Por Carlos Francisco Imendia
El trabajo legislativo es complicado, pareciera que los diputados llegan relax al pleno a gozar el paseo parlamentario, pero no es así, siempre hay una estructurada dinámica de tendencia burócrata en donde llevan a cabo acciones que hacen funcionar la plenaria, las veces que he tenido la oportunidad de estar en el pleno legislativo, en el emblemático Salón Azul, como comunicador he podido notar gran movimiento de las bancadas, de los asesores de las fracciones , que llevan y traen papeles, otros toman fotos, otros suben notas, los diputados tienen también sus propios deberes, y unos llevan listos sus comparecencias o intervenciones , unos puntuales y otros contra el tiempo pero llegan , hay que recalcar que el arte de hablar y debatir es propio y permitido en el ejercicio de la legislatura y es parte de la democracia.
Por eso es que algunos diputados en el presente y en el pasado les molesta la crítica cuando se les hace énfasis en su manera de hablar, algunos muy elocuentes, formados en sus mismas profesiones como abogados o comunicadores otros no muy parcos e inseguros con una técnica cuasi de educación básica, por otra parte otros no tan hábitos para los números y cálculos mentales, ya hemos visto lo vergonzoso que es en imágenes que nos mostró la misma televisión legislativa de los que no saben contar grandes cifras.
Otros diputados han sabido caer en cuenta que la oportunidad de “parlare” en el Pleno es una gran oportunidad para hacer relucir la educación y exhibir la inteligencia; porque es el pueblo, los críticos los que califican, que no se olvide eso y los que al final sacan las conclusiones de las capacidades de cada quien, tan tajante como: “Ese es inteligente “o “Ese es dundo”.
Por otra parte, el debate político que a veces se puede tornar tenso, donde hay acaloradas discusiones, desacreditaciones, mucho volumen ideológico, pasionismo y narrativa, etc. Si al final tiene un cierre coherente y permite que la población juzgue y saque conclusiones, cumplió con su cometido. Ceder la palabra a un político representante del pueblo es una gran oportunidad para que muchos, desde las residenciales, las colonias, barrios, caseríos y cantones, a lo largo y ancho del país se sientan representados.
Suele suceder cierto fenómeno , en medio de la legislatura actual, de minimizar poco las discusiones , redoblar y aumentar más los halagos y cierto esquema de discusión plenaria de la bancada con mayoría , es posible que se torne aburrido y hasta monótono, y no es que queramos gritos e improperios para que terminen en circo y show, no, pero sí un poco más de posturas diferencias entre oficialismo y oposición, donde se escuchen dolorosas críticas y verdades; y defensas bien pensadas y coherentes.
A pesar de todo, nuestro parlamento es bien portado, de altura, aun sin zafarranchos como los mexicanos, los hondureños, etc. Con menos creatividad para dar manifestaciones cívicas en el pleno, una unificada postura.