La joven refugiada Aschwak, de la minoría religiosa yazidí, jamás pensó que algún día acabaría abandonando Alemania, el país que la acogió durante tres años, para huir a Irak.
En la pequeña ciudad de Schwí¤bisch Gmí¼nd, en el sur del país europeo, esta joven iraquí de 19 años se sentía segura hasta que se encontró por la calle con el miliciano del grupo terrorista Estado Islámico (EI) que siendo tan solo una adolescente, según relata, la había comprado en un mercado de esclavos de Mosul por 100 dólares.
Su caso, aunque pueda parecer inconcebible, recalca Aschwak, no es único.
La pesadilla comenzó el 3 de agosto, el día que los yihadistas del Estado Islámico irrumpieron en su aldea, relata la joven. En tan solo unos días, los terroristas asesinaron a miles de hombres de la comunidad yazidí, la minoría étnica más perseguida por el EI.
A Aschwak, que en aquel momento tenía 15 años, a sus hermanas y a sus primas, los extremistas las raptaron y las pusieron a la venta en un mercado de esclavos en Mosul. Un combatiente del Estado Islámico, que respondía al nombre de Abu Humam, acabó comprándola.
"Para él yo era su mujer. Me pegaba todos los días. Yo tenía que limpiar y ordenar todo", explica por teléfono la joven en un alemán fluido.
Durante meses, el hombre abusó de ella, dando por sentado que le pertenecía. Una noche, ella y otras seis mujeres tuvieron que servir la cena a varios miembros del Estado Islámico. Aprovecharon la ocasión para introducir somníferos en la comida y así poder escapar.
Emprendió rumbo a las montañas de Sinjar, al noroeste de Irak y donde muchos yizadíes buscan refugio. Poco después, desde Alemania llegó una noticia largamente esperada: Aschwak podía viajar a la región de Baden-Wurtemberg como refugiada y vivir allí con su madre y sus hermanos.
"Al principio todo iba bien", recuerda. Comenzó a ir a la escuela y fue tratada médicamente. Después, su suerte cambió.
Cuando un día paseaba por una calle de su ciudad de acogida, Schwí¤bisch Gmí¼nd, tuvo la sensación de que un hombre la seguía. No se equivocaba. "Estaba detrás de mí, me seguía pero no dijo nada y yo tampoco dije nada".
Al llegar a casa, expresó sus sospechas a su madre, quien la tranquilizó indicando que era muy poco probable que el hombre que la seguía fuese su captor. "No te preocupes, en Alemania no hay ese tipo de gente", le dijo.
Pero Aschwak volvió a ver al susodicho en el mes de febrero, esta vez cuando la chica se dirigía al supermercado. Un coche de color blanco se detuvo cerca de ella. "Se me acercó y me dijo: ‘¡Tú eres Aschwak!’", rememora. Ella respondió que no conocía a nadie que se llamase así. "No mientas", replicó su presunto captor, quien también le dio a entender que sabía todo sobre su nueva vida en Alemania.
Aschwak interpuso una denuncia y las autoridades alemanas empezaron entonces a ocuparse del caso pero le dijeron que "no podían hacer nada". Un portavoz del ayuntamiento de Schwí¤bisch Gmí¼nd lamenta lo ocurrido. "Hemos hecho todo lo posible para ayudar a esta chica", indica. Desde la Administración se le ofreció una nueva vivienda, anónima, pero ella no llegó a usarlo.
En el mes de junio la Fiscalía alemana inició una investigación. Por el momento, las autoridades han reconstruido un retrato robot del hombre con la ayuda de Aschwak. "Lamentablemente, la joven no pudo dar datos muy precisos", declaró una portavoz del Ministerio Público.
El nombre de Abu Humam tampoco figura en ningún registro en Alemania. Sin embargo, investigaciones periodísticas llevadas a cabo por la radio y televisión alemana SWR respaldan la versión de Aschwak: otros miembros de la comunidad yazidí de Baden-Wurtemberg aseguran haber visto a Abu Humam.
A pesar de que desde la Fiscalía alemana aseguran que no conocen otros casos similares al de Aschwak, la iraquí asegura que son muy habituales. Amigas suyas han pasado por situaciones similares, recalca. "Nadie nos oye, nadie nos cree", añade a continuación.
Agradecida a Alemania por las oportunidades que le ha dado en los últimos tres años, Aschwak dice que por el momento no piensa moverse del norte de Irak. Teme volver a encontrarse con su captor. "No voy a volver a Alemania, tengo mucho miedo", concluye.