El resentimiento social colectivo lo provoca una situación donde está presente la desigualdad, la injusticia, la corrupción, el ejercicio abusivo y discrecional del poder.
A nivel individual se expresa en impotencia, rencor, odio y un rechazo total a quienes el resentido considera como los culpables de su situación.
Es común que los resentidos socialmente se victimicen y desde esa condición rechacen, tengan o no razón, al sistema y a quienes consideran son sus victimarios.
Su frustración y desesperanza generan una actitud que los hace propicios a escuchar a líderes religiosos, líderes populares y dirigentes políticos, que prometen sacarlos de su situación. Lo ven como su única posibilidad.
El resentimiento social se puede expresar de dos maneras: las manifestaciones de muy diversos tipos de rechazo, incluso agresivo, en contra de quien, según ellos, son los responsables de que su vida sea como es.
Y también en la adhesión incondicional al líder que identifican como quien les garantiza habrán de superar sus males y también como quien va a actuar como su vengador justiciero frente a quienes ubican como responsables de lo que padecen.
México es un país profundamente desigual e injusto. La mitad de la población vive en condiciones de pobreza y extrema pobreza. Amplios sectores de la sociedad tienen un profundo resentimiento social motivado por su condición socioeconómica y el abuso y frivolidad del poder.
El candidato López Obrador, luego el presidente, percibió muy bien el resentimiento social presente en amplios sectores de la sociedad mexicana y ha trabajado para que se manifieste de manera abierta.
Con su discurso y actitud ha contribuido a romper las compuertas del resentimiento y que éste se exprese de maneras diversas. Todos los días lo alimenta y exacerba. Es algo que sabe hacer muy bien.
Sus seguidores y simpatizantes lo ven como quien los va a redimir, a sacar de su situación, pero sobre todo como quien va a cobrar venganza por ellos.
Para los resentidos sociales es más importante la venganza que cambiar su situación. Están dispuestos a perdonar todo a quien los venga con tal que, en su discurso, del cual se alimentan, haga manifestación pública de esa condición.
El presidente lo entiende muy bien y actúa en consecuencia. Sabe que sus simpatizantes no le van a cobrar los muertos, la violencia, el desempleo, la corrupción y el aumento de la pobreza si continúa con su actitud y discurso de venganza justiciera.