidos tiene un déficit anual de comercio exterior que asciende a USD 800 mil millones, se debe simplemente a que las empresas y los consumidores estadounidenses optan por comprar USD 800 mil millones más en bienes del mundo en comparación con la cifra por la que el mundo ha comprado a Estados Unidos, debido a algunas ventajas, como precios más bajos por productos equivalentes que son producidos en el propio paí­s. En el caso de una empresa, esto significa un mayor margen de ganancia. En el caso de los consumidores, significa más dinero para gastar en otros bienes y servicios. De cualquier manera, la economí­a estadounidense se beneficia.

Lo mismo ocurre con la economí­a mundial, porque esos USD 800 mil millones de superávit en moneda estadounidense pueden ser utilizados productivamente por el mundo para comprar activos financieros o reales. Esto no perjudica a Estados Unidos ““ una ventaja única de la que disfruta el paí­s emisor de la moneda de reserva ““ e incrementa el dinamismo y el crecimiento en la economí­a mundial.

 Desde una perspectiva polí­tica, de lo único que Estados Unidos deberí­a preocuparse es por garantizar que la inflación no suba silenciosamente, debido a un suministro excesivo de moneda estadounidense. Eso no depende del Gobierno de Trump, sino de la Reserva Federal de Estados Unidos, que tiene un sólido historial en este frente: a pesar de un déficit de divisas agregado de USD 14 millones de millones desde el año 1990, la Fed ha logrado mantener baja la inflación.

En lo que respecta a Trump ““ o al menos a sus asesores ““ la necesidad de una mejor comprensión de la forma cómo realmente funciona el comercio mundial, es manifiestamente obvia. Con excepción de eso, las intervenciones imprudentes del Gobierno de Trump van a continuar, o incluso van a escalar, causando graves daños a la economí­a estadounidense y a la economí­a mundial.

Traducción del inglés: Rocí­o L. Barrientos.

Asad Jamal es el fundador y presidente de ePlanet Capital.

Copyright: Project Syndicate, 2018. www.project-syndicate.org

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Asad Jamal
Asad Jamal
Analista

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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